La irrupción en las democracias occidentales de las posiciones políticas más extremas de la derecha, auspiciadas sin rubor por el actual presidente norteamericano, está generando preocupación y nerviosismo en los ciudadanos. En democracia, de acuerdo con los valores tradicionales desde Locke y Montesquieu, cualquiera de las opciones políticas que libremente escojan los ciudadanos es legítima, como puede concluirse después de un análisis de las oportunidades formales que hayan podido tener las diversas opciones representativas, con formas diferentes de analizar la vida en sociedad.
Sin embargo, hay varios aspectos que generan desazón y que, por su novedad , aunque en Europa recuerden opciones políticas y acontecimientos de hace un centenar de años, deberían ser objeto de reflexión y con seguridad de preocupación.
El primero de ellos se refiere a el auspicio sin rubor por parte de la actual presidencia norteamericana de opciones políticas de extrema derecha en el mundo occidental, como son las ayudas y colaboraciones estrechas hacia aquellos recientes gobernantes que en los últimos años representan opciones de esta naturaleza, como Milei(Argentina), Bukele (El Salvador) Orbán (Hungría), Le Pen (Francia),Farage (Reino Unido) , Kast (Chile)…
Las ayudas se concretan en aportaciones económicas o colaboraciones estratégicas en congresos internacionales y de forma cada vez más habituales por medio de las redes sociales controladas por opciones políticas conservadoras de las grandes empresas tecnológicas.
La realización de eventos internacionales, en los que suelen participar al máximo nivel, fundamenta las bases de una Internacional, no precisamente seguidora ideológica de las clásicas del siglo XIX y XX, sino de otro tipo, que pretende extender una ideología conservadora con el apoyo confeso de las grandes multinacionales de la tecnología, cuyos líderes no tienen freno en manifestar su simpatía por estas opciones. La presencia de todos ellos casi sin excepción en la toma de posesión de Trump parece una manifestación inequívoca de este apoyo. Algunos intelectuales hablan ya abiertamente del golpe de estado de los tecno autoritarios. La transformación política de Silicon Valley en la era Trump 2.0, se afirma que consolida a quienes Evgueni Morozov denomina los “oligarcas-intelectuales”: capitalistas de riesgo que actúan como los intelectuales orgánicos del capital del siglo XXI. No solo teorizan, sino que evangelizan sobre nuevas formas de soberanía. (Francesca Bria, 2025).
La estrategia de seguridad Nacional de Estados Unidos, recientemente aprobada, insiste en este tipo de ideas cuando incluso se permite introducirse en el corazón de la Unión Europea, augurándole un incierto porvenir e incluso su desmembración o autodestrucción. Es de reseñar determinadas afirmaciones como que las naciones europeas se enfrentan a un “declive económico” que podría verse “eclipsado por la perspectiva real y más cruda de la desaparición de la civilización”.(Estrategia de seguridad nacional,2025).
La presión de la Administración de Donald Trump sobre la Unión Europea y las reglas comunitarias que deben cumplir las plataformas estadounidenses en Europa ha escalado a un nivel considerable. Washington ha impuesto sanciones a varias personalidades europeas relacionadas con la moderación de contenido en las redes sociales y la lucha contra el discurso de odio en plataformas como X, de Elon Musk, o Facebook, de Meta. El Departamento de Estado de Estados Unidos acusa a los sancionados de “censura a estadounidenses” en el extranjero. Entre los castigados está el excomisario europeo de Mercado Interior Thierry Breton, responsable en la pasada legislatura de la ley de servicios digitales. Las personas a las que apunta Washington tendrán prohibido entrar en territorio estadounidense y si están en el país puede suponer la deportación
Para las opciones tradicionales de la derecha conservadora en Europa la preocupación no es escasa. Sirva como ejemplo los resultados electorales que en España se vienen produciendo, aun en términos regionales, pero que parecen revelar una tendencia por ahora generalizada en Europa, del ascenso de la extrema derecha y la crisis de las opciones tradicionales, incluyendo los partidos conservadores de la derecha clásica.
La prolongación de la guerra en Ucrania, que entra en su cuarto año, donde no parece cercana la solución, genera también preocupación pues las decisiones adoptadas en la Unión Europea para contener a Putin se encuentran habitualmente con dificultades para lograr la unanimidad, como acaba de demostrarse. De la propuesta de utilizar los fondos financieros rusos hubo de pasarse al establecimiento de un crédito a Ucrania con fondos comunitarios.
Resultan evidentes los cambios que a nivel internacional están teniendo lugar y en la correlación de las fuerzas políticas, pues los partidos conservadores tradicionales se ven amenazados por grupos políticos más radicales, que además de posiciones excluyentes respecto a la inmigración plantean ideas frontalmente contrarias a las democracias. Tiempos convulsos en los que la posición de los Estados Unidos hoy no parece coincidir con la de sus aliados tradicionales europeos.
@fjvelazquez.bsky.social
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