«La Nueve» de Berlín (y el día de la victoria sobre el nazismo)

La Nueve

Muchos conservamos la memoria de las imágenes de los carros de combate con los nombres de “Teruel” o “Belchite” por las calles de París el día de la liberación, pertenecientes a La Nueve”, formada mayoritariamente republicanos españoles. Mucho menos conocido es que, ocho meses después, el 16 de abril de 1945, entraban en Berlín combatiendo en primera línea incorporados a las tropas soviéticas, varias decenas de españoles. Cierto que a diferencia de la de París no formaban una compañía netamente española ya que estaban encuadrados en distintas unidades: infantería, artillería, guerrilleros, aviación… En todas ellas había combatientes españoles. Eran también republicanos españoles, los exiliados en la Unión Soviética que, tras la invasión alemana se enrolaron en el ejército soviético. Primeramente, durante la ofensiva nazi, fueron guerrilleros actuando tras las líneas de las tropas enemigas. Después, ya en la contraofensiva, adscritos en unidades regulares. 

 La noche del 8 de mayo de 1945, Alemania firmaba la rendición, ya era día 9 en Rusia y esa es la fecha en la que se celebra allí la victoria de la Gran Guerra Patria.

Al inicio de la invasión

Durante la fase de resistencia, hubo frenazo a la acogida de españoles en el ejército por parte de las autoridades soviéticas. Pero paulatinamente, por su voluntad de combate y la experiencia adquirida en la guerra de España fueron permitiendo su incorporación.

Con los alemanes a las puertas del Kremlin, en uno de los momentos más complicados de la guerra. Un contingente formado prácticamente en su totalidad por españoles al mando de Francisco Ortega fue destinado a una unidad del NKVD −Unidades de la Seguridad del Estado. 

A finales de 1941, otros antiguos oficiales españoles y militantes comunistas fueron admitidos paulatinamente en el ejército. La mayoría fueron destinados a unidades guerrilleras. Durante meses actuaron en territorio enemigo con gran eficacia en sabotajes de infraestructuras y trenes. Uno de los más destacados, al mando de Francisco Gullón, fue el destacamento Voroshílov, formado por unos ciento veinte hombres, soviéticos y españoles. Solo sobrevivieron cuatro, dos rusos y dos españoles: Uno de ellos Gullón, pero con graves heridas que le causarían complicaciones y finalmente la muerte meses después.

Hubo un grupo numeroso de pilotos que combatieron incorporados en distintas unidades de aviación. A finales del 1941 había dieciséis ya en activo; en el siguiente año se sumaron otros treinta que habían permanecido a la espera de autorización para volar: Zarauza, Carbonell, Caldevilla…, incluso algunos de los jóvenes, como Luis Lavín, que fue herido en combate, fue aviador. Uno de los más famosos fue José Bravo. Su historial era de tal calibre que cuando Stalin fue a la conferencia de Teherán a entrevistarse con Churchill y Roosvelt, el jefe de la escuadrilla fue Bravo. 

Contraofensiva: La batalla de Berlín

Según la guerra fue cambiando de signo, los alemanes comenzaron a retroceder. A medida que los territorios soviéticos eran recuperados los guerrilleros se fueron integrando en las unidades regulares del ejército. Hubo españoles en todos los frentes de la ofensiva y desde luego en las fuerzas que cruzaron la frontera alemana hacía hacia la capital.

Cuando los primeros atacantes entraron en Berlín, atravesando los barrios en ruinas, un destacamento soviético llegó a una calle con un cartel indicativo en la fachada del primer edificio: “Stephanstrasse”. Uno de los soldados se encaramó a la ventana más accesible para arrancar un trozo de yeso blanco; con él escribió sobre el rótulo: “calle José Díaz” −nombre del secretario general del PCE−. Era el teniente de zapadores Manuel Alberdi González.

Otro teniente español: Fermí Roca, fue felicitado posteriormente porque, habiendo recibido la orden de neutralizar una compañía alemana que se había atrincherado en el metro, consciente de que la rendición era cuestión de horas se limitó a bloquearlos en los túneles. Al día siguiente llegó la rendición. Había salvado así a muchos de sus hombres y seguro que, a la mayoría de aquellos alemanes, de haber establecido combate.

También hubo pilotos españoles que participaron en esa batalla final: Juan Lario, Carlos Alfonso García, Carlos Aguirre que fue derribado, pero sobrevivió, había efectuado más de doscientos setenta vuelos. 

En la batalla de Berlín cayeron muchos españoles,  Santiago Paúl Nelken, Margarito, fue uno de ellos —hijo de Margarita Nelken, la razón de su apodo. También José Guerrero, Guerrerín, el mote se lo pusieron para distinguirlo de otro paisano de mismo apellido, muy alto y fornido, al que llamaban Guerrerón; este último si sobrevivió, no así el anterior, que cayó en el paso del río Oder. Un camarada le escribió un pequeño recuerdo aludiendo a sus orígenes murcianos y que recoge el libro “El sol sale de noche”:

Yo conozco a un soldado español 

que vino a morir a mis orillas.

Tus aguas y las mías

 recordarán su nombre 

    Entre los que cayeron en la batalla de Berlín, además de los citados están Manuel Martínez, Juan García Puertas, Manuel Nieves Fernández, Enrique Escudero. Los pilotos Antonio Peinado, Damián Macaya y Antonio Arias. Salieron vivos de aquella guerra, entre otros, Alberto Rejas Ibárruri, sobrino de Dolores Ibárruri que ganó dos condecoraciones, la segunda sería precisamente en la batalla de Berlín y que tuvo más suerte que su primo Rubén —hijo de Dolores—. También sobrevivieron Francisco Castillo Sáez de Tejada —hermano del famoso teniente José del Castillo que fue asesinado por los falangistas en los días previos a la guerra civil española— y varios pilotos, Guerasimov, de nombre real Alfonso García; Juan Lario; Carlos Aguirre Caldevilla; José María Bravo 

Cómputo de la participación de los españoles en el ejército Soviético

Está constatado documentalmente que hubo más de ochocientos españoles combatientes. Algunas fuentes, como Enrique Lister, sitúan la cifra en mil setecientos. Se calcula que murieron en combate —sin contar a los que murieron de hambre o enfermedades—, más de doscientos españoles. Curiosamente en la guerra de España cayeron también cerca de doscientos soviéticos: “Sangre por sangre”, se dijo en alguna ocasión durante alguna conmemoración del 9 de mayo.

Fueron otorgadas condecoraciones de la máxima importancia: “Héroes de la Unión Soviética”, “Orden de Lenin”, “Bandera Roja”, “Defensores de Leningrado”.

Pero, sin pretenderlo, quizás el mayor reconocimiento vino del enemigo, que publicó en territorio ocupado donde operaban los guerrilleros estos bandos: “Los ciudadanos que ayuden a los grupos españoles serán cruelmente castigados”, Alberto Fernández. Emigración republicana española−. Y otro: Se ofrecen 10.000 rublos por cada cabeza de bandido español, según recoge Jesús Hernández en “Yo fui ministro de Stalin”. 

En una entrevista que hicieron varios de los combatientes en Radio Nacional al principio de este siglo, afirmaban haber combatido para vencer al fascismo y que no hubiera más guerras y añadían con realismo: lo primero lo conseguimos, lo segundo evidentemente, no. Y añadían un deseo común “Que el futuro sea de libertad y paz”. Conviene recordarlo y tener presente que: Si quieres la paz, trabaja para la paz.

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