La polarización de las audiencias fractura la esfera pública

Este artículo tendría que haberse publicado hace unos días, pero el cambio de datos por parte del CIS ha obligado a recalcular los datos.

En el anexo de mi libro sobre la evolución electoral de España [“Las razones del voto… (1977-2023)”], analicé el papel de los medios a lo largo de la ola de polarización que se inicia la década pasada y que está llegando a su clímax en la actual legislatura. Más recientemente, analicé la relación entre audiencia de medios y voto sirviéndome del estudio de Audiencia de Medios del CIS de noviembre de 2023 en un artículo titulado “Otra vez Prisa, deprisa” (La Hora Digital 1/10/2024), cuyos resultados podemos resumir de la siguiente manera:

• En contra de lo que Pedro Sánchez dijera en la campaña de 2023 sobre el “abrumador predominio de los medios conservadores”, del citado estudio se deducía que los medios alineados con el gobierno (señaladamente TVE, Prisa y La Sexta) eran mayoritarios respecto a los medios alineados con la oposición (Antena 3 y Mediaset), en una proporción de 50 a 30 —el 20% restante de las menciones estaban referidas a los canales autonómicos (recordemos que el CIS pregunta por los medios de uso más frecuente a la hora de informarse de temas políticos y electorales).
• Los medios alineados con el gobierno estaban más politizados y contribuían en mayor medida a la polarización que los medios situados al otro lado del espectro ideológico.
• La eventual concesión de un nuevo canal televisivo a Prisa apenas modificaría este panorama mediático como no sea para que este holding gane audiencia a costa de La Sexta y La 1, toda vez que la audiencia de Prisa está muy escorada ideológicamente y cada vez más alejada del votante medio, lo que hace muy difícil recuperar la zona de centroizquierda que tradicionalmente había ocupado El País.

Pues bien, el reciente estudio de Audiencias de medios realizado por el CIS el pasado mes de marzo ratifica cada una de estas conclusiones y las lleva a extremos que parecían impensables hace unos años. Me centraré en la polarización de las audiencias y, en particular, la deriva del grupo Prisa, pero antes quisiera aclarar algunas cuestiones conceptuales, empezando por la definición de opinión pública. Entiendo por opinión pública el resultado de la interacción entre las tres agendas más importantes que actúan en la esfera pública: la agenda de los medios, la agenda de los partidos y la agenda ciudadana, más conocida como agenda pública. Según que predomine una u otra de estas agendas nos podemos encontrar tres tipos de esfera pública:

• Cuando predomina la agenda de los partidos, nos encontramos con una esfera pública colonizada por la partitocracia.
• Cuando predomina la agenda mediática, nos encontramos con una esfera pública mediatizada que podemos llamar mediacracia.
• Por último, cuando predomina la agenda pública, estaríamos ante una democracia de audiencia propiamente dicha, donde los medios se ponen al servicio de las demandas ciudadanas, pero no hace falta decir que esto raramente lo encontramos en el caso español.

Lo habitual en nuestro caso es que la esfera pública oscile entre la partidocracia y la mediacracia, toda vez que tanto los partidos como los medios tienden a ignorar las demandas y las preocupaciones ciudadanas, que son regularmente suplantadas por los intereses y los objetivos estratégicos de unos y de otros. Esto es fácil de comprobar cada vez que llega un tema nuevo al debate público, tal como ha ocurrido recientemente con la inmigración. Lejos de hacer un diagnóstico serio y averiguar qué piensa la ciudadanía del tema en cuestión, tanto los medios como los partidos se lanzan rápidamente a una campaña de culpabilización mutua que, lejos de resolver el problema, lo convierte en un arma arrojadiza. Cualquier cosa antes que escuchar a los que conviven diariamente con el problema, no vaya a ser que se salten los códigos discursivos establecidos y pongan en cuestión el argumentario de cada uno de los polos ideológicos en liza.

          Con estas premisas, paso a presentar los datos. Conviene advertir, en primer lugar, que entre los dos estudios que tomo como referencia ha pasado tan solo año y medio, y que, en cualquier caso, ambos son anteriores a los escándalos de corrupción que nos han asaltado recientemente. Pese al poco tiempo transcurrido entre ambos, la evolución es espectacular:

• Por lo pronto, el votante medio se desplazó dos décimas a la derecha (del 4,9 al 5,1, rebasando la frontera del 5, que separa convencionalmente los dos lados del espectro ideológico), desplazamiento que, en circunstancias normales, tardaría al menos una legislatura en producirse.
• Pese a este desplazamiento del centro de gravedad electoral, los partidos de izquierda se han desplazado en sentido inverso, lo que los aleja cada vez más del votante medio. Esto se debe a que el PSOE sigue perdiendo votantes moderados que compensa con entradas de los partidos a su izquierda (Sumar-Podemos).
• Esto explica, a su vez, que la audiencia de Prisa esté cada vez más escorada a la izquierda respecto al votante medio: la distancia que en 2023 era de nueve décimas en marzo pasado era ya superior a un punto porcentual (1,3).
• Puesto que el lado derecho del espectro ideológico está también dominado por esta dinámica polarizadora, nos encontramos con que la distancia ideológica entre los polos ideológicos es cada vez mayor, de tal manera que, así como en 2023 la distancia entre el medio más escorado a la derecha (Antena 3) y el más escorado a la izquierda (La Sexta) era de 2,4 puntos, en 2025 la distancia entre Antena 3 y los medios de Prisa (que son ahora los más escorados a la izquierda) alcanza los 2,7 puntos de la escala.   
• En consecuencia, la asociación entre audiencias y voto es cada vez más fuerte: de hecho, todos los índices que aparecen en ambas tablas aumentan sin excepción (al tiempo que los índices por debajo de la unidad disminuyen, lo que indica que el rechazo de los votantes a los medios ubicados al otro lado del espectro ideológico aumenta en paralelo).

Efecto de las audiencias sobre el voto 2023

Efecto de las audiencias sobre la intención de voto 2025

***Significativo al 99%

A modo de conclusión, podemos decir que así como la distancia ideológica entre los votantes de los principales partidos sigue creciendo (en las tablas podemos observar que la distancia entre los votantes socialistas y populares ha crecido cuatro décimas en año y medio, llegando hasta los 3,8 puntos), dato previsible en el contexto de la dinámica de polarización en curso, lo característico de la situación actual es que la brecha afecta igualmente a las principales audiencias, con lo que ambas brechas crecen en paralelo, estableciendo una fractura de la esfera pública sin precedentes. Así las cosas, no se trata solo de que las posibilidades de entendimiento entre los principales partidos sean nulas, cosa que dábamos por supuesta, sino que nos estamos acercando al punto en que el “muro” que separa y enfrenta a la clase política se consolida en la esfera pública y amenaza con trasladarse a la sociedad civil.   

Nota metodológica: un índice de valor 2 puede interpretarse como que la probabilidad de que un televidente vote al partido respectivo se duplica. Así, por ejemplo, en la columna del PP podemos observar que la probabilidad de que un televidente de Antena 3 votase al PP se duplicaba en 2023 respecto a la categoría de referencia: Mediaset/Otras. Pues bien, año y medio más tarde dicha probabilidad se triplica, lo que quiere decir que la asociación entre audiencia y voto es cada vez más fuerte. Los datos están controlados por ideología, sexo, edad, religiosidad, estudios, ingresos y clase social. Las filas y columnas sombreadas son categorías de referencia.

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