Geopolítica
El mapa en llamas
“Pero en la historia del mundo hay momentos en que el destino se sienta en la silla del juez y el veredicto que pronuncia es definitivo e inapelable.”
— Stefan Zweig
Europa se despierta tarde y con resaca. Lleva años adormecida en la ensoñación de la burocracia y los discursos correctos, mientras el mundo a su alrededor se recalienta a fuego alto. China juega al ajedrez con paciencia milenaria, Rusia al póker con trampas y Trump al blackjack con la temeridad del tahúr que apuesta la casa entera. Israel, por su parte, ha decidido que la única solución a su problema es la erradicación del otro, borrando a Palestina del mapa con la impunidad que le otorga el apoyo de Washington. Entre tanto, la Unión Europea se mira al espejo y duda: ¿es aún un actor de peso o solo el burócrata que redacta normas mientras los imperios se reparten el tablero?
La sección de Geopolítica nace en La Discrepancia para responder a una pregunta urgente: ¿sabemos realmente hacia dónde vamos? Vivimos tiempos en los que los tanques vuelven a rodar por Europa, los misiles cruzan el cielo de Oriente Medio y la industria armamentística celebra su auge en la sombra. La guerra ya no es el último recurso, sino el gran negocio. Detrás de cada conflicto hay fábricas, inversores y contratos que aseguran que la sangre siga corriendo, porque en este mundo que ha dejado de regirse por normas, la rentabilidad pesa más que la vida.
Trump: El tahúr del caos
La política exterior estadounidense, que en otros tiempos se justificaba bajo la doctrina del “policía del mundo”, ha mutado en algo más cínico y errático. Con Trump, la diplomacia es un reality show, donde cada tuit desestabiliza gobiernos y cada declaración improvisada mueve mercados y ejércitos. Su posible regreso a la Casa Blanca en 2025 no es solo un asunto interno de EE.UU., sino una variable geopolítica de primer orden. Bajo su influencia, la OTAN se tambalea, el apoyo a Israel se convierte en carta blanca para cualquier brutalidad y Europa se enfrenta al dilema de seguir su estela o asumir, por fin, un liderazgo propio.
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China y Rusia, el dúo que desafía el orden
Xi Jinping y Vladímir Putin han entendido que el mundo está en venta y están comprando lo que pueden. Mientras China despliega su influencia con inversiones estratégicas y un expansionismo sin prisa pero sin pausa, Rusia ha apostado por la fuerza bruta, reivindicando el derecho a redibujar fronteras con tanques y soldados. Ucrania es la primera pieza de su partida, pero no será la última.
Europa, en este escenario, sigue dudando. ¿Debe reforzar su seguridad común y convertirse en un actor militar serio? ¿O seguirá confiando en que la OTAN la proteja mientras cede cada vez más terreno en la geopolítica global?
Israel y Palestina: Una guerra sin testigos
Lo que está ocurriendo en Gaza y Cisjordania es más que un conflicto: es la sistemática desaparición de un pueblo ante los ojos del mundo. Mientras en Occidente se nos exige matizar cada crítica a Israel con una larga lista de aclaraciones y disculpas, en el terreno los palestinos son arrasados sin que nadie detenga la maquinaria de destrucción. Netanyahu ha comprendido que el momento es propicio: con un Washington indulgente y una Europa paralizada, puede avanzar sin miramientos en su proyecto de aniquilación territorial.
El problema para la Unión Europea es que no puede permitirse ser espectadora de esta masacre sin perder por completo su credibilidad moral. Si Europa quiere ser algo más que un mercado y una firma en tratados comerciales, debe levantar la voz, sancionar, actuar. Pero, hasta ahora, ha prevalecido el miedo a molestar a Washington, la prudencia como coartada para la inacción.
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La Unión Europea: Entre la Historia y la Irrelevancia
Europa se encuentra en una encrucijada. O reacciona, o se convierte en un actor secundario en el siglo XXI. La utopía de que el diálogo y la diplomacia bastan para mantener la paz se ha roto en mil pedazos. Ya no es suficiente redactar comunicados y condenar con palabras. Se necesitan decisiones firmes: una política de defensa propia, una postura clara en conflictos clave y, sobre todo, la determinación de actuar en función de sus propios intereses, no solo los de sus aliados.
La gran pregunta es si queda aún voluntad política para ello. ¿Es la Unión Europea capaz de asumir su destino o seguirá encogiéndose de hombros mientras el mundo se reconfigura sin contar con ella? La historia no espera a los indecisos.
El problema para la Unión Europea es que no puede permitirse ser espectadora de esta masacre sin perder por completo su credibilidad moral. Si Europa quiere ser algo más que un mercado y una firma en tratados comerciales, debe levantar la voz, sancionar, actuar. Pero, hasta ahora, ha prevalecido el miedo a molestar a Washington, la prudencia como coartada para la inacción.
Entender para sobrevivir
Volviendo a Stefan Zweig, como bien advertía, hay momentos en que la historia dicta su sentencia sin apelaciones. Estamos en uno de esos momentos. Cada guerra que hoy vemos desarrollarse ante nuestros ojos no es un suceso aislado, sino una pieza de un engranaje mayor. La sección de Geopolítica de La Discrepancia quiere ser una guía en este laberinto de intereses, estrategias y silencios cómplices.
Porque entender el mundo no lo hace menos brutal, pero sí nos da la posibilidad de anticiparnos a su próxima jugada.
La gran pregunta es si queda aún voluntad política para ello. ¿Es la Unión Europea capaz de asumir su destino o seguirá encogiéndose de hombros mientras el mundo se reconfigura sin contar con ella? La historia no espera a los indecisos.
El problema para la Unión Europea es que no puede permitirse ser espectadora de esta masacre sin perder por completo su credibilidad moral. Si Europa quiere ser algo más que un mercado y una firma en tratados comerciales, debe levantar la voz, sancionar, actuar. Pero, hasta ahora, ha prevalecido el miedo a molestar a Washington, la prudencia como coartada para la inacción.
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