¿Por qué ver El Eternauta y disfrutar de una de las mejores obras de ciencia ficción de todos los tiempos? Cuando la nieve mata y la historia arde.

el-eternauta-.png

Hay historias que no envejecen. Hay relatos que, como viejas advertencias inscritas en piedra, regresan cuando más los necesitamos. La realidad golpea con vestigios apocalípticos, y, afortunadamente, los amantes del séptimo arte conocemos mil maneras de sobrevivir ante tales circunstancias. Con esto quiero decir que es imprescindible tener un cinéfilo en nuestras vidas, ya que es la única forma de asegurarse la supervivencia… y el entretenimiento.

Pero volviendo a estas líneas: El Eternauta y su regreso en forma de serie no es casual, sino urgente. Porque la ficción, cuando es verdadera, no escapa del mundo: lo enfrenta con máscara, con traje protector y la mirada bien atenta.

En El Eternauta, lo primero que ocurre es el silencio. Una nieve luminosa empieza a caer, pero no es bella: es veneno. Toca la piel y te mata. Así comienza esta singular invasión: no con explosiones, sino con la disolución lenta de lo cotidiano. ¿No es eso lo que nos ha pasado? Pandemias, crisis, violencia climática, apagones repentinos, guerras que parecen lejanas pero resuenan en nuestros mercados y nuestras calles. La nieve de El Eternauta ya está cayendo, de alguna manera: invisible, constante, impune.

El protagonista, Juan Salvo, no es un superhombre. Es un padre, un vecino, un superviviente. En su figura no se celebra la gloria del individuo, sino la épica de lo común. Frente a un presente que nos empuja al aislamiento, al “sálvese quien pueda”, El Eternauta recuerda que nadie se salva solo. La verdadera hazaña es tender la mano, organizarse, resistir juntos. En tiempos de algoritmos que dividen, esta historia propone una rebelión: volver a confiar en el otro.

Esta obra, parte de uno de los cómics mejor escritos en la historia de la novela gráfica —imprescindible para todo amante de las viñetas—, es un espejo de la Argentina y del mundo en sus tiempos más actuales: gente cotidiana peleando contra las fuerzas que la oprimen. Militares, corporaciones, imperios… ¿Es posible que los verdaderos invasores no vengan del espacio, tal como plantea la serie, sino que ocupen trajes, escritorios, tronos invisibles? Hoy, cuando los discursos de odio se alzan de nuevo y la memoria es combatida con cinismo, El Eternauta nos obliga a recordar. A leer entre líneas. A no bajar la guardia.

La adaptación que ahora llega a la pantalla dirigida de manera muy solvente por Bruno Stagnaro Director conocido por obras como Pizza, birra, faso y Okupas, siendo una figura clave en el cine y la televisión argentino .

En sus imágenes vemos no solo la nevada, sino la ciudad entera vibrando con su historia enterrada. Sus calles vacías nos recuerdan los encierros recientes. Sus personajes son un reflejo cristalino de los rostros de quienes luchan hoy en los pueblos, en los hospitales, en las aulas. Y su atmósfera —sombría, persistente, poética— es la misma que envuelve a este siglo incierto, donde la amenaza no cae del cielo, sino que brota desde dentro.

El Eternauta no se mira: se atraviesa. Es una experiencia que nos habla desde el pasado y nos susurra al oído en el presente. Ver esta serie no es un entretenimiento ligero, a pesar de que su contexto pueda hacer pensar lo contrario: es un acto de memoria, de alerta, de belleza cargada de sentido. Porque mientras siga cayendo esta nieve —metafórica o real— necesitaremos historias que nos enseñen a caminar bajo ella, sin perder el rumbo ni el fuego.

Esta adaptación televisiva de El Eternauta no es solo una serie más en el catálogo: es un acontecimiento cultural. Basada en la mítica historieta argentina creada por Héctor Germán Oesterheld y dibujada por Francisco Solano López (así que vayan inmediatamente a la librería y háganse con esta maravilla antes, durante o después de ver esta adaptación), ¡YA ME LO AGRADECERÁN!

Durante años, múltiples intentos de adaptación fallaron. Esta versión —impulsada por Netflix con producción argentina— ha logrado reunir talento, tecnología y respeto por el material original. No estamos ante una reinterpretación hollywoodense desarraigada, sino ante una obra que nace desde lo local para hablarle al mundo.

La serie brilla en dirección de arte, diseño de sonido, efectos visuales, ambientación y un reparto sublime, con un valioso Ricardo Darín como valor seguro a la cabeza del elenco. Da enorme placer ver las múltiples decisiones estéticas al servicio de una narrativa con alma (algo tan difícil de encontrar últimamente). Y, aunque es cierto que los conocedores de la novela gráfica añoraremos esa situación íntima dada entre la viñeta y el individuo que la lee, se notan las ganas de hacerlo bien y el enorme esfuerzo que ha supuesto levantar esta mastodóntica pieza audiovisual, que no desmerece en nada frente a grandes superproducciones.

Si ver esta serie es un primer paso para acercar al público al universo literario de Héctor G. Oesterheld, será una batalla doblemente ganada. Este autor, desaparecido por la dictadura argentina en 1977, tiene una biografía que, al igual que su obra, es testimonio de compromiso, valentía y humanidad. El Eternauta no es solo ficción: es mucho más. A veces, Netflix, dentro de su huracán algorítmico, pone empeño en acercar al público historias que divulguen, entretengan e inviten a la reflexión.

Puntuación: 9 sobre 10

Te gustará si: amas las historias de extraterrestres y eres de aquellos que saben que Ricardo Darín es uno de los mejores intérpretes de nuestro tiempo.
No te gustará si: la miras con prejuicios, te resultan pesados los argentinos y no te parece delicioso el dulce de leche… lo que claramente indica que no eres de este planeta.

Lo Mejor: Su Intrínseco discurso

Lo Peor: Las Licencias que se toma alejándose en ciertos momentos del material original

Facebook
Twitter
LinkedIn
Pinterest
Leave A Reply