¿Loco? ¡Ni mucho menos!

cabaret

Hay quien trata de menospreciar al nuevo presidente de los EEUU diciendo que está loco, que no sabe lo que dice y que no debemos preocuparnos porque el sistema calmará sus ansias y yo digo que ni mucho menos, que el personaje, lejos de estar loco, sabe perfectamente lo que quiere y cómo conseguirlo.

.También hay quien dice que es un negociador nato y yo contesto que a la imposición de una coerción, basada en patadas a las gónadas, no debería denominarse negociación. En una negociación suelen respetarse ciertas normas, cierta ética y una forma de hacer las cosas que él desestima de partida para poner “sus poderes” como una amenaza completa para el interlocutor. Se podría comparar al proceso de negociación que se establece entre un mafioso de primer orden y el dueño de una tienda al que se obliga a pagar la protección que no necesita.

En cuanto a la locura, podemos repasar la forma en la que se está adueñando de la agenda internacional, siempre siguiendo sus propios intereses, confundidos con los de la nación a la que ha secuestrado.Todos tenemos en la cabeza los aranceles, la urbanización de Gaza según los patrones de La Florida, las deportaciones masivas -por lo menos no ha hablado de “soluciones finales” – la externalización de los presos para darle ingresos a Bukele, el expansionismo imperialista sobre Canadá, Groenlandia y lo que queda de Nueva España, a la que no quiere invadir, pero sí explotar hasta su último aliento vital dejándola al otro lado del muro.

La derecha alemana de los años 30 pensaba que conseguiría domesticar a los nazis, igual que ahora hay quien piensa que el aparato de la administración encauzará esas aguas bravas que bajan descontroladas: ni mucho menos. Eso ya le pasó la primera vez y ahora la bestia ha aprendido y elude las barreras y los cauces. (Os recuerdo la escena de Cabaret al respecto: https://youtu.be/orWFp71b8E8?si=GhYtRfvfHDkrJhVK )

Desde siempre, las mareas del mundo se han movido según sus propias dinámicas y, por desgracia, la marea que ahora crece y se hace fuerte, favorece el dominio de lo que Trump representa y a la que él pone cara, imagen y discurso. Detrás se mueven los hilos de los negocios, de la regresión social y el aislacionismo nacional: lo que está fuera del imperio, sólo existe para serme útil y servirme.

Trump va a ganar las próximas manos de esta partida cuyas cartas están marcadas con el oro del poder de empresas cuyo tamaño excede al de muchas naciones en el planeta, vienen años dominados por la disgregación y la parálisis de Europa, en cuyo interior anida la quinta columna de la derecha más extrema, neofascismo, nazismo o como cada cual quiera nombrarlo.

No, Trump no está loco, pero nosotros sí lo estamos si pensamos que no hará lo que quiere hacer y que no hay que ponerse en marcha para defender lo que ya se ha dado por perdido y olvidado. De nosotros depende que la próxima marea haga bajar la infección que nos invade.

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