La Institución Libre de Enseñanza (ILE) y las misiones pedagógicas

Ricardo Rubio, Francisco Giner de los Ríos y Manuel B. Cossío

Por Decreto de 29 de noviembre de mayo de 1931 se crea el Patronato de Misiones Pedagógicas, para luchar contra una tasa de analfabetismo que alcanza al 44 % de la población española, agudizado en el ámbito rural, debido al retraso de la reforma educativa en España en comparación con los países europeos.

Se trata de » difundir la cultura general, una  moderna práctica docente y la educación ciudadana en las aldeas, villas y lugares, con especial atención a la población rural»

El día 27 de diciembre de 1931 se realiza la primera de estas Misiones en la localidad segoviana de Ayllón.

Las Misiones Pedagógicas tienen como precedente el Real Decreto de 20 de diciembre de 1907 que crea las Juntas Provinciales de Instrucción Pública, para apoyar el fomento de la creación de museos escolares y bibliotecas, así como las colonias de vacaciones.

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Las Misiones Pedagógicas son un proyecto del Ministerio de Instrucción Pública que se inicia efectivamente en 1931, en colaboración con la Institución Libre de Enseñanza.

Manuel Bartolomé Cossío reunió para dicho proyecto de carácter interdisciplinar a maestros, profesores, artistas y jóvenes intelectuales como: María Zambrano, Alejandro Casona, Luis Cernuda, Ramón Gaya, Eduardo Martín Torner, María Moliner, Maruja Mallo y Carmen Conde, entre otros.

Entre 1931 y 1936 la labor de difusión de la educación y la cultura llegó a cerca de 7.000 pueblos y aldeas, a través de 196 Misiones, con la participación de más de 600 colaboradores. Se repartieron 5.522 bibliotecas que en conjunto sumaban 600.000 libros, hubo 286 actuaciones teatrales del Teatro del Pueblo y se llevaron a cabo exposiciones de pinturas del Museo del Prado  en 179 localidades.  «Somos una escuela ambulante, que quiere ir de pueblo en pueblo» decía Bartolomé Cossío en diciembre de 1931.

Las Misiones no tenían una duración fija, podían oscilar entre uno y quince días. Una vez terminada la visita, se entregaba al maestro del pueblo una pequeña biblioteca para la escuela, destinada también para el conjunto de la población, para elevar su nivel cultural y el interés por la lectura y, a veces, un gramófono con un pequeño lote de discos de música regional o clásica. Los Inspectores de Educación en sus visitas a las escuelas debían informar sobre el estado de las bibliotecas y el maestro debía elaborar un informe anual del movimiento de la biblioteca y citar los libros prestados.

Las bibliotecas se instalaron en localidades menores de 5.000 habitantes donde residía más del 40% de la población española y preferentemente en aldeas de 50, 100 y 200 personas. Cada biblioteca recibía una caja que contenía 100 volúmenes que se repartían entre lecturas para adultos y lecturas para niños. La acogida de las bibliotecas tuvo un éxito extraordinario: 269.325 usuarios entre 1931 y 1933.

Al éxito de las misiones Pedagógicas contribuyeron de forma definitiva los maestros de la Segunda República, que constituyen un cuerpo histórico entre 1931 y 1936. La expansión de su tarea difundiendo los valores republicanos, con el diseño pedagógico del Inspector de Educación Lorenzo Luzuriaga, fue impulsada por el Consejo de Instrucción Pública que trataba de implantar una educación laica, mixta y gratuita.

En abril de 1931, el recién estrenado Gobierno de la República se planteó como objetivo prioritario la creación de 27.000 escuelas, que, aunque sólo se cumplió en parte, llegó hasta 16.000. Esta iniciativa estuvo acompañada del Plan Profesional de Magisterio del Ministro Marcelino Domingo, orientado a la formación de los maestros y a la mejora de su estatus profesional, compuesto por tres años de teoría académica y un cuarto año de prácticas docentes remuneradas y equiparado a titulación universitaria, lo que permitió una mejora del sueldo, que era menor que el de un obrero industrial, al correspondiente a los títulos superiores, que se concretó en un aumento de 4.000 pesetas anuales, lo que era una subida salarial extraordinaria parala época.

Las elecciones de 1933 y la victoria de la CEDA

Pero las elecciones de 1933, con participación masiva de las mujeres, una vez reconocido su derecho al voto, vino a truncar esta trayectoria y supusieron una quiebra para la línea pedagógica impulsada hasta entonces, al ganarlas la CEDA de Gil Robles, más proclive a la enseñanza tradicional de los valores católicos.

La victoria de la sublevación franquista, acabó definitivamente con el proyecto educativo de aquellos maestros republicanos, que fueron represaliados y depurados de forma especialmente dura entre 1940 y 1945. En total, según los investigadores, entre un 25% y un 30% de los maestros y maestras de 1931 a 1936. Muchos de ellos se exiliaron y al exilio de las maestras dedicó Josefina Aldecoa su inolvidable libro » Historia de una maestra». Entre dichas maestras se encuentran: María Zambrano, Elena Soriano, Rosa Sensat, Julia Vigre, Jimena Menéndez-Pidal, gloria Giner de los Ríos y Carmen Conde, entre otras.

La Institución Libre de Enseñanza (ILE)

La Institución Libre de Enseñanza, inspirada en la filosofía krausista, se desarrolló durante más de medio siglo (1876/1939) y tuvo gran influencia en la vida intelectual española.

Se constituye en 1876 por iniciativa de un grupo de catedráticos de universidad, separados de la Universidad Central de Madrid por defender la libertad de cátedra, suprimida en 1875, por el llamado «Decreto Orovio», como Francisco Giner de los Ríos, Gumersindo de Azcárate y Nicolás Salmerón. Luego seguidos por Joaquín Costa, Leopoldo Alas «Clarín»,  José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Jiménez-Pidal, Antonio Machado, Joaquín Sorolla y  Santiago Ramón y Cajal, entre otros.

Asociados a la Institución Libre de Enseñanza se crearon el Centro de Estudios Históricos dirigido por Ramón Jiménez-Pidal, la Residencia de Estudiantes creada en 1910 y dirigida por Alberto Fernández Fraud y la Junta para la Ampliación de Estudios, creada en 1907 y  organizada porJosé Castillejo.

En 1978 se recuperaron los bienes incautados por el Régimen de Franco, siendo gestionados en la actualidad por la Fundación Giner de los Ríos.

Entre las mujeres vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza cabe destacar: Amparo Cebrián, María Goyri, María de Maeztu, María Moliner, Laura de los Ríos, Carmen Zulueta, María Sánchez Arbós, entre muchas otras.

Principios de la ILE

Entre los más importantes reseñamos los siguientes:

  • Educar el carácter, además de instruir en conocimientos.
  • El desarrollo del cuerpo ha ir paralelo al desarrollo del espíritu, siguiendo la máxima «mens sana in corpore sano» y, en consecuencia, defendiendo el papel fundamental del deporte. Lo que significa cuidar la salud, la higiene, el decoro, el vigor físico, la buena educación, la tolerancia, la conciencia del deber, la honradez y la lealtad.
  • Una metodología activa de enseñanza que trate no sólo de enseñar cosas, sino también de «enseñar a hacerlas», dando gran importancia al laboratorio,  la creación literaria y artística. Fomentando la educación práctica, más allá de los libros de texto, con viajesy  excursiones, que despierten la curiosidad el niño para motivar su aprendizaje.
  • Una evaluación continua  del progreso del alumnado, más allá de la calificación por los exámenes.
  • Educación en los valores de la paz, el respeto y en la conducta ética.
  • Tratar de formar personas responsables, democráticas y libres, capaces de pensar y decidir por sí mismas.
  • Una educación personalizada, adecuada a la características de cada alumno y alumna.
  • Defensa de la autonomía universitaria, en consonancia con la libertad de cátedra, sin tutelas dogmáticas ni corporativismo académico.

Este modelo pedagógico fue seguido por colegios privados como: El Colegio Estudio fundado en 1940 por Jimena Menéndez-Pidal, Ángeles Gasset y Carmen García del Diestro, los colegiosBase, Estilo, Madrid y Liceo Europeo y en Galicia, el Colegio Fingoy de Lugo, fundado en 1950 por el empresario y filántropo Antonio Fernández López.

El Instituto-Escuela

Como anticipo de los que sería la Institución Libre de Enseñanza se creó en 1918 el Instituto-Escuela en el primer Gobierno de «concentración nacional» con Alfonso XIII. La misión del  mismo fue modernizar los contenidos y métodos pedagógicos de la Educación Secundaria, a partir de un plan de estudios propio, aprobado por la Junta de Ampliación de Estudios, que pusiera en práctica las metodologías más avanzadas, tendiendo a erradicar la clase magistral  y el aprendizaje puramente memorístico, prestando gran importancia a las ciencias experimentales, las lenguas vivas, la formación física y la estética.

Así como fomentando el diálogo continuo entre alumnado y profesorado, propiciando los debates en clase, impulsando el razonamiento como base del conocimiento como base del conocimiento, la experimentación en el laboratorio, las visitas a los museos, las excursiones al campo para conocer la naturaleza y el uso de las bibliotecas.

Tuvo entre sus profesores al filólogo Samuel Gili Gaya, al físico José Estalella, al botánico Luis Crespi, al matemático José Antonio Sánchez Pérez, al geógrafo Juan Dantín Cereceda y al historiador Francisco Barnés, a la química María Teresa Toral y al historiador de Arte, Enrique Lafuente Ferrari.

Mucho alumnado del Instituto-Escuela era de familias ilustradas, que simpatizaban con las novedades educativas de la Institución.  La mentalidad avanzada de dichas familias explica que entre los estudiantes hubiera similar número de chicos y chicas, cuando en Madrid el alumnado de secundaria no llegaba al 20 % de chicas.

Los principios de la ILE en las leyes socialistas de la Constitución de 1978

Tanto la LODE como la LOGSE, actualizada por la LOE y la LOMLOE, en cuya elaboración he participado desde el Gabinete del Secretario de Estado de Educación,  recuperan los principios fundamentales de la Institución Libre de Enseñanza, entre otros, los siguientes:

  • La Libertad de Cátedra.
  • El derecho de los padres, madres y tutores legales a participar en el proceso de enseñanza y de funcionamiento del centro educativo, a través del Consejo Escolar. 
  • La Educación en Valores democráticos.
  • La equidad, para evitar cualquier discriminación por razón de sexo, religión, opinión, nacimiento, origen social o racial, discapacidad, enfermedad o cualquier otra circunstancia.
  • La formación para la paz, el respeto a los Derechos Humanos, la cooperación y  la solidaridad entre los pueblos.
  • La evaluación continua del proceso de enseñanza-apredizaje, más allá de los exámenes orales o escritos.
  • La educación personalizada de acuerdo a las características de cada alumno y alumna.

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Algunas preguntas sobre las universidades en el siglo XXI

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