Alerta Roja Activada
La situación en el Caribe ha alcanzado un nivel de máxima tensión tras el ataque letal llevado a cabo por EE. UU. contra una embarcación supuestamente vinculada al Tren de Aragua, que dejó 11 fallecidos, y el posterior sobrevuelo de dos aviones venezolanos sobre un buque de guerra estadounidense.
El Pentágono ha confirmado la continuación de las operaciones militares, consolidando así una campaña sostenida que trasciende incidentes aislados. En paralelo, Venezuela ha respondido con maniobras militares y una retórica beligerante, declarando “máxima preparación ante cualquier ofensiva”, lo que incrementa aún más el riesgo de un enfrentamiento directo.
La presencia naval de EE. UU. en el Caribe se ha intensificado con el envío de destructores y un submarino nuclear. Según diversas fuentes, Trump ya ha desplegado al menos ocho buques de guerra y otros activos militares en la zona en las últimas semanas.
El refuerzo se ha completado con el despliegue de 10 cazas F-35 en Puerto Rico, lo que eleva la percepción de inminencia de un choque directo. El F-35, un caza furtivo de última generación, sería altamente eficaz en un eventual combate contra la fuerza aérea venezolana, que dispone de aviones F-16.
En respuesta, dos cazas venezolanos realizaron un vuelo “altamente provocador” cerca de buques de guerra estadounidenses, un gesto que incrementa la tensión y refuerza la dinámica de escalada militar en la región.
La retórica entre ambos países se ha intensificado en las últimas horas. Estados Unidos califica las acciones de Caracas como una “interferencia inaceptable” en sus operaciones antinarcóticos, un mensaje que busca reforzar la legitimidad de su despliegue militar en el Caribe.
Al mismo tiempo, la Casa Blanca presenta estos incidentes como una escalada dentro de la ofensiva del presidente Trump contra lo que considera una amenaza regional de narcotráfico liderada por Venezuela, vinculando directamente al gobierno de Maduro con estructuras criminales transnacionales
Venezuela considera estos movimientos como “amenazas indirectas” y ha proclamado la situación de “máxima preparación”, un estado de alerta militar y política en el que las fuerzas armadas y la milicia bolivariana entran en un nivel de disposición inmediata para el combate o la defensa.
Al mismo tiempo, surgen críticas internas en Washington sobre la legalidad del ataque, cuestionando la autoridad presidencial y su encaje en el derecho internacional.
La crisis ya no se limita al ámbito antinarcóticos, sino que amenaza con convertirse en un conflicto regional de alta intensidad.

Implicaciones estratégicas
La crisis marca una escalada militar directa entre EE. UU. y Venezuela, que pone en riesgo el deterioro de las relaciones bilaterales y regionales. La operación puede interpretarse como una validación del uso de la fuerza preventiva bajo el paraguas de la lucha antinarcóticos, abriendo un precedente peligroso en la dinamización de conflictos extraterritoriales.
Hasta el momento, la OEA, la CELAC y la ONU no han emitido pronunciamientos públicos relevantes. Sin embargo, la magnitud de los acontecimientos anticipa una posible activación diplomática de estos foros, con el riesgo de arrastrar a la región hacia posturas enfrentadas.
Impacto económico
Por ahora, no se detectan alteraciones significativas en el mercado del crudo, en las primas de seguros marítimos ni en las rutas logísticas. Asimismo, no se han registrado nuevos NOTAM o NOTMAR que restrinjan el espacio aéreo o marítimo de la región. Sin embargo, el uso repetido de la fuerza letal y la intensificación de despliegues militares en la zona elevan el nivel de alerta.
Semáforo de inteligencia: OSINT/SIGINT/HUMINT
Estado actual:ROJO
El nivel de alerta se justifica por la combinación de un ataque letal directo, él sobrevuelo provocador de aviones venezolanos, el despliegue naval intensivo de EE. UU. y una retórica cada vez más agresiva. Todo ello supera con creces el umbral de alerta máxima definida en la matriz de seguimiento.
Indicadores a vigilar
Pronunciamientos oficiales desde OEA, ONU o CELAC. Nuevos NOTAM/NOTMAR o restricciones aéreas/logísticas. Reacción de mercados de seguros o precios del petróleo. Nuevos movimientos militares o declaraciones de alto nivel. Evolución del debate legal internacional, especialmente en EE. UU., sobre la legitimidad de la operación.
