Los reptiles y los imperios

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Por si no lo habéis notado, me encanta encontrar paralelismos entre hechos, situaciones o ideas que, aparentemente, nada tienen que ver y cuya relación parece ser inexistente. En el caso de hoy, la cosa puede parecer demasiado forzada, pero ya veréis que no es así. Lo primero que hay que recordar es la máxima de la actual economía liberal que obliga a las empresas, estados y corporaciones multinacionales a crecer, no hay alternativa a ese crecimiento que es la medida anual de todas las cosas.

Por otra parte, la zoología nos enseña que hay muchos reptiles cuya vida está ligada, también de forma ineludible, al crecimiento: cuando estos reptiles dejan de crecer, es porque han muerto o mueren porque han dejado de crecer, que para el caso de la actual comparación, nos viene mejor.

A lo largo de la historia, y sometidos a diferentes ritmos de desintegración, más acelerados conforme nos acercamos a nuestros días, lo mismo ha pasado con los imperios: cuando Adriano construyó su famoso muro, lo que estaba haciendo era construir el primer mausoleo del imperio romano. La expansión romana, su crecimiento, se había detenido anunciando el lejano final.

El S XXI ha nacido bajo el signo del dragón, símbolo de China, pero que es válido para India y Corea, verdaderos herederos imperiales de unos Estados Unidos que ya da muestras de cansancio tras un rápido despegue y un fugaz dominio de los destinos del mundo. ¿Cuál es la señal definitiva que muestra el inicio del declive? La defensa; cuando un imperio deja de expandirse, de agredir a todos aquellos a los que quiere dominar, es cuando inicia su declive pues demuestra que abandona el crecimiento.

Hoy, los EEUU se muestran con absoluta sinceridad en su esquizofrenia: por un lado quiere crecer y mantener su posición hegemónica deglutiendo a Canadá, a Groenlandia y a Panamá, pero por otro lado reconoce sus signos de debilidad estructural y se defiende mediante los aranceles. El cocodrilo se mira al espejo, comprueba que no ha crecido y quiere comer para asegurarse de que no ha llegado el final.

Hace años que estoy convencido que el futuro más próximo está ligado a la hegemonía China – el gigante dormido al que Napoleón no quería despertar – y creo que la lucha que plantea Trump está condenada a consagrar esa postura de manera rápida e indiscutible. El expansionista comercio inglés puso a China de rodillas con la guerra del opio y ahora China se va a tomar cumplida venganza recurriendo, también, al comercio; el mismo comercio al que Trump intenta maniatar en su favor y que está empujando a todos a los brazos de un país que ya era grande, culto, importante y fuerte cuando Occidente habitaba oscuras aldeas llenas de fango.

China desprecia nuestros modelos de protección social, de sindicalismo o de control sobre el negocio y va a inaugurar lo que, para los europeos, va a ser un reinado de terror absoluto en el que el ser humano importa, más o menos, una higa. Otros vendrán que bueno te harán, ya veréis que este reptil tiene hambre y crece sin problemas..

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