Empecé a hacer estimaciones electorales en 1994, trabajando en el Departamento Electoral y de Comunicación del PSOE bajo las órdenes de Julián Santamaría, que previamente había sido presidente del CIS en los años ochenta. La primera tarea fue convencerle de que el método de predicción que se había impuesto en los ochenta, cuando los antiguos votantes de la UCD se sentían avergonzados de votar a Manuel Fraga y ocultaban su voto, ya no tenía sentido en los noventa. ¿No era más probable que ocurriese al revés y que fuesen entonces los votantes socialistas los que se sintiesen avergonzados por la proliferación de casos de corrupción en el PSOE? Tras un largo debate, conseguí convencer a Santamaría y así nos salvamos del batacazo de las empresas encuestadoras en las elecciones generales de 1996, que anunciaron diferencias a favor del PP de más de seis puntos porcentuales que el día de las elecciones se quedaron en una victoria por un punto, muy cerca de lo que nosotros habíamos pronosticado.
Lo primero que hay que tener en cuenta a la hora de hacer estimaciones es que, fuera de periodo electoral, los sondeos sirven de poco. Es como preguntar a un consumidor qué coche prefiere cuando en realidad no tiene ninguna intención de comprarlo. Esto explica la formación de burbujas demoscópicas cada vez que un partido nuevo se pone de moda, tal como ocurrió en su día con Podemos y Cs. Al principio, mucha gente se apunta a votarlo, pero el día de las elecciones esa misma gente se lo piensa mejor y las expectativas se desinflan. Supongo que no hace falta decir que ahora las burbujas han cambiado de bando, pero el día de las elecciones (cuando las haya) la burbuja de Vox también estará sometida al correspondiente coeficiente de corrección. Otra cosa es que ahora algunos utilicen la burbuja para asustar y movilizar a la izquierda.
Esta primera observación plantea una pregunta interesante: ¿cómo conseguir que un partido gane en los sondeos cuando no hay elecciones? Muy sencillo: cambiando la agenda mediática e introduciendo en ella temas que se apartan de lo que los votantes consideran “problemas de España” (la agenda pública). Basta con introducir en el debate público los temas más favorables al partido en cuestión para que los votantes se inclinen por él. Pues cuando los votantes acuden a las urnas toman decisiones pensando en los problemas que ellos consideran verdaderamente importantes, en tanto que cuando contestan a un sondeo lo hacen influidos por la batalla mediática que se libra en cada momento. En consecuencia, si no hay elecciones a la vista, el valor predictor de los sondeos es relativo, toda vez que se convierten en la caja de resonancia de la batalla mediática.
La segunda cuestión a tener en cuenta son los sesgos de las encuestas. Ahora mismo, los sondeos más afectados por este problema son los del CIS, que sufre un sesgo de autoselección. Muy resumido, el problema consiste en que cuando el CIS pide colaboración para cumplimentar un cuestionario, los votantes de derecha y, en particular, los de Vox rechazan la entrevista en mayor medida que los votantes de izquierda (su tasa de respuesta es menor), lo que provoca que estos últimos salgan sobrerrepresentados. En principio, hay una forma muy sencilla de resolver este problema, que sería establecer cuotas por recuerdo de voto (tomando como referencia las elecciones generales de 2023) de la misma manera que se establecen por sexo, edad o Comunidad Autónoma, pero no parece que el CIS quiera resolverlo, por cuanto refuerza el sesgo ideológico característico de sus estimaciones.
A continuación, voy a presentar un sencillo procedimiento de estimación a partir de los barómetros del CIS en dos pasos, con el fin de obtener estimaciones que, como se verá, están en línea con las que se pueden obtener mediante el cálculo del promedio de las encuestas publicadas (del que quedan excluidas las del CIS). El primer paso es la ponderación por recuerdo de voto en las elecciones generales de 2023, con lo que resolvemos el problema mencionado anteriormente (la sobrerrepresentación de los votantes de izquierda). Una vez hecho esto, nos queda todavía un segundo problema, que es la sobrerrepresentación de los que dicen que van a votar (las encuestas tienden a sobreestimar la participación y a subestimar la abstención, como consecuencia de que votar tiene una carga normativa favorable), problema que resolveremos en un segundo paso mediante la selección de aquellos casos que afirman que van a votar con total seguridad, lo que nos acerca a la tasa de participación real en unas elecciones.
Voy a hacer un análisis conjunto de los barómetros de diciembre de 2024 y enero 2025 del CIS (un solo fichero con 8.600 entrevistas), para ejemplificar los dos pasos de la estimación, comenzando por mostrar el sesgo relativo al recuerdo de voto. La siguiente tabla nos permite comparar el recuerdo de voto recogido por los barómetros del CIS y los resultados oficiales registrados en julio de 2023, a fin de mostrar en qué medida los votantes de izquierda están sobrerrepresentados en las encuestas del CIS.
Recuerdo de voto 2023 y resultados oficiales
CIS | Resultados | ||
Vox | 7,4% | 8,5% | |
PP | 19,6% | 22,7% | |
PSOE | 25,6% | 21,7% | |
Sumar | 9,0% | 8,4% | |
Otros | 7,8% | 7,2% | |
Abst. | 30,6% | 31,5% | |
Total | 100,0% | 100,0% |
Fuente: Barómetros de diciembre 2024 y enero 2025 (N=8600)
Tal como se observa en la tabla, mientras los votantes de derecha (PP-VOX) están infrarrepresentados en 4 puntos porcentuales, los de izquierda (PSOE-Sumar) están sobrerrepresentados en 4,5, lo que recomienda ponderar por recuerdo de voto con el fin de ajustar la muestra a los resultados realmente registrados y evitar así el sesgo muestral a favor de la izquierda.
En la tabla siguiente, podemos comparar la intención de voto obtenida por el CIS y la que se obtiene una vez ponderada la muestra para evitar el sesgo de sobrerrepresentación a favor de la izquierda. Como se puede observar, el resultado de equilibrar la muestra invierte los resultados obtenidos por el CIS, de manera que la ventaja que el CIS obtiene del PSOE sobre el PP se convierte en una ventaja a favor del PP de parecida magnitud. Asimismo, la ventaja de un punto de Vox sobre el tándem Sumar-Podemos se duplica. En suma, la ventaja de un punto a favor del bloque de izquierdas que obtiene el CIS se convierte en una ventaja del bloque PP-Vox de cinco puntos.
Con el fin de facilitar el segundo paso de la estimación, vamos a convertir el voto sobre censo en voto válido, tal como aparece en la tercera columna de la tabla, el cual se obtiene a partir de la segunda columna. En este punto, vamos a seleccionar los entrevistados que dicen que irían a votar con total seguridad, lo que nos acerca a la tasa de participación real, que en este caso sería del 66%. Tras esta operación, vemos que hay dos opciones que perderían un punto porcentual cada una de ellas (Vox y Otros), en beneficio de las restantes, que mejoran en unas décimas su participación en el voto efectivo.
Intención de voto CIS, ponderación y selección de casos
CIS | Ponderación | Voto válido | Selección de casos | |||||
Vox | 8,2% | 9,1% | 14,2 | 13,3 | ||||
PP | 18,9% | 21,2% | 33,1 | 33,6 | ||||
PSOE | 21,0% | 18,4% | 28,6 | 28,9 | ||||
Sumar | 4,2% | 3,9% | 6,1 | 6,6 | ||||
Podemos | 2,9% | 2,7% | 4,2 | 4,6 | ||||
SALF | 1,8% | 1,9% | 2,9 | 2,9 | ||||
Otros | 7,5% | 7,0% | 11,0 | 10,1 | ||||
Abst. | 35,6% | 35,7% | ||||||
Total | 100,0% | 100,0% | 100,0% | 100,0% |
Fuente: Barómetros de diciembre 2024 y enero 2025 (N=8600)
Si comparamos el resultado final obtenido por este sencillo procedimiento con el que ofrecían las webs que calculan los promedios de las encuestas publicadas en el mes de enero (electocracia.com, por ejemplo), podemos comprobar que se trata de estimaciones muy parecidas.