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Observatorio de conflictos 2025

Manos que se unen en la guerra, sufrimiento y lágrimas de un pasado destruido. P. Fuentetaja.

Los equilibrios frágiles y los cisnes negros

El mundo atraviesa una transformación acelerada, marcada por las rivalidades geopolíticas, el impacto del cambio climático, la disrupción tecnológica y un orden global en crisis. Las grandes potencias, atrapadas en un pulso estratégico cada vez más agresivo, compiten por la supremacía en un escenario de incertidumbre. Estados Unidos, bajo la presidencia de Donald Trump, refuerza su doctrina de primacía unilateral, hace las paces con Rusia y continua su confrontación con China e incluso con los aliados tradicionales. La Unión Europea, en tensión interna y crisis de seguridad, lucha por mantener su cohesión, mientras el Sur Global, afectado por conflictos, crisis económicas y desastres climáticos, intenta ganar voz en una arquitectura internacional obsoleta.

La estructura geopolítica surgida tras la Segunda Guerra Mundial, basada en la hegemonía occidental y el multilateralismo institucional, está desapareciendo tras la erosión del liderazgo estadounidense, el ascenso de China y la creciente fragmentación del orden internacional. La competencia estratégica entre ambas potencias es ahora el eje central de la geopolítica contemporánea, redefiniendo alianzas y precipitando una nueva carrera armamentista. Rusia desafía el statu quo en Eurasia, mientras potencias regionales como India, Turquía e Irán expanden su influencia modelando un escenario multipolar cada vez más volátil e impredecible. Desde las guerras en Ucrania y Medio Oriente hasta la creciente inestabilidad en África, Asia y América Latina, el mundo se mantiene en un estado de ebullición constante.

El cambio climático actúa como un multiplicador de amenazas, intensificando crisis latentes y generando nuevas vulnerabilidades en regiones expuestas a desastres naturales, como el Sahel, Sudeste Asiático y el Caribe. Fenómenos extremos (sequías, huracanes y desertificación) han incrementado los desplazamientos forzados, desbordando la capacidad de absorción de los países receptores y profundizando las fracturas políticas y sociales. La criminalidad organizada transnacionalaprovecha estos desajustes, mientras que la competencia por los recursos escasos (agua, tierras cultivables) intensifica los conflictos comunitarios, avivando los enfrentamientos y el colapso de las estructuras estatales frágiles. 

En este contexto, la interconexión entre conflictos étnicos, insurgencias, terrorismo, crimen organizado y crisis ambientales alimenta un ciclo de inestabilidad global cada vez más difícil de contener. 

LAS CRISIS DISRUPTIVAS

Dentro de este panorama surgen los llamados ‘equilibrios frágiles’, característicos de Estados o regiones que aparentan estabilidad, pero cuya sustentación depende de factores altamente volátiles. Esta fragilidad los hace especialmente vulnerables a cambios abruptos que pueden derivar rápidamente en crisis. En estos contextos de debilidad institucional, el terrorismo y la criminalidad organizada tienden a expandir su influencia y consolidar su control.»

En este equilibrio precario, donde múltiples tensiones geopolíticas, económicas, ambientales y sociales convergen sin resolverse, las organizaciones multilaterales han demostrado cierta resiliencia. Sin embargo, cualquier evento inesperado puede convertirse en un “cisne negrocon consecuencias globales difíciles de anticipar.

Comprender estos procesos es crucial para diseñar estrategias que permitan prevenir o mitigar colapsos sistémicos. La cooperación internacional, el fortalecimiento de los Estados vulnerables y la inversión en resiliencia climática y social son clave para evitar nuevas crisis globales. No obstante, las grandes potencias, atrapadas en un pulso estratégico cada vez más agresivo, parecen optar por la confrontación en su lucha por la supremacía, exacerbando la incertidumbre en lugar de reducirla.

EJEMPLOS DE CISNES NEGROS

Elaboración: Pedro Fuentetaja

Un cambio inesperado en una potencia global (EE.UU., China o Rusia) podría alterar drásticamente el tablero geopolítico, como ocurrió con el colapso de la URSS en 1991. La presidencia de Donald Trump marca un giro significativo en la geopolítica mundial, con efectos en las alianzas, las instituciones internacionales y el equilibrio global. 

En el ámbito económico, la quiebra de un banco sistémico, una crisis de deuda soberana o una recesión inesperadapodrían desencadenar un efecto dominó en la economía mundial, similar a la crisis financiera de 2008.

En materia de seguridad, un atentado de gran magnitud en Occidente o un ciberataque podría redefinir las prioridades estratégicas a nivel internacional, tal como lo hicieron los atentados del 11 de septiembre de 2001. La guerra de Ucrania ha reconfigurado las relaciones de poder en Europa, ha modificado las estrategias de seguridad de la OTAN y ha generado una crisis energética. Un conflicto militar en Taiwán, el Golfo Pérsico o la península de Corea podría alterar significativamente los equilibrios de poder. De igual manera, una interrupción en el suministro de semiconductores, un ciberataque a infraestructuras estratégicas o un bloqueo en el transporte marítimo mundial podrían desencadenar una crisis de alcance global.

En el ámbito sanitario, la propagación de la gripe aviar a mamíferos, especialmente al ganado vacuno, representa un riesgo de pandemia global, dependiendo de su evolución y la capacidad de respuesta internacional, como ocurrió con la COVID-19. Los eventos climáticos extremos (sequías prolongadas, huracanes de intensidad sin precedentes o crisis energéticas) no solo podrían generar crisis alimentarias y humanitarias, sino también acelerar transformaciones geopolíticas imprevistas.

Finalmente, la irrupción de la inteligencia artificial está transformando sectores clave como el mercado laboral, la seguridad y la geopolítica, con consecuencias aún difíciles de prevenir.

El año de los desafíos globales y las nuevas esperanzas (26/01/25)

OBSERVATORIO DE CONFLICTOS

Iniciamos una nueva serie de informes bajo el título Observatorio de Conflictos, con el objetivo de analizar los principales focos de tensión geopolítica y sus implicaciones globales. En un contexto de creciente inestabilidad, resulta imprescindible examinar los factores que están configurando un mundo cada vez más fragmentado y volátil.

El último informe del Institute for Economics and Peace(2024) señala un récord histórico de 56 conflictos activos, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial. Gaza y Ucrania han sido los principales motores de este deterioro, con un saldo de 162.000 muertes en combate durante 2023. Actualmente, 92 países participan en conflictos fuera de sus fronteras, evidenciando una expansión de la inestabilidad global.

En este contexto, el panorama geopolítico de 2025 se define por la continuidad e intensificación de tendencias preexistentes, ahora exacerbadas por el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Su retorno y su estrategia no solo han acelerado dinámicas ya en marcha, sino que han profundizado las fracturas en el tablero internacional, tanto en el ámbito geopolítico como en el comercial. La incertidumbre generada por su administración se ha convertido en un factor crítico de desestabilización global.

Uno de los episodios más simbólicos y preocupantes ha sido la retirada forzada del personal de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID)el 29 de enero. Fundada en 196, gestiona una parte fundamental de la ayuda exterior no militar de EE.UU. Su desaparición ha dejado sin recursos a numerosas iniciativas en más de 130 países, afectando a millones de personas en situación de extrema vulnerabilidad lo que podría aumentar las tensiones geopolíticas, especialmente en África, Asia y América Latina.

Más allá de su impacto humanitario, la USAID ha sido una herramienta clave de la política exterior estadounidense en su competencia con potencias como Rusia y China. La estrategia de Trump, marcada por el unilateralismo y el desprecio por el multilateralismo, ha reconfigurado las relaciones internacionales en un escenario de confrontación constante. 

En sus primeros cuatro años de mandato, nunca visitó África y solo dejó una declaración lapidaria en enero de 2018: el continente estaba lleno de “países de mierda”. Su enfoque errático ha convertido la política exterior de EE.UU. en un espectáculo de intereses, definido por una avalancha incesante de órdenes ejecutivas, amenazas, acusaciones y desinformación. Este caos no solo impactará a su país y a sus antiguos aliados, sino que infligirá un gran sufrimiento a las regiones más vulnerables del planeta.

Tal como anticipó su exasesor Steve Bannon en las semanas previas a la toma de posesión, estos serían los “días de caos” (days of thunder), una predicción que se ha cumplido con creces. El escenario geopolítico actual no solo atraviesa una fase de turbulencia e incertidumbre, sino que se aproxima a un umbral de riesgo sin precedentes. Nunca antes tantas contingencias con alta probabilidad de ocurrencia y elevado impacto habían coincidido en un mismo período, situando al mundo al borde de una crisis global de proporciones inéditas.

REFERENCIAS

La pugna por el nuevo Orden Internacional. Descifrando la Guerra (2023)

Las nuevas extremas derechas en el mundo. Tirant lo Blanch (2023)

Retrato de un mundo roto. El Grand Continent (2024)

El Cisne Negro. Nassim Nicholas Taleb (2024)

Información de múltiples fuentes (HUMINT, SIGINT y OSINT)

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