Gestión pública de crisis

Consejo de seguridad nacional

La tarea de llevar el timón de los países y gestionar las crisis genera con frecuencia dificultades importantes a los gobernantes. A  veces pueden controlarse, otras veces no. De manera que todo candidato a puestos de responsabilidad en el ámbito de la Administración pública conoce que puede en ocasiones suceder un supuesto relativamente incontrolable, desconocido e inhabitual, para el que no cuenta con la suficiente preparación o previsión.

Es el caso de los fenómenos meteorológicos extraordinarios, tipo Dana o sísmicos, incluyendo tsunamis, que con el desarrollo actual de la tecnología pueden difícilmente predecirse. Pero sí que es exigible una actuación veloz y acertada de los responsables , como el del gobernador de Cádiz, Antonio Azlor, durante el tsunami consecuencia del terremoto de Lisboa del que ahora se cumplen 260 años. Este responsable político encerró dentro de las murallas a buena parte de la población a la que salvó, frente a centenares que fueron arrastrados por las olas.

El apagón de varias horas ocurrido en España y Portugal, más allá de las incomodidades y problemas generados a la ciudadanía, deja también algunas enseñanzas desde el punto de vista de las políticas públicas y de la vida democrática.

La ciudadanía tiene derecho a que los problemas relacionados con el suministro de energía eléctrica se subsanen de la forma más rápida posible, por lo que es de exigir el inmediato actuar de los organismos públicos y privados encargados del asunto.

Entre estas actuaciones están las declaraciones de emergencia o de actuación de protección civil y de las fuerzas de orden, dado que las posibilidades de suministro de información fueron escasas. La radio suplió esta necesidad de información, de manera que los ciudadanos, no acostumbrados ya en alta proporción a este medio de información, se han agolpado a la compra de transistores en numerosos puntos de España. De hecho, en el llamado kit de supervivencia de la Unión Europea se contiene una radio. Las ondas de radio, excepto en su emisión, que puede obtenerse mediante un generador, no precisan de corriente eléctrica.

La comunicación constante e inmediata es una de las primeras necesidades del ciudadano, además del funcionamiento de hospitales y servicios de emergencia. La certeza de las noticias e informaciones trasladadas por los responsables políticos es especialmente bien valorada por los ciudadanos, pero en este caso no se dispone siquiera material para comunicar y el vacío informativo siempre es susceptibles de ser ocupado por teorías diversas. (L. García, 2025).

El activismo de los gobernantes generando noticias relacionadas con reuniones y planes de actuación debe ser acompañado de certezas que expliquen los acontecimientos. Si las ruedas de prensa no terminan de explicar lo acontecido generan aún más desazón, lo que incrementa la sensación de orfandad de los ciudadanos.

Es una situación verdaderamente compleja porque se desea una explicación, pero a corto plazo los gobernantes no pueden darla porque no la conocen, en virtud de la novedad de la situación, pero son conscientes de la necesidad de analizar la realidad y, al menos, poner de manifiesto las medidas para paliar las repercusiones del suceso.

Tiempo habrá de saber las reales causas de cualquier crisis, pero mientras tanto conviene que las Administraciones Públicas adopten planes para hacer frente a las dificultades de los ciudadanos.

En este caso no se dispone siquiera material para comunicar y el vacío informativo siempre es susceptibles de ser ocupado por teorías diversas. En la era de las redes sociales, las explicaciones surgen por doquier, pero en un tema tan relevante como el de la energía debe confiarse en la experiencia científica y las enseñanzas de otros sucesos similares que, con mayor o menor repercusión, han tenido lugar en Francia, Italia o Alemania.

Otro aspecto no desdeñable de la crisis eléctrica ocurrida en España y Portugal concierne al comportamiento ciudadano, que ha sido ejemplar, solidario y carente de incidentes de relieve, a lo que han contribuido igualmente el despliegue de las fuerzas del orden que no han informado de la existencia de saqueos o incidentes similares. En algunos países, lamentablemente en otras ocasiones ha de destacarse lo contrario.

Las crisis sirven también para iniciar un nuevo camino de mejora, aprendiendo de los errores o de los escenarios no previstos, que en el siglo XXI adquieren cada vez mayor complejidad y la confusión puede generar problemas adicionales como los generados por los bulos que en el caso del apagón ibérico ponían el acento en un ataque cibernético, que fue desmentido.

La complejidad de la realidad actual del siglo XXI, tan trufada de tecnología con inteligencia artificial, impone un tipo de actuación diferente y en consecuencia un liderazgo distinto y más colectivo, es decir, “consiste en formar parte de un equipo en el que todo el mundo se sienta movido a aportar lo mejor de sí mismo. Un equipo que sea capaz de generar una inteligencia colectiva que analice escenarios con complejidad y que sea capaz de resolverlos”.(A. Gener, 2024)

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