Entre la postura pragmática del Estado y la posición de principios del pueblo
Las campañas de desinformación mediática continúan apuntando a cada paso que da Marruecos para fortalecer sus capacidades militares y de defensa, desde centros ya bien conocidos por todos, que perciben el ascenso de la nación marroquí como una amenaza directa, tanto en el plano militar como religioso, especialmente en la región de África Occidental y el Sahel, donde convergen los intereses de potencias internacionales y regionales.
Quien observa detenidamente el nivel de desarrollo que experimenta el Reino de Marruecos, y los avances logrados en los ámbitos tecnológico, logístico y militar, percibe claramente la transformación que vive el Ejército marroquí, gracias a una política de apertura estratégica y asociaciones avanzadas, entre las que destaca la estrecha cooperación militar con Estados Unidos, país con el que organiza anualmente las maniobras «León Africano», las más grandes de su tipo en el continente.
Este progreso ha incomodado a ciertos actores regionales que aún están atrapados en fantasías de hegemonía imperial, desmentidas por la historia. Así como Marruecos nunca se sometió al dominio otomano y fue una muralla infranqueable ante su expansión hacia el oeste, hoy vuelve a demostrar su capacidad de preservar su soberanía y su posición destacada a nivel regional e internacional.
En Turquía, donde gobierna el presidente Recep Tayyip Erdoğan con el espíritu de un «nuevo califato», apoyado por el aparato mediático y financiero de Qatar, no parece agradarles que Marruecos recupere su papel histórico en el oeste del Mediterráneo y de África. No quieren revivir el episodio de «Oued El-Leban», cuando los otomanos fueron derrotados por los marroquíes, y no aceptan que Marruecos, como siempre ha sido, siga siendo resistente a los imperios pasajeros.
Al mismo tiempo, los defensores de esta corriente ignoran deliberadamente la postura oficial de Turquía, que mantiene relaciones diplomáticas, comerciales y militares consolidadas con Israel, y hacen la vista gorda ante el hecho de que Qatar alberga la mayor base militar estadounidense en Oriente Medio (Al Udeid), mientras critican a Marruecos por su posición respecto a la normalización, olvidando que Rabat equilibra racionalmente sus principios con sus compromisos internacionales.
La postura del Estado marroquí respecto a la causa palestina ha sido clara y firme desde su independencia: apoyo a la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Este como capital, condena a todas las formas de agresión israelí, y llamado a una solución política justa e integral. Quien siga los discursos de los Reyes de Marruecos y los comunicados del Ministerio de Asuntos Exteriores constatará la firmeza de esta posición.
En la práctica, no se puede ignorar el papel crucial que desempeña la Agencia Bayt Mal Al-Quds Acharif, dependiente del Comité Al-Quds que preside Su Majestad el Rey Mohammed VI, en el apoyo a la resistencia de los habitantes de Jerusalén y la financiación de proyectos humanitarios y de desarrollo en la ciudad santa, alejándose del ruido mediático y la explotación política.
Aun así, Marruecos no puede ignorar la realidad geográfica ni sus compromisos soberanos. Como expresó con elocuencia el difunto Rey Hassan II: «No podemos olvidar Jerusalén, pero tampoco debemos olvidar Taza». La unidad territorial del Reino sigue siendo una prioridad, y Marruecos sabe que su fuerza radica en su resiliencia y en la independencia de su decisión, no en seguir consignas vacías o discursos que no consideran la complejidad del contexto actual.
Y para quien haya olvidado o desconozca la historia, le recordamos que soldados de las Fuerzas Armadas Reales Marroquíes combatieron en el frente del Golán sirio en 1973, y regaron con su sangre pura el monte Hermón, antes de ser traicionados por una retirada sorpresiva ordenada por el régimen sirio, en una escena dolorosa de traición inolvidable.
La historia también recuerda que los marroquíes participaron en la liberación de Jerusalén en tiempos de Saladino, y que tuvieron un barrio propio en la ciudad, que aún hoy lleva su nombre: el Barrio de los Marroquíes.
¿Necesita Marruecos un certificado de lealtad a Palestina?
¿Se miden las posturas por el ruido mediático o por el compromiso sobre el terreno?
En definitiva, Marruecos es hoy un Estado que actúa con sabiduría y realismo en un mundo convulso, con un pueblo que sigue fiel a sus principios firmes, encabezados por el apoyo a las causas justas, especialmente la causa palestina, sin renunciar por ello a sus derechos nacionales ni a su soberanía.
Entre la postura pragmática del Estado y la posición de principios del pueblo: Marruecos entre campañas de desinformación y las verdades de la historia
Mohammed Said Soussi
Las campañas de desinformación mediática continúan apuntando a cada paso que da Marruecos para fortalecer sus capacidades militares y de defensa, desde centros ya bien conocidos por todos, que perciben el ascenso de la nación marroquí como una amenaza directa, tanto en el plano militar como religioso, especialmente en la región de África Occidental y el Sahel, donde convergen los intereses de potencias internacionales y regionales.
Quien observa detenidamente el nivel de desarrollo que experimenta el Reino de Marruecos, y los avances logrados en los ámbitos tecnológico, logístico y militar, percibe claramente la transformación que vive el Ejército marroquí, gracias a una política de apertura estratégica y asociaciones avanzadas, entre las que destaca la estrecha cooperación militar con Estados Unidos, país con el que organiza anualmente las maniobras «León Africano», las más grandes de su tipo en el continente.
Este progreso ha incomodado a ciertos actores regionales que aún están atrapados en fantasías de hegemonía imperial, desmentidas por la historia. Así como Marruecos nunca se sometió al dominio otomano y fue una muralla infranqueable ante su expansión hacia el oeste, hoy vuelve a demostrar su capacidad de preservar su soberanía y su posición destacada a nivel regional e internacional.
En Turquía, donde gobierna el presidente Recep Tayyip Erdoğan con el espíritu de un «nuevo califato», apoyado por el aparato mediático y financiero de Qatar, no parece agradarles que Marruecos recupere su papel histórico en el oeste del Mediterráneo y de África. No quieren revivir el episodio de «Oued El-Leban», cuando los otomanos fueron derrotados por los marroquíes, y no aceptan que Marruecos, como siempre ha sido, siga siendo resistente a los imperios pasajeros.
Al mismo tiempo, los defensores de esta corriente ignoran deliberadamente la postura oficial de Turquía, que mantiene relaciones diplomáticas, comerciales y militares consolidadas con Israel, y hacen la vista gorda ante el hecho de que Qatar alberga la mayor base militar estadounidense en Oriente Medio (Al Udeid), mientras critican a Marruecos por su posición respecto a la normalización, olvidando que Rabat equilibra racionalmente sus principios con sus compromisos internacionales.
La postura del Estado marroquí respecto a la causa palestina ha sido clara y firme desde su independencia: apoyo a la creación de un Estado palestino independiente con Jerusalén Este como capital, condena a todas las formas de agresión israelí, y llamado a una solución política justa e integral. Quien siga los discursos de los Reyes de Marruecos y los comunicados del Ministerio de Asuntos Exteriores constatará la firmeza de esta posición.
En la práctica, no se puede ignorar el papel crucial que desempeña la Agencia Bayt Mal Al-Quds Acharif, dependiente del Comité Al-Quds que preside Su Majestad el Rey Mohammed VI, en el apoyo a la resistencia de los habitantes de Jerusalén y la financiación de proyectos humanitarios y de desarrollo en la ciudad santa, alejándose del ruido mediático y la explotación política.
Aun así, Marruecos no puede ignorar la realidad geográfica ni sus compromisos soberanos. Como expresó con elocuencia el difunto Rey Hassan II: «No podemos olvidar Jerusalén, pero tampoco debemos olvidar Taza». La unidad territorial del Reino sigue siendo una prioridad, y Marruecos sabe que su fuerza radica en su resiliencia y en la independencia de su decisión, no en seguir consignas vacías o discursos que no consideran la complejidad del contexto actual.
Y para quien haya olvidado o desconozca la historia, le recordamos que soldados de las Fuerzas Armadas Reales Marroquíes combatieron en el frente del Golán sirio en 1973, y regaron con su sangre pura el monte Hermón, antes de ser traicionados por una retirada sorpresiva ordenada por el régimen sirio, en una escena dolorosa de traición inolvidable.
La historia también recuerda que los marroquíes participaron en la liberación de Jerusalén en tiempos de Saladino, y que tuvieron un barrio propio en la ciudad, que aún hoy lleva su nombre: el Barrio de los Marroquíes.
¿Necesita Marruecos un certificado de lealtad a Palestina?
¿Se miden las posturas por el ruido mediático o por el compromiso sobre el terreno?
En definitiva, Marruecos es hoy un Estado que actúa con sabiduría y realismo en un mundo convulso, con un pueblo que sigue fiel a sus principios firmes, encabezados por el apoyo a las causas justas, especialmente la causa palestina, sin renunciar por ello a sus derechos nacionales ni a su soberanía.