Venezuela y el despliegue aéreo-naval de EE. UU. en el Caribe

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INCENDIOS FORESTALES 2025

Leer para opinar con fundamento

1.- Incendios que nos retratan

2.- Incendios de sexta generación ¿Qué son?

3,- El problema principal no es el cambio climático

4.- Incendios intencionados y política inadecuada

5.– Incendios forestales y cambio climático

Venezuela atraviesa una estabilización autoritaria tras las presidenciales de julio de 2024, impugnadas por la oposición y cuestionadas por observadores internacionales. El 10 de enero de 2025, Nicolás Maduro inició su tercer mandato en medio de denuncias de fraude, represión contra opositores y un marcado aislamiento diplomático. Desde entonces, la Misión de la ONU y ONG como HRW y Amnistía Internacional han documentado detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y torturas, considerados crímenes de lesa humanidad.

En el plano geopolítico, Estados Unidos endureció su política hacia Caracas: reconoció a Edmundo González Urrutia como presidente legítimo, reimpuso sanciones y limitó licencias energéticas. Washington acusa al gobierno de Maduro de sostenerse en redes criminales (Cártel de los Soles, Tren de Aragua, alianzas con grupos armados colombianos), presentándolo como una amenaza hemisférica que combina crimen organizado y política. Al mismo tiempo, la disputa territorial con Guyana por el Esequibo y las alianzas estratégicas de Caracas con Rusia, China, Irán y Turquía amplifican la tensión internacional.

En el ámbito económico, Venezuela conserva las mayores reservas probadas de crudo del mundo, pero su producción en 2025 apenas roza los 0,9 millones de barriles diarios. La dependencia del petróleo, la minería ilegal y la inflación de tres dígitos han dejado a la población en condiciones de gran precariedad. La emergencia humanitaria persiste: más de 7,8 millones de venezolanos han abandonado el país y los servicios básicos (electricidad, agua, salud) se encuentran en estado crítico. La ayuda internacional está gravemente infra financiada.

La criminalidad organizada se ha consolidado como parte de la lógica de supervivencia del régimen. El Cártel de los Soles, colectivos armados, mega bandas como el Tren de Aragua y la presencia de ELN y disidencias de las FARC en la frontera hacen de Venezuela un nodo central de la economía ilícita regional. Paralelamente, la deforestación en el Arco Minero del Orinoco y la dependencia hidroeléctrica del país agravan la vulnerabilidad frente al cambio climático y los desastres naturales, lo que multiplica el impacto social.

En este escenario, Estados Unidos intensificó su presión militar. El 7 de agosto de 2025 elevó la recompensa por la captura de Maduro a 50 millones de dólares y poco después desplegó tres destructores de misiles en aguas cercanas a Venezuela, con submarinos, aeronaves y marines de apoyo. El gobierno venezolano respondió movilizando 4,5 millones de milicianos y reforzando su narrativa de “soberanía en peligro”. La dinámica es de acción-reacción: Washington combina sanciones, presión económica y despliegue militar, mientras Caracas utiliza la movilización popular como propaganda interna y mecanismo de disuasión.

El envío de fuerzas navales al Caribe es un arma de doble filo. Por un lado, aumenta la presión sobre Maduro y limita sus márgenes de acción; por otro, lo fortalece políticamente al victimizarlo frente a su población y reforzar la narrativa antiimperialista. A nivel regional, obliga a países vecinos como Colombia, Guyana y las islas del Caribe a posicionarse, mientras que aumenta el riesgo de incidentes accidentales en zonas sensibles como el Esequibo. Además, puede empujar nuevas olas migratorias y agravar la inestabilidad humanitaria.

En el plano internacional, Cuba y Nicaragua respaldan a Caracas, mientras que Rusia e Irán podrían ofrecer apoyo simbólico o técnico. China protesta en foros multilaterales, pero evita compromisos militares. Para Trump, en cambio, el despliegue refuerza la imagen de firmeza y reposiciona a EE. UU. en América Latina, enviando al mismo tiempo un mensaje a Moscú, Pekín y Teherán.

En síntesis, el despliegue cierra el cerco sobre Venezuela en los planos militar, económico y diplomático, pero también incrementa la polarización política, el riesgo de incidentes fortuitos y la volatilidad energética global. Venezuela queda así en el centro de una crisis de alcance regional e internacional.

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