Frente a talibanes y negacionistas, pragmatismo y soluciones

 Más acciones correctoras y de prevención de los cambios inevitables, y menos discursos de justificativos de nuevas imposiciones verdes no pocas de ellas de dudoso efecto medioambiental,
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Vivimos tiempos donde, junto a los datos científicos, coexiste un discurso talibán climático, “salvar el planeta” seria su lema, con otro negacionista de ese cambio y de sus orígenes y consecuencias, “más petróleo y emisiones de carbono que no pasa nada” podría ser su lema y, al tiempo, desde la parte defensora de la existencia de un cambio climático, avisos sobre las consecuencias sobre los graves daños y negativas transformaciones si la temperatura supera 1,5 o 2 grados la de referencia, pero, eso sí, escasas o ninguna medida para, en lo posible, paliar esos efectos muy negativos que se darán de superarse esos umbrales y ello enmarcado en una batalla de intereses empresariales en no pocos campos alrededor de la proclamada transición ecológica entre los pro electrificación y los de libertad tecnológica.

Y en tiempos de escasez de ingresos fiscales y fuertes endeudamientos, recomendaciones de incremento de fiscalidad “medio ambiental” a toda máquina, antes se llamaban de otra forma, indirectos por supuesto, los directos y el igual tratamiento a las rentas del trabajo y del capital es cosa de trasnochados, sirvan o no para reducir las emisiones y eso sí justificados en la “salud del planeta y su salvación”, pero no de aplicación generalizada ni uniforme en los diferentes países y, eso sí, desde amplias aparentes unanimidades globales que, según se acerca la concreción de esos principios destapa las discrepancias, al tiempo de contrastarse que los límites de 1,5 o 2 grados se superarán sí o sí, es decir que ese límite ya no lo es como referencia no traspasable, pues, hágase lo que se haga y la sociedad sea capaz de asumir, que esa es otra variante del tema, el limite será superado, si no lo ha sido ya, y por tanto se darán esas consecuencias anunciadas, pero eso sí, de medidas preventivas frente a ello, poco o nada.

Y en esto, la Unión Europea, cual portadora del nuevo evangelio de “salvación del planeta” al resto de los países, se asigna el protagonismo de iluminar al mundo, incluso sacrificando a ello la toma de decisiones internas que, cada vez más, generan mayor oposición dentro de ella, sobre los que se aparenta lo de impasible el ademán que se decía en tiempos que empiezan a parecer no tan lejanos.

Porque, si no era perceptible la corriente de fondo por debajo de los aparentes consensos globales de las declaraciones sin valor jurídico, desde noviembre 24 y conformado desde enero 25, la situación ha cambiado radicalmente y ello sobre una realidad que parece ser la siguiente con datos de 2023 en cuanto al porcentaje del total mundial de emisiones.

Área% sobre global% per cápita
China3011
EE.UU.1118
India83
UE-2768
Rusia519
Brasil26
Unión Africana (45 países)62
Menos adelantados (45 países)32

donde ese 11% de los EE.UU. ha dejado de ser una prioridad su reducción e indiferente su evolución, que, con la separación de los Acuerdos de París, pasa a aplicar lo de “más madera”, y si a eso se le suma que China, pese a las declaraciones oficiales de “asumir un papel activo en la gobernanza global del medio ambiente” no está por alterar sus planes económicos y sacrificar su crecimiento y representa el 30%, India y qué decir de Rusia, no están por aplicarse políticas que pongan en cuestión el crecimiento de sus economías, con lo que cabe concluir que, incluso si la UE – 27 redujese sus emisiones al 0%, lo que con permiso de los talibanes climáticos no es viable ni social, ni económica ni medio ambientalmente, el desborde de las temperaturas es un dato, no una hipótesis, y que, guste o no, las consecuencias tan anunciadas de ello, en todo caso, se van a dar. 

Y mientras, en la Unión Europea, 6% de emisiones, se adoptan decisiones limitantes internas para resolver un problema global sobre el que más allá de discursos, declaraciones y similares, no existe consenso en cómo afrontarlo, y que sin acciones globales especialmente de los principales emisores, solo China, EE.UU., India y Rusia son el 54 % de las emisiones, no tiene solución posible y estos lo llevarán a cabo en la medida en que no perjudique la competitividad de su economía y con ello la sostenibilidad social y económica, en la Unión Europea crece la oposición a desarrollos futuros del Green Deal e, incluso, se pide revisar lo ya aprobado: agricultores y ganaderos, industria automovilística, etc. y, lo que es más importante, la opinión pública votando a los grupos políticos no muy favorables, cuando no absolutamente opuestos, al Green Deal.

Sobre el compromiso real con la descarbonización de muchas empresas y Estados, lo último de EE.UU. con la nueva presidencia de Trump es muy clarificador, ofrece dudas el hecho de que, como informaba un artículo reciente publicado en El País, sobre un informe del centro de investigación británico, InflueceMap, “solo una veintena de empresas de producción de petróleo, gas y carbón y cementeras fueron responsables en 2023 del 40,8% de las emisiones globales de CO2 del sector fósil sumando 17,5 gigatoneladas de este gas. Además, 16 de estas 20 compañías son estatales. Entre todas destacan las empresas de China, fundamentalmente públicas, que expulsaron ellas solas el 23% del conjunto de las emisiones” y en la adelantada de la lucha por la descarbonización, la Unión Europea, el reciente acuerdo sobre el Cielo Único es una declaración de los Estados miembro de renuncia a reducir un 10% de emisiones de las compañías aéreas por acciones estatales, discursos tenemos, acciones no hacemos.    

Y si eso es así, digan lo que digan los discursos, ¿qué medidas se están adoptando para paliar esos efectos que serán inevitables sin medidas compensatorias? Pues parece que pocas o ninguna, salvo reforzar la imposición “medioambiental” para alivio de Haciendas en números rojos y no escaso endeudamiento al grito de salvar el planeta y para la salud del planeta.

No es mi idea cuestionar lo que los científicos están indicando, no tengo conocimientos ni medios para poder cuestionarlo, es más estoy convencido de su certeza en ese entorno de incertidumbre que siempre tiene las previsiones de futuro, sino, al revés, aceptando que llevan razón y es evidente que con absoluta seguridad se superaran los límites de crecimiento de la temperatura sea de 1,5 o de 2 grados, lo que habrá que poner en marcha al tiempo que contener en lo social y económicamente posible, las emisiones, es desarrollar las acciones necesarias para paliar los males anunciados, y de esas acciones, nada de nada salvo más imposición medioambiental, bueno,más donde sea así, y en la Unión Europea en eso, campeones.

Pero por debajo del “Green Deal” y de los discursos oficiales no negacionistas, surge un clamor desde áreas empresariales y no solo empresariales, que recuerda que, sin sostenibilidad social y económica, no es viable ni posible la medioambiental y sobre el liderazgo medioambiental de la Unión, recuerda que el problema es global y reducir o incluso eliminar el 6% de las emisiones de la UE no resuelve el problema del calentamiento global ni del calentamiento global ni del cambio climático, pero sí puede sacar de mercado producciones europeas deslocalizando producción industrial, agrícolay turística porque, lo de exigir efectivamente condiciones espejo para producciones exteriores para su ingreso en la UE especialmente en lo medioambiental, o el denominado ajuste en frontera de Carbono, con perdón, no se lo creen ni los que lo proclaman, ni lo ha sido así en el pasado, ni lo es en el presente, ni lo va a ser al menos en el próximo futuro y con ello tampoco se contribuye a reducir el problema que se pretende resolver, pero sí a generar problemas sociales y económicos.

Y por si no se capta el mensaje de la sostenibilidad social y económica como condicionante, las protestas agrarias y el crecimiento de los grupos políticos asociados a un mayor o menor negacionismo, pueden explicar cómo ve la sociedad esa promesa de “transición justa” y cada vez que se afirma sin que “nadie quede atrás”, la visión de los ya rezagados y los que se ven como futuros rezagados crece exponencialmente.

En resumen, más acciones correctoras y de prevención de los cambios inevitables, y menos discursos de justificativos de nuevas imposiciones verdes no pocas de ellas de dudoso efecto medioambiental, pero no de los problemas de las Haciendas olvidadas de la imposición directa, y adopción de todas las medidas medioambientales posibles que no deterioren la competitividad de la economía de la Unión Europea frente al exterior poniendo en peligro la sostenibilidad social y económica sin la cual, no es posible lograr una sostenibilidad medioambiental que, o es global o no es sostenibilidad del planeta que, por cierto, no va a desaparecer como Kripton y urgen las medidas preventivas y correctoras de los efectos del cambio climático sobre las que silencio total.  

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