Hacia los Estados Unidos de Europa

Fuente: Lluis Rabell

            La percepción es ya ampliamente compartida: vivimos una brusca aceleración de los tiempos. En medio de la sacudida provocada por el giro de la política americana, la “demanda de Europa” a que se refiere Thomas Piketty, nunca ha sido tan grande. Y esta vez viene de abajo. Manifestaciones multitudinarias en Roma, en Belgrado, en Budapest… Crece el sentimiento de que la hora es grave, de que todo cuanto representa Europa en materia de libertades, de derechos humanos, de conquistas sociales, está hoy en peligro.

            Presente en la Piazza del PopoloJaume Collboni, alcalde de Barcelona, se refería a las dos amenazas que se ciernen sobre Europa en estos momentos: la amenaza militar en el Este y la amenaza de las desigualdades sociales, empezando por el difícil acceso a una vivienda digna, en el seno de nuestras sociedades. Sobre el malestar y la desazón que tales injusticias provocan en las clases medias y trabajadoras cabalga la extrema derecha, minando la credibilidad de las instituciones democráticas y de la propia construcción europea.

            ¡Bienvenido sea el debate suscitado por la iniciativa de rearme propuesta por Ursula von der Leyen! El sentimiento de urgencia está haciendo saltar algunos pertinaces tabús sobre el gasto público, como ocurre en Alemania, donde el futuro canciller Friedrich Merz está dispuesto a modificar la constitución para dar un salto adelante en cuanto a gastos de defensa se refiere. Pero el problema no es el incremento de los presupuestos militares en sí mismo, sino a qué se dedica dicho esfuerzo, cómo se pone en funcionamiento y bajo qué estructuras operativas. Al margen de un esfuerzo mancomunado a nivel europeo y de una agregación de los recursos industriales que permitiesen practicar economías de escala y generar conocimiento aplicable a otros campos, el dispendio y la ineficiencia estarían servidos – cuando no el aumento de la dependencia respecto a los proveedores norteamericanos, en una tesitura en que se trata justamente de alcanzar la autonomía defensiva de la UE.

            En cualquier caso, el incremento del gasto en defensa no puede hacerse en detrimento de la inversión social y de la transición ecológica. Porque lo que se trata de defender es precisamente esa Europa social, cuyo desarrollo pide a gritos grandes inversiones comunitarias. Si el rigor fiscal deja de regir por cuanto se refiere al gasto militar, los presupuestos sociales no pueden tener un trato distinto. Europa es capaz – nos dice Piketty – de afrontar ambos retos al mismo tiempo. Europa debe movilizar sus ingentes ahorros. Y a la hora de luchar en favor de Ucrania, la incautación de los activos rusos en el continente deviene una medida tan insoslayable como significativa de los tiempos que se avecinan: la defensa de la democracia requerirá audaces incursiones en territorios que hasta ahora parecían vedados. Es más: será imposible defender las conquistas y el bienestar alcanzados sin ir mucho más lejos y más rápido en la unificación de Europa, en su desarrollo federal. “¡Estados Unidos de Europa!”, se escuchaba ya en Roma. Esa es, en efecto, nuestra cita con la Historia.

            La controversia se ha iniciado en las filas de una izquierda que debería saber unir sus fuerzas para liderar ese combate. El escritor italiano Antonio Scurati, autor de un monumental trabajo sobre la figura de Mussolini, escribía hace unos días en las páginas de “La Repubblica”“El pacifismo constituyó una revolución cultural. Conviene meditarlo, respetarlo, pero nunca podrá ser una plataforma política. Por todas esas razones, adquirido definitivamente el rechazo de toda guerra agresiva, nacionalista e imperialista, el inminente 80 aniversario de la liberación del nazi-fascismo debería suponer un momento crucial para que Europa recuperase su espíritu combativo y, con él, el sentido de la lucha. Aquella fue la última ocasión en la cual nosotros, europeos occidentales, fuimos guerreros. La resistencia antifascista nos recuerda por qué hemos repudiado la guerra, pero nos enseña también las razones para prepararnos, si es necesario, a librarla.”

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