Los días que quedan

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“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”. (Píndaro) Albert Camus, El mito de Sísifo.

Esa es la excusa, aunque no hagan falta excusas. Es el mito del esfuerzo inútil. La vida, que por mucho que hagamos tiene su final escrito. Y por ello hay que afrontarlo con la Alegría necesaria y vitalista, con la imprescindible comunicación entre nosotros, con la valentía de subir la piedra una y otra vez por el sendero de la colina, quién sabe, quizás algún día se quede en la cima.

Tanto hacer, realizar, esperanzar, para volver siempre al principio. Es absurdo, pero no lo es. Hay cosas que no son fáciles de comprender y que no tienen sentido. Pero seguimos empeñados en ello. Ahí es donde surge la rebeldía, el compromiso, el cuestionamiento al menos, la filosofía, la poesía.

De poesía y planteamientos filosóficos está estructurado este montaje, Los días que quedan, de Cambaleo Teatro, cuarenta y tres años ya de trayectoria. Los vi entonces y los veo ahora. Y seguimos siendo los mismos, ellos y yo, ¡hemos subido tantas veces la piedra de Sísifo! Pero hemos cambiado, claro que sí. En algo hemos cambiado, en que somos mejores, más bellos, estamos más repletos de experiencias, quizás también somos más silenciosos, y arrojamos un perfume irresistible, el del camino andado, aunque sea de sudor, el de creer en nosotros mismos, el de sentirnos más humanos e imperfectos. Perdonen que me incluya en el bagaje cultural de Cambaleo, sigo sus pasos, hago sus movimientos, escucho sus silencios e interpreto, también, sus palabras, aunque yo no sea actor.

Ellos sí lo son, más verídicos que la ciudadanía media, Antonio Sarrió, Begoña Crespo, Julio C. García, Eva Blanco, Carlos Sarrió y Sergi Fäustino. Con sus movimientos de expresión corporal, que vemos, y sus movimientos del corazón, que intuimos. Aire fresco de Los días que quedan.

Este es el paisaje ideal de su andadura. Los escenarios, arrojar al fuego de los focos los textos y las ideas, los sentimientos y el fragor de la batalla, conquistar el mundo de la cultura sin pretenderlo.

Movimientos lentos y acariciadores y repetitivos para desagraviar la escena, para sacrificar en un día de partido, dicen, importante, en una fiesta de la sensibilidad y la energía, atenazando el peligro, pero sin cadenas, curándonos de la desidia, el costumbrismo, la rutina y lo vulgar de esta existencia anodina.

Saben, sabemos, que es como darse con cabeza contra pedernal, pero nos convertimos en algodón de desdichas, de ganas de vivir, de insuperable testimonio de nuestras vidas eclécticas.

Este es un montaje no al uso. Existencialista y arriesgado, con las formas estéticas de hace 40 años, cuando se hablaba de teatro de vanguardia, negando las formas establecidas, indagando en un lenguaje escénico de las ideas, de la corporalidad, de la palabra como conducta civilizadora, porque los dioses siempre han estado dormidos y en silencio, y tenemos que despertarlos para decirles que ya no tienen sentido sus castigos en este mundo nuestro.

FICHA ARTÍSTICA

LOS DÍAS QUE QUEDAN

Autoría, dramaturgia y dirección: Carlos Sarrió
Asistencia a la dirección artística: Antonio Sarrió
Coreografía: Sergi Fäustino
Interpretación: Antonio Sarrió, Begoña Crespo, Julio C. García, Eva Blanco, Carlos Sarrió y Sergi Fäustino
Diseño de iluminación: Carlos Sarrió y Francisco Ruiz
Diseño de escenografía, vestuario y atrezzo: Cambaleo Teatro, Pablo Almeida y Gonzalo Buznego
Otros colaboradores: Carmen Werner, David Pérez Hernando, Producciones Inconstantes, Pedro Fresneda y Teatro Ensalle

Espacio: Sala Tarambana

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