Ver el informe sobre el Sahara de La Discrepancia El Conflicto del Sahara Occidental: La colonización inacabada (Pedro Fuentetaja)
Hach Ahmed Bericalla (Villa Cisneros, Sáhara Español, 1957) es un político y diplomático saharaui. Exdirigente del Frente Polisario, fue representante en España, embajador en Venezuela y ministro de Cooperación de la República Árabe Saharaui Democrática. En 2017 impulsó la Iniciativa Saharaui por el Cambio, que denunciaba la falta de democracia interna en el Polisario y la crisis social en los campamentos de refugiados.
En 2020 fundó el Movimiento Saharauis por la Paz (MSP), una alternativa política que defiende una solución negociada al conflicto del Sáhara Occidental, basada en el diálogo y un régimen de autonomía con garantías internacionales. Desde entonces, ha encabezado el esfuerzo por construir una nueva vía que supere el inmovilismo del Frente Polisario y la negativa marroquí a reconocer derechos políticos saharauis plenos.
Desde LaDiscrepancia.com hablamos con el líder saharaui, días antes de la celebración, el 27 de febrero, de la III Conferencia internacional por el Diálogo y la Paz en el Sáhara Occidental, un foro donde se debatirá, desde Las Palmas de Gran Canaria, la propuesta de solución de MSP.

El Frente Polisario lleva casi 50 años liderando la causa saharaui, pero el conflicto sigue sin resolverse. ¿Cuál ha sido su mayor error?
El problema del Sáhara hoy en día es uno de los conflictos más antiguos en el mundo, ubicándose en tercer lugar en antigüedad después de Palestina y Cachemira. Los desaciertos acompañan al Polisario desde su nacimiento. Me atrevo a decir desde una visión retrospectiva que su aparición fue un accidente desafortunado en la historia del pueblo saharaui. Desde el principio, su principal objetivo no era un acuerdo con la administración colonial española, sino provocar y precipitar su retirada sin pactar el día después.
Reconozco que es complicado analizar ese período sin caer en un sesgo retrospectivo. Sin embargo, los hechos son incontrovertibles y hay suficiente documentación y testimonios que no dejan lugar a dudas. Los fundadores del Polisario, oriundos del sur de Marruecos, desconocían la realidad saharaui. Su objetivo era impedir un entendimiento de la población local con España y torpedear el proceso de descolonización con planes premeditados que incluían acciones armadas, disturbios, secuestros, etc. Con el tiempo, se descubrió una agenda oculta diseñada y ejecutada por los servicios secretos de Gadafi. El que era jefe de los servicios secretos libios para la región, Al Gashatt, que aún vive, lo ha revelado hace poco en una entrevista con una cadena de TV árabe. La cúpula del Polisario fue seducida por las ideas radicales, los petrodólares y armamento del coronel libio, para forzar una “filial” de la revolución libia en el Sahara Occidental, una zona de alta sensibilidad del hemisferio occidental bajo influencia de la OTAN en plena Guerra Fría. Fue un error de bulto que aún sufrimos sus consecuencias.
El desenlace de la guerra con Mauritania, los encuentros con el Rey Hassan II de Marruecos en Marrakech, la adopción del plan de la ONU para el alto el fuego, los criterios de identificación para la identificación del cuerpo electoral dando al traste con el referéndum son hechos y sucesos que demuestran la falta de madurez e ingenuidad de unos dirigentes torpes que nunca fueron capaces de leer correctamente las coyunturas. El último error se produjo durante la crisis de Guerguerat, en 2020, cuando se decidió unilateralmente romper el alto el fuego y reanudar las hostilidades sin estar en condiciones. La intervención de los drones marroquíes selló el fin de la guerra y obligó al Polisario a abandonar sus posiciones y replegarse hacia la frontera argelina. Cualquier futura negociación se hará, necesariamente, desde una posición de debilidad.
En síntesis, una historia interminable de errores y desaciertos con un alto precio en sangre y sufrimientos para los saharauis. Por eso se ha perdido la confianza en el viejo liderazgo del viejo movimiento.
Marruecos ha impulsado un plan de autonomía para el Sáhara. ¿En qué se diferencia la propuesta del MSP? ¿Qué garantías serían imprescindibles para que fuera aceptable para los saharauis?
La propuesta autonómica marroquí contenida en el documento presentado en abril de 2007 al Consejo de Seguridad, tan solo recoge algunas ideas generales sin entrar en detalles. El MSP considera que es una oferta que vale la pena desarrollar y ampliar como punto de partida, dotándola de algunos contenidos. De ahí la hoja de ruta elaborada y presentada por el MSP en la Conferencia de Dakar a finales de 2023. Se trata de un documento de 55 artículos que define, a grandes rasgos, lo que podría ser el marco o estatuto especial que debería regir el territorio del Sahara Occidental. Obviamente, solo es un borrador que se ajusta a los estándares universalmente reconocidos en materia de autogobierno. Se tuvo en cuenta modelos exitosos como el del Kurdistán iraquí o del País Vasco y Cataluña en España. Por supuesto, contempla vínculos de soberanía, pero también de interdependencia con el Reino de Marruecos en base a los atributos del monarca en la constitución y se proponen múltiples mecanismos de coordinación y complementariedad entre las instituciones de la nueva entidad saharaui y las del estado central, incluidos los asuntos relativos a la seguridad y la acción exterior.
En todo caso, es una propuesta básica que debe ser objeto de negociaciones y la intención no es otra que propiciar y avanzar hacia una zona de acuerdo.
Desde el punto de vista de la legalidad internacional, se prevé al final del período transitorio elecciones al parlamento saharaui y un plebiscito para que la población pueda refrendar el pacto con la presencia de observadores internacionales. Contempla igualmente una amnistía general.En cuanto a las garantías, obviamente son necesarias las de la Comunidad Internacional, pero las imprescindibles son las que puede sellar la institución monárquica.
Creemos recoger en esta fórmula el sentir de la población saharaui medio siglo después del estallido del conflicto. Dimos este paso para sumergirnos y explorar dentro de la propuesta marroquí que consideramos un logro para los saharauis y sobre todo no perder otra oportunidad, quizá la última, por culpa de la falta de voluntad política del Polisario, su enfermiza miopía para leer los contextos y la carencia de sentido común en momentos cruciales como el actual.
¿El MSP mantiene contactos con partidos políticos marroquíes o con sectores dentro de Marruecos que apoyan una solución negociada? ¿Qué nivel de interlocución tienen?
Tan solo tenemos contactos con la Unión Socialista de Fuerzas Populares. Las últimas declaraciones de su Primer Secretario, Dris Lachgar, sobre la necesidad y viabilidad de la “tercera vía” representada por el MSP son alentadoras. Es una relación que ha surgido en el seno de la Internacional Socialista al igual que con otros partidos como el PSOE, el partido RFD en Mauritania y otras fuerzas socialdemócratas de América Latina y África. Con el resto de los partidos políticos marroquíes no hay contactos hasta el momento.
En la II Conferencia del MSP en Dakar (2023) presentaron una hoja de ruta para la paz. ¿Cómo ha sido recibida por la comunidad internacional y qué avances ha habido desde entonces?
En términos generales, el impacto ha sido positivo. Es la primera vez que una organización surgida de la escisión del Polisario decide apostar por un enfoque moderado y en favor de la solución pacífica y, por consiguiente, contraria a la vía armada. Muchos políticos y observadores de otras partes consideran que nuestra propuesta es sensata, creíble y ofrece una posibilidad real para avanzar hacia un arreglo sin vencidos ni vencedores. Nos parece una oportunidad para alcanzar una solución digna y duradera si logramos blindarla con garantías solidas. La hemos enviado al Enviado Personal del Secretario General de la ONU, De Mistura, y a algunos gobiernos interesados. Creo que el formato de las negociaciones que mantienen hasta ahora los enviados de la ONU ha quedado obsoleto y ha de adaptarse a la nueva realidad y a los nuevos actores, incluida la institución de los notables saharauis si se quiere salir del estancamiento. Me preocupa sobremanera el riesgo no solo del olvido por parte de la Comunidad Internacional sino de una eventual suspensión de la operación de paz. Hay voces próximas a la administración del presidente Trump que empiezan a cuestionar las misiones de paz “costosas y de larga duración” como la del Sáhara Occidental.
En España, el gobierno ha cambiado de postura y ahora apoya el plan de autonomía marroquí. ¿Qué errores ha cometido la diplomacia española en este asunto y cuál debería ser realmente el papel de España?
Creo que la posición española no ha cambiado sustancialmente desde los primeros años. Entiendo que España, por su posición geográfica y sus intereses económicos y de seguridad, no puede sino mantener relaciones excelentes con Marruecos. Hasta hace poco, mantenía una posición de neutralidad negativa observando desde la distancia. Creo que el ánimo y la predisposición del actual gobierno han supuesto un avance, aunque puede ser proactivo impulsando iniciativas concretas en favor del acuerdo. También puede desempeñar un papel en las futuras garantías y participar en el desarrollo del territorio una vez alcanzado el arreglo. No comparto la idea que suele esgrimir el Polisario y sus amigos aquí según la cual España sigue siendo la potencia administradora del Sahara Occidental. Desde el año 1975 ha llovido mucho. Además, esa supuesta condición no encaja en los documentos de la ONU. No hay ninguna referencia en las resoluciones de la Asamblea General ni del Consejo de Seguridad. Tampoco en los informes de la Cuarta Comisión encargada de las cuestiones de descolonización. Figura el nombre del Sahara Occidental, pero a diferencia de los otros casos no se menciona el vínculo con España.
¿Cuál es la relación del MSP con los partidos políticos españoles? ¿Existe algún espacio de entendimiento o apoyo a su propuesta?
Hemos establecido comunicación con casi todos, exceptuando el PP y Vox. Con relación al problema del Sáhara, el ambiente se ha enrarecido debido a la controversia y la tensión permanente entre el gobierno y la oposición. Lo paradójico es que el Partido Popular critica al gobierno como si pudiera tener una posición diferente si llegara a gobernar. Confío en que con el tiempo no solo lo entenderá, sino que también lo apoyará, ya que no hay otro camino.
Los saharauis llevan décadas divididos entre los que viven bajo control marroquí y los que están en los campamentos de refugiados en Tinduf. ¿Cómo se imagina una posible reconciliación entre ambos grupos?
Entre los saharauis no hay divergencias de tipo religioso, cultural o étnico que puedan estorbar la reconciliación. El exilio de una parte de la población en Tinduf solo ha sido una separación física. Siempre hubo comunicación, incluso después del alto el fuego en septiembre de 1991 se incrementaron los contactos y la comunicación a través del programa de recuperación de la confianza implementado por Minurso y, por supuesto, las redes sociales. Una vez dirimido el conflicto, la única dificultad digna de mención sería, en una primera etapa, la relativa a las condiciones materiales, la disponibilidad de viviendas y puestos de trabajo para acoger a la población retornada. En la propuesta de Dakar se contempla la construcción de más de treinta mil viviendas y la creación de cincuenta mil puestos de trabajo, además de una amnistía general.
El Frente Polisario acusa al MSP de ser una organización pro-marroquí. ¿Qué responde a estas críticas y qué diferencia su proyecto de una simple adhesión a la propuesta de Rabat?
Para empezar, la diferencia entre nuestro proyecto y la mera adhesión a Marruecos es sustancial. Apostamos por un pacto basado en el respeto a la identidad y las instituciones saharauis que inaugure una etapa de convivencia ponga fin a un conflicto de medio siglo.
En cuanto a las acusaciones del Polisario, ha quedado demostrado que, por su naturaleza totalitaria, siempre ha tenido problemas para aceptar la discrepancia y más la disidencia. Es una alergia que forma parte de su ADN. Cualquier persona que se atreva a discrepar o tener una opinión diferente a la de la cúpula es etiquetada automáticamente como «traidora». Debido a diferencias internas, destacados miembros del Comité Ejecutivo y del Buró Político se les colgó el “sambenito” de la «traición» y terminaron yendo a Marruecos. En el Polisario, pasar de héroe a villano solo depende de la opinión que se tenga en relación a los dirigentes, incluyendo a los que incurren en abusos de poder o crímenes.
Lamentablemente, sin saberlo, hemos formado parte de un movimiento con una historia, comportamientos y prácticas inquisitoriales. Cientos de personas han perdido la vida en condiciones carcelarias medievales simplemente por ser sospechosas de tener opiniones críticas, no respetar el pensamiento único o no reverenciar a los dirigentes. Durante décadas, se ha vivido en un ambiente “distópico” similar a lo descrito por las novelas de Orwell.
Cuando salió a la luz esta situación y se conocieron los horrores sufridos por los supervivientes, a partir de 2019, la imagen del Polisario sufrió un deterioro significativo. Últimamente, se esfuerza por sembrar mediante un discurso tóxico el odio y divisiones en la sociedad saharaui.
La aparición del MSP en abril de 2020 abrió las puertas a un debate libre y sin límites, sacando a la luz una etapa oscura, una “leyenda negra” desconocida hasta entonces. Numerosos sobrevivientes de la cárcel de Rashid se han unido al MSP, y algunos de ellos forman parte de su dirección política.
¿Los españoles realmente entienden lo que está ocurriendo en el Sáhara Occidental? Si tuviera que explicarlo en pocas palabras a un ciudadano español, ¿qué le diría?
Los españoles son el pueblo más solidario con el que han contado los saharauis hasta el día de hoy. Hay muchos colectivos y asociaciones dedicadas a la recogida de ayudas humanitarias y recibir a los niños durante el verano. Lo agradecemos de todo corazón, pero los saharauis no pueden depender toda la vida de la caridad. Han sufrido durante medio siglo lo indecible y necesitan poner fin a este viaje a ninguna parte, vivir y disfrutar de su tierra, de sus mares, de su clima y de sus riquezas. Para facilitar el milagro, insto a los colectivos en cuestión a que no se inmiscuyan en el debate interno saharaui y que no animen las posiciones radicales del Frente Polisario. Es preciso que sus dirigentes entiendan que el camino de la guerra y los sacrificios está agotado y que el diálogo es indispensable e inaplazable para que juntos trabajemos por un objetivo realista que ponga fin a la pesadilla.
Después de la III Conferencia en Las Palmas, ¿cuáles son los próximos pasos del MSP y qué expectativas tienen en el corto plazo?
Tengo la sensación de que en este año 2025 el asunto del Sahara experimentará una evolución sin precedentes. Creo que, en estos cuatro o cinco años de existencia, el MSP se ha consolidado como una tercera vía creíble con capacidad para influir en el curso de los acontecimientos.
Acabamos de ingresar a la Internacional Socialista, lo que nos abre las puertas a relaciones con más de 130 organizaciones y partidos, muchos de los cuales están en el poder, a los que llevaremos nuestro mensaje de paz y nuestra disposición a un acuerdo «win-win» que ponga fin al ciclo del desastre y abra las puertas del futuro a nuestra gente.