Formo parte de una generación de españoles que despertamos a la política más o menos con la muerte de Franco. Poco a poco nos fuimos enterando de lo que había pasado en España mirando a través de banderas que portaban aquellos que, en los aniversarios del 20N, soñaban con la resurrección de un franquismo tan muerto como su autor.
Formo parte de una generación que creyó en los valores de una Constitución y de una actitud, sobre todo de una actitud, que nos llevaría hacia el sueño de una democracia plena y de la integración en Europa dejando atrás un pasado en blanco y negro que sabíamos terrible, injusto y sangriento, muy sangriento. Pasamos miedo y el miedo nos llegaba desde dos extremos: el ejército que no quería abandonar “la victoria” y una ETA que jamás entendió nada de lo que significaba aquella Constitución y aquella democracia recién nacida.
Esa generación ha visto la transformación de España de una forma radical y, por suerte, los que hemos viajado a otros países y hablado con otros que han visto ese cambio desde lejos y lo han sentido en sus muchas visitas, nos hemos sentido orgullosos de los elogios y la admiración que demuestran hacia lo que hemos sabido construir.
Ahora mismo, otra generación que no ha sentido el miedo, una generación que ha vivido bajo los colores de la libertad más plena y tranquila que jamás ha vivido España, se siente con derecho a criticar aquel proceso y renegar de esa democracia que, a ellos, no les satisface. Incluso se permiten lucir, ignorantes y orgullosos, símbolos franquistas reivindicando las inventadas “bondades del régimen”. Muestran, ante la verdad de la historia y de los datos, la misma empecinada ceguera de aquellos que creen que la tierra es plana: jamás dejarán que la realidad les demuestre el absurdo en el que creen con absurda obstinación.
Estas nuevas generaciones no valoran lo construido, reniegan de las libertades y prefieren el seco y tajante pragmatismo que emana del antiguo fascismo o del nuevo populismo que participa de las urnas y de las elecciones acusando al sistema de aquello que ellos desean imponer: la dictadura. Estos descerebrados se permiten el lujo de llamar “dictador” a un gobernante constitucional al que se puede derribar con una simple votación en el Congreso de los Diputados, algo bastante complicado en una dictadura.
Ahora se muestran blandos con Trump y la voladura de las reglas del comercio internacional, la amenaza de invasión a países vecinos en busca de ese viejo concepto del “espacio vital” que tantos días de sangre nos brindó y no saben ni opinan sobre lo que significa que un gobierno suspenda la legitimidad del “habeas corpus” porque piensan, siempre se piensa lo mismo, que ellos no se verán afectados por esa suspensión que afecta sólo a pobres, emigrantes y “demás gente de mal vivir”.
Libres, cómodos, egoístas e insolidarios, estos nuevos ciudadanos se dedican a destruir, con mucho éxito, todo aquello en lo que nosotros creímos y cuyos pilares, de verdad, nos hacen libres. Ellos verán.
¡¡¡Que se pare el mundo!!!
Mi amigo Curro me reconviene y reclama atención acerca de un hecho que, habiendo pasado desapercibido y ausente de presencia en los más grandes titulares de todas las primera páginas, debería haber parado rotativas, ocupado la atención y llenado las tertulias y comentarios de todas las barras de este país. Las chicas de los relevos, NUESTRAS chicas de atletismo, una vez más, han roto todos los registros y han alcanzado un éxito impensable en el Mundial de Relevos.
Tener un atleta o una atleta lista para asaltar las posiciones del pódium es muy complicado y el nivel general hace que una medalla en un campeonato internacional sea algo muy difícil de lograr, pero si esa medalla requiere no solo a uno, sino a cuatro atletas que mantengan el nivel y den la cara para pelear la victoria, entonces requiere de la conjunción de los planetas y la intervención divina.
Pues bien, nuestras chicas del equipo de relevos de 100 y 400 metros lisos han dado la campanada y han quedado segundas del mundo en 100 y campeonas del mundo en 400. Todas y cada una de ellas lo han hecho de forma magistral, pero el último relevo a cargo de Blanca Hervás en los 400 ha sido mayestático. Cuando una atleta mueve la planta que tiene Blanca con la elegancia, la fuerza y la resistencia orgánica que lo ha hecho Blanca en una prueba tan agónica como los 400, la hace merecedora del patrocinio de marcas, la devoción pública de un país entregado y ser elevada al Olimpo de la gloria.
Hace ya años que las chicas lideran el atletismo español, de largo; también han roto moldes y barreras en los campeonatos del mundo, de Europa y en los Juegos Olímpicos, de manera que sería normal que ocuparan medios de comunicación, entrevistas y todo tipo de atención social, así que humillo y acepto las críticas de mi amigo por no dedicar mi atención a tan destacado hecho.
Aceptada mi culpa, copio las url donde podáis ver ese acontecimiento y rompo la dinámica de entregas diarias para hacer un número especial, que la cosa lo merece.
Bien por ellas, muy bien
El 4×400 femenino de España, con Daniela Fra, Paula Sevilla, Eva Santidrián y Blanca Hervás, ha logrado el oro en el Mundial de relevos con récord nacional Fuente: RTVE.es https://share.google/Ft16JGqIvj0rT2C9e
El 4×100 femenino de España, formado por Esperança Cladera, Jaël Bestué, Paula Sevilla y Maribel Pérez, ha quedado segundo en los Mundiales de relevos 2025 Fuente: RTVE.es https://share.google/L9nh7sxwM2GvtoAky