El honor de ser Guardia Civil

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Con la cercanía de las vacaciones de Semana Santa, se despiertan reflexiones sobre la seguridad y la fragilidad que puede envolver nuestras rutinas. Mientras dejamos atrás la cotidianidad para entregarnos a merecidos respiros, surgen inquietudes: la vulnerabilidad de una casa vacía, los riesgos en la carretera, los imprevistos en el ocio e incluso las emergencias de salud. En medio de este entramado de desafíos, se alza la silenciosa y constante presencia de la Guardia Civil, esa institución que vela día y noche –frío, lluvia o calor– por nuestra tranquilidad, aun cuando muchas veces no somos conscientes de su incansable labor.

Es en este contexto que la Hermandad de Guardias Civiles Honorarios da un paso firme hacia el reconocimiento público de sus aportes. El presidente de dicha Hermandad, el teniente general retirado del Ejército del Aire y ex director general de la Guardia Civil, Carlos Gómez Arruche, ha presentado con solemne convicción un ambicioso proyecto: la erupción de un monumento en un lugar emblemático. Esta iniciativa busca consagrar de manera permanente el esfuerzo y la entrega que desde 1844 han caracterizado a los guardias civiles, rindiendo homenaje a la labor benefactora que, en ocasiones invisible, sostiene la columna de nuestra seguridad diaria.

A pocos días de celebrarse el 25º aniversario de la creación de la figura del Guardia Civil Honorario –establecida para reconocer a aquellos ciudadanos o entidades que, de forma desinteresada, han brindado su apoyo al Cuerpo–, la propuesta se perfila como un testimonio tangible y duradero de gratitud. El monumento no solo aspira a ocupar un lugar de máxima visibilidad, sino a convertirse en escenario de actos conmemorativos y de contemplación, donde la ciudadanía pueda detenerse y recordar el valor inherente a cada acción de protección y servicio.

Bajo la dirección artística del renombrado pintor realista y academicista Augusto Ferrer-Dalmau Nieto, cuyas obras de historia y batallas han sido merecedoras de altas distinciones –entre ellas la Gran Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil–, y con la ejecución escultórica en manos del doctor en Bellas Artes Óscar Alvariño Belinchón, profesor titular de la UCM, el monumento se proyecta como una obra que conjuga el arte y la memoria. La Fundación Guardia Civil asumirá la gestión de los fondos recaudados para este proyecto, confiando en la solidaridad de los ciudadanos, quienes podrán colaborar mediante donaciones a la cuenta ES14 2100 1642 8402 0022 8906, señalando en el concepto “Monumento GC”. Este esfuerzo, además, permitirá aplicar la deducción fiscal correspondiente (35%), facilitando que cada aportación se refleje en la declaración del siguiente ejercicio fiscal.

En definitiva, en un tiempo en el que las vacaciones nos invitan a desconectar y a abrir los ojos ante las sutilezas del recurrente riesgo, se erige también un homenaje a esa fuerza inquebrantable que custodia nuestro diario vivir. Así, en la quietud de un monumento que fusiona la memoria con el arte, se eterniza la entrega silenciosa y constante de aquellos que, en el fragor de la rutina y la adversidad, mantienen viva la llama del resguardo y la dignidad. En cada trazo escultórico y cada pincelada de historia, se celebra la promesa de seguridad y la poesía de un compromiso que trasciende el tiempo, recordándonos que, en un mundo de incertidumbres, la vigilancia y el sacrificio se vuelven eternos faros de esperanza.

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