El reciente desarrollo de los estudios interdisciplinares ha abierto muchos caminos para el estudio crítico de las Ciencias Sociales, cuya tupida red de relaciones internas ha ido enriqueciendo las perspectivas de análisis. El comparatismo ha posibilitado transgredir fronteras y aglutinar distintas modalidades de comunicación artística, superando reduccionismos y estableciendo conexiones semióticas aglutinadoras. En el ámbito literario, las relaciones internas y nexos entre épocas, autores o géneros han sido determinantes para ampliar dimensiones de visión. La perspectiva comparatista entre géneros literarios de un autor, permite establecer paralelismos que indiscutiblemente esclarecen sus claves y enriquecen su análisis crítico.
Centrando la mirada en Miguel Delibes, escritor vallisoletano de amplia trayectoria, es necesario precisar que a su eminente condición de novelista y narrador de historias han de añadirse otras escrituras de no ficción, de diversa índole y variedad genérica[1]. Delibes cultivó simultáneamente y conjugó el género periodístico, escritura de no ficción, y la novela, escritura de ficción, a lo largo de toda su vida[2]. Ambos tipos de escritura entran en relación, partiendo de la base del parentesco genérico que les aproxima, como él mismo confirma:
Después de todo, ¿qué hace el periodista que redacta un suceso sino narrar? ¿Qué diferencia hay entre el diálogo de una entrevista y el que se entabla en una novela, aparte de la objetividad que debe presidir este último? ¿No traza esbozos descriptivos el periodista que ambienta un reportaje? Esto significa que considero el periodismo una escuela literaria (Delibes, 1990, p. 186-187).
Como precisión previa, es necesario considerar que el concepto de periodismo frente al de novela no puede descansar ya sobre las dicotomías clásicas: realidad/ficción o lengua estándar/lengua desviada de la estándar por su función poética. Delibes subraya el valor literario que ha de dignificar al oficio periodístico, como él mismo precisa cuando define la escritura de Umbral: “Umbral, como Ruano, sabe sacar algo de la nada, pero es que además ese algo va arropado inevitablemente de rango literario, gracia y una punta de intención. ¿Qué más puede caber en un artículo periodístico? (Delibes, 1972, p. 102)”. Por otra parte, los valores y rasgos pertinentes del género periodístico -estilo conciso y sintético- son cualidades escriturales y signo inequívoco de la novela delibiana, como sostiene su amigo Leguineche:
La pretensión de Miguel ha sido buscar al otro, tender un puente a sus conciudadanos. Para el Delibes periodista hay tres cosas fundamentales: redactar bien (…), valorar humanamente la noticia y facilitar al lector el mayor caudal de información con el menor número de palabras posible. El periodismo para Miguel es el borrador de la literatura. Sus mejores ideas como director están en las páginas de Ancha es Castilla, en Las Artes y las Letras, pero sobre todo en el Caballo de Troya (Leguineche, 1993, p. 78).
Delibes refleja el duro esfuerzo que supone simultanear ambos ejercicios escriturales en el artículo La difícil vida del escritor: “En España seguirá el escritor escribiendo un artículo por la mañana y un capítulo de novela por la tarde (Delibes, 1968, p. 29)”. En su caso, ha ejercido ambas profesiones como actividades complementarias, combinándolas y adecuándolas al ritmo que le determina su vida personal: “Periodismo y Literatura han sido en mi vida, dos actividades paralelas que se han enriquecido mutuamente (Delibes, 1990, p. 186)[3]”. Durante los años de intensa actividad en el periódico, la creación literaria se limita a relatos cortos, libros de caza o de viajes y recopilaciones varias, obras que le exigen menos concentración y única alternativa que le permite el escaso tiempo libre; en cambio, en períodos de menor dedicación al periódico, se incrementa la escritura de novelas.
Vínculos personales con El Norte de Castilla.
Su actividad periodística está estrechamente vinculada a El Norte de Castilla[4], diario vallisoletano con el que Delibes mantuvo una relación ininterrumpida, así como con todo el equipo de colaboradores, unidos todos ellos por la amistad y el compañerismo. La faceta periodística del autor ha sido estudiada con rigor por Francisco Javier Sánchez en su libro Miguel Delibes, periodista[5]. Ingresa en el diario como caricaturista[6] en 1941, con apenas veintidós años. Un poco más tarde pasa a integrar la plantilla del periódico como redactor, llegando incluso a desempeñar la función de director en los años sesenta. Comienza por hacer críticas de literatura y cine, su gran afición; ya en sus principios como articulista, el objetivo de Delibes es la comunicación con el lector, receptor a quien va dirigido el mensaje, propósito prioritario también para el novelista. En los años sesenta comienzan en España los primeros conflictos políticos y manifestaciones de disconformidad con el régimen franquista. La prensa implicada se hizo eco de las discrepancias sociales y el enfrentamiento político. El Norte de Castilla, periódico que no soslayó el compromiso, denunció ciertas actuaciones inflexibles del gobierno, como refiere Romera Castillo cuando habla del periódico vallisoletano: “Un testimonio de primerísima mano, contando con cierta irónica denuncia, sobre el modo inquisitivo con que actuaba el poder franquista para imponer sus consignas (Romera Castillo, 1992, p. 272)”. Delibes, junto a los demás integrantes de la plantilla del periódico[7], comprometidos con su tiempo y lugar, evolucionan hacia colaboraciones reivindicativas con el objetivo de dar testimonio. La complicidad de unos ideales comunes une al grupo, que pronto se manifiestan: “Si la sociedad que nos ha engendrado no nos agrada, lo que hay que hacer es trabajar para cambiarla, no huir (Delibes, 1972, p. 20)”. La sensibilidad y pensamientos de Delibes -mejorar la vida de las gentes- manifiestan su conciencia social, en la misma línea que El Norte, donde ostenta el cargo de director. Es entonces cuando tiene que afrontar la reprobación y advertencias del Ministerio de Información y Turismo, como refiere en una carta a su amigo Vergés (08/04/1963): “El Norte me agobia, ya que estoy siendo objeto de una persecución sistemática por los prohombres de la Liberación (Delibes, 2002, p. 200)”. Aunque las desavenencias acabarán por inducir a Delibes a renunciar a la dirección del periódico[8], continúa colaborando con publicaciones y artículos, reconociendo siempre su gratitud a Valladolid[9] y su deuda literaria con el ejercicio periodístico en El Norte de Castilla:
Mi tarea como redactor de un periódico provinciano, donde como se sabe es preciso hacer un poco de todo, me ayudó a soltar la pluma y, al propio tiempo, me enseñó dos cosas fundamentales que, en mi subsiguiente dedicación a la novela, habían de serme útiles: resaltar el aspecto humano de cada acontecimiento y ceñirme a una expresión sintética (…). De aquel tiempo data seguramente mi propensión a considerar el periodismo como un borrador de la literatura (Delibes, 2004, p. 160).
Al cultivar novela y periodismo a la vez, muchas veces ambos géneros se articulan entre sí, saltando a la luz cruces e intercambios. Hay recursos periodísticos que se integran en la novela a nivel estilístico o temático, además de interferencias de modelos genéricos.
Recursos periodísticos en la novela de carácter estilístico.
La huella del dibujante de caricaturas periodísticas siempre estará presente en sus novelas. La habilidad pictórica de Delibes, ejercitada en su actividad inicial en el periódico, se transmite a su arte literario; el ejercicio gráfico deja vestigios en las páginas de sus libros. La maestría plástica con que el narrador perfila el retrato de sus personajes-el gesto, la expresividad de la mirada o la sonrisa- evidencian la huella del caricaturista; los trazos certeros en la descripción de espacios, revela gran dominio de la técnica pictórica: tanto la visión panorámica del campo abierto castellano, como la perspectiva del perfil urbano -exteriores- o las imágenes minuciosas y certeras de estancias interiores. Sus descripciones no son estáticas, sino que espacios y seres humanos están dotados de movimiento y vitalidad. “Delibes retrata Castilla” o “Delibes es el pintor de Castilla” son afirmaciones que se han hecho habituales cuando se habla del escritor vallisoletano: el paisaje desolado de Las ratas, la naturaleza virgen de El disputado voto del señor Cayo o las calles y plazas de Valladolid que aparecen en El hereje, son páginas que han pasado a la historia. El novelista reconoce la importancia de la concepción plástica y del elemento visual indistintamente para la obra pictórica como para la literaria: “Yo creo que el arte es uno y la elección de un instrumento u otro obedece, por regla general, a circunstancias personales ajenas a la estética (Delibes, 2002, p. 159)”. Delibes corrobora la similitud creativa de ambas artes, cuando revela el origen y gestación de Viejas historias de Castilla la Vieja: “Mis relatos Viejas historias de Castilla la Vieja nacieron de un álbum de grabados de Jaume Plá, sobre mi tierra. Vi la historia enseguida y la monté sobre ellos (Delibes, 1972, p. 72)”. No obstante, donde la identificación del arte literario y pictórico queda más patente es en Señora de rojo sobre fondo gris, ficción autobiográfica por excelencia; el autor se hace personaje encarnándose en un pintor y desdoblándose en él, un ser novelesco con vivencias creativas similares a las propias del autor en la vida real (“los ángeles que llegan” o “Los ángeles se han ido”)[10].
Recursos periodísticos en la novela de carácter temático.
Las novelas de Delibes relatan muchas veces asuntos ya referidos en el periódico, pero en otras ocasiones son vías de escape: cuando la publicación en prensa de algunas noticias es vetada, el hábil escritor enmascara la crítica con subterfugios, intentando que pase inadvertida a los censores, pero que sea efectiva para el lector sagaz. Trata de burlar a los supervisores, novelizando la realidad; en estos casos, el hecho real se inserta con gran acierto en la ficción, incorporándose en la trama de la narración: “…cuando a mí no me dejan hablar en los periódicos, hablo en las novelas. La salida del artista estriba en cambiar de instrumento cada vez que el primero desafina a juicio de la administración (Alonso de los Ríos, 1993, p. 133)”. Una sutil muestra es La hoja roja (1959), cuyos significativos títulos que deletrea la joven cuando el anciano le enseña a leer, refieren la noticia periodística: “Para ésta (la censura), en efecto, pasó inadvertida la reticencia que esconden los titulares de los periódicos que la Desi deletrea. Son cuatro pasajes, pero suficientes, creo yo, para dar una idea de la época (Delibes-Vergés, 2002, pag.178)”. Es ya entrada la década del sesenta cuando la censura se intensifica y Delibes ha de buscar subterfugios ingeniosos para enmascarar la denuncia: Las ratas, Viejas historias de Castilla la Vieja, Cinco horas con Mario y Parábola de un náufrago, son novelas que responden a este mecanismo de rebote, ya mencionado. El espíritu combativo de Delibes le lleva a enarbolar la lucha para mejorar las condiciones del mundo rural: promueve el Plan de Tierra de Campos y la campaña a favor de elevar el precio del trigo. Al ser censurada la publicación periodística, escribe Las ratas, relato de ficción en cuyo núcleo medular hay una acusación directa al gobierno por haber desatendido el campo castellano, empobrecido por falta de ayudas y su consecuente abandono. Cinco horas con Mario y Parábola de un náufrago son un alegato contra la intransigencia y el poder despótico de la censura en esta etapa. Traslucen, en efecto, la angustia del autor, sus inseguridades y miedos a través de sus personajes. Pero, la identificación del periodista y el novelista se hace más notaria cuando traslada a sus personajes los problemas personales en el ejercicio de la profesión periodística. El narrador toma entonces el procedimiento de disolverse en el personaje y convertir la vivencia personal -experiencia real- en ficción. Delibes novela un mundo que conoce bien a través de Mario (Cinco horas con Mario) y de Eugenio (Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso). Mario, incomprendido por su esposa, representa al hombre postergado por la mediocridad social que le rodea; cuando Carmen desprecia a El Correo, periódico en el que escribe Mario, le está infravalorando a él: al hablar de “el periodicucho ese”, pone en tela de juicio su valía intelectual, menosprecio que se intensifica al compararlo con “papá, que en el ABC era toda una autoridad”, expresión repetida por esta mujer con una frecuencia significativa. También Eugenio, redactor de El Correo de Castilla, título descaradamente simbólico, sufre los avatares del periódico donde trabaja: por una parte, es relegado profesionalmente por su rectitud inquebrantable, pues se niega a entrar en el juego un poco corrupto de la política interna; por otra parte, sufre la desconfianza de Rocío, depositaria de sus confidencias y que habla a través de su hijo, un inexperto periodista que se erige en juez: “De hecho, el recorrido biográfico de Eugenio resume una breve historia de la dificultosa situación de la prensa española durante el franquismo (Sanz Villanueva, 2001, p. 37)”. Mario y Eugenio viven una situación de incomprensión y acoso, la misma que el autor ha padecido en su propia piel al frente de El Norte de Castilla. Aunque en la segunda novela la situación profesional es prácticamente versión literal de la experiencia del autor – “Percibimos en el libro una intensa memoria sentimental de las relaciones de Delibes con el periodismo (Sanz Villanueva, 2001, p. 47)”-, el personaje de Mario es más identificable con Delibes en el aspecto psicológico, sobre todo al expresar la angustia que le conduce a la depresión. Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso es una versión de la problemática del periódico que ha padecido Delibes, y Cinco horas con Mario es el desahogo de su situación personal generada en unos años turbulentos. En cualquiera de estos casos, es evidente el intercambio temático: Delibes vuelca en la novela lo que está proscrito en el periódico y su vivencia personal.
Recursos periodísticos en la novela en cuanto a modelos genéricos temático.
Ciertas fórmulas y procedimientos de los géneros periodísticos se integran en la estructura de la narración, absorbiéndolos e integrándolos. Teniendo en cuenta que el significado de novela ha adquirido una gran flexibilidad, pueden concurrir en ella elementos genéricos varios, incluso a veces no pertinentes: “La novela es un género de una flexibilidad enorme que puede fagocitarlo todo y que siempre ha incorporado cosas impropias: ensayo, reflexión, diálogos, realidad… Ahí cabe todo (Marías, 2004, p. 36)”. Aunque el género novelístico y periodístico difieran en sus objetivos fundamentales, Delibes ha integrado procedimientos, préstamos e influencias del discurso periodístico en las historias que narra, disolviéndolos en la estructura del relato: el redactor de prensa también está presente en los libros de ficción y, cuando lo ve conveniente, recurre a patrones periodísticos. Teniendo en cuenta que el propósito de la novela realista es la transmisión veraz del mundo real, también objetivo periodístico prioritario, es lógico pensar que narraciones con pretensión realista adopten recursos propios de la prensa. Delibes, narrador realista sin lugar a dudas, con frecuencia adopta recursos propios del periodismo, cuyo ejercicio escritural conoce muy bien, cuando escribe una novela. Los patrones genéricos del periodismo se superponen a la estructura novelesca hasta fundirse con ella. Esta integración ofrece distintos grados y vertientes.
Por una parte, recurre a la inclusión de textos periodísticos de carácter informativo en el discurso narrativo. Delibes intercala noticias como voz exterior al relato; suponen un contraste, aunque no una distorsión, porque se insertan en el conjunto, relacionando lo individual con lo colectivo y situando los hechos particulares en el plano de la historia general. En Mi idolatrado hijo Sisí, la narración se interrumpe de vez en cuando por la transcripción de textos periodísticos: noticias internacionales (elecciones inglesas) y nacionales (guerra civil) retratan el momento histórico; los textos publicitarios (automóviles, cosméticos, nuevos medicamentos) y el anuncio de espectáculos son un referente de los tiempos. Los textos periodísticos van precedidos de la indicación de la fecha exacta, reforzando la veracidad de los hechos históricos, e inician cada capítulo de la historia novelesca. Se engarzan en la línea del relato al ser leídos por Cecilio, pero a la vez, cumplen la función de situar la historia familiar de los Rubes en el marco de la historia de España; los comentarios de Cecilio confirman la dialéctica existencial hombre- mundo. Con funciones similares, en La hoja roja, los párrafos periodísticos insertados tienen una intencionalidad, ya referida. No solamente el periodismo escrito, sino también otros medios de comunicación social -la radio- adquieren relevancia en la novela de Delibes, aunque su finalidad no sea precisamente informativa. En Patio de vecindad, el párrafo radiofónico es constitutivo único del cuerpo novelístico; los diálogos de dos radioaficionados a través de las ondas, alivian el sentimiento de soledad[11]. Las transcripciones radiofónicas que narran acontecimientos de interés, se intercalan en el cuerpo narrativo de algunas novelas y cumplen una importante función: en Madera de héroe las noticias radiofónicas van dando cuenta del desarrollo de la guerra civil española. La familia de La Lastra se reúne en torno al receptor para conocer puntualmente los sucesos; los comentarios y respuesta de cada miembro de la familia, contribuyen a dibujar sus perfiles: “La radio, al marcar la pauta de los acontecimientos con “su voz de ataúd”, presagia ya las matanzas que los futuros sucesos desencadenarán. Su pregón resalta el papel que este medio desempeñaría en el sentir de la nación y en su despertar a la guerra (Long, 2005, p. 256)”. En estas novelas, el relato de la guerra civil desde de los medios de comunicación permite la exposición imparcial, sin implicarse ni mostrar su opinión.
Por otra parte, Delibes muchas veces proyecta en sus novelas ciertas estructuras genéricas propiamente periodísticas: el reportaje, la crónica, el documental o la entrevista se incorporan en las narraciones delibianas, aportando recursos y procedimientos estructurales o estilísticos. Las modalidades periodísticas de la crónica y el reportaje narran, de forma escueta o amplia, hechos importantes y de interés general. En este caso, el patrón genérico se integra en la historia narrada, fusionándose con ella y superponiéndose a la estructura novelesca. Con mirada observadora, Delibes hace el retrato de los factores que la determinan, empleando la voz del cronista, reportero o documentalista que quiere dar testimonio. El objeto documental (individuos, lugares y acontecimientos) pasa a ser reportaje novelado, cuando se le aplica la trama novelesca. Pero además del tono general, las novelas de Delibes pueden registrar fragmentos puntuales que son verdaderos reportajes periodísticos. Las descripciones del pueblo con su forma de vida, la relación entre sus gentes o los recursos económicos, que aparecen en Viejas historias de Castilla la Vieja y algunas páginas de El camino o Las ratas podrían ser párrafos de un reportaje o documental. Delibes no sólo constata lo que ve, sino que trata de llegar al alma de las cosas como el reportero, según establece Fernández Flórez: “el reportero mira, escucha, cuenta”, frente al noticiero que “ve, oye, relata”.
La entrevista, como género o subgénero periodístico, es un procedimiento que ejerce notable influencia en la concepción estructural de algunas novelas delibianas. El objetivo es el intercambio de ideas y la provocación de respuestas del entrevistado por parte del entrevistador. La técnica compositiva de Las guerras de nuestros antepasados es un híbrido de conversación y entrevista. Su verificación queda reforzada con el empleo de la cinta magnetofónica como recurso simulado. La historia que se cuenta sería, en este caso, la transposición al texto escrito del contenido oral de las entrevistas registradas en las cintas. En alguna novela delibiana, el personaje se muestra como si, tras él, hubiese un entrevistador figurado como ocurre en Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso: Eugenio Sanz Vecilla expone argumentos y relata facetas de su vida en forma de respuestas de protocolo y formulismo establecido que no existe.
En el discurso narrativo de las novelas de Delibes, hay textos intercalados que pertenecen a un periodismo especializado, sobre todo en las novelas del último período. Madera de héroe es una muestra ilustrativa: el dietario de tío Felipe Neri o de las cartas que envía Gervasio desde el Frente, parecen textos pertenecientes a una Crónica histórica, en este caso desde un prisma burlesco. Bajo la apariencia de un cambio de narrador, el tío formula sentencias y hace una exposición desmedida de los valores trascendentales de su sobrino; queriendo presentar los hechos como documento y con aires de objetividad, elabora largos párrafos que simulan la crónica vital de un personaje histórico relevante. A su vez, Gervasio relata su vida en el Frente de Guerra con la pompa fastuosa y épica de las Crónicas de Indias; la grandilocuencia y la sublimación del valor aplicado a realidades banales, otorga al relato carácter de comicidad. La magnificencia de unos hechos poco concordantes con la realidad, sobre todo vistos desde la óptica del momento actual, confiere ironía al texto y ridiculiza los hechos, forma de censura severa por parte del autor. Algunos acontecimientos de El hereje, también están narrados en forma de crónica histórica. Muchas veces, se anuncian sucesos futuros y, al hacerlo, parece que se pronostican: el nacimiento de Cipriano, protagonista de la novela, se relata de manera breve, pero sin omitir detalles, dándole la relevancia de un hecho histórico. El Proceso de la Inquisición que sufre el personaje está redactado como el texto de un libro de Historia Eclesiástica. El epílogo de la novela, La declaración de Minervina, es un documento jurídico que recoge el formulario de un interrogatorio; el contrapunto de las respuestas de la muchacha con su sentido común en un lenguaje preciso e inteligible, dan en la clave. Las Crónicas de Madera de héroe presentan al protagonista como un héroe; las de El hereje, presentan al protagonista como un mártir. En ambos casos, alcanzan un carácter de documental que, simbólicamente, bien podría relacionarse con los libros de los héroes o los mártires respectivamente.
Delibes es, personal y literariamente, fiel a sí mismo y, aunque cambie de medio, siempre busca la expresión de su verdadero yo y la comunicación con el otro. Los lectores hemos recibido, bajo los ropajes de la novela o del artículo periodístico, los mismos mensajes con un estilo inconfundible.
Bibliografía.
- Obras de Miguel Delibes.
Obra completa, 6 vols.; Barcelona: Destino, 1964, 1966, 1968, 1970, 1975.
La sombra del ciprés es alargada, Barcelona: Destino, 1948.
Aún es de día, Barcelona: Destino, 1949.
El camino, Barcelona: Destino, 1950.
Mi idolatrado hijo Sisí, Barcelona: Destino, 1953.
La partida, Barcelona: Luis de Caralt, 1954.
Diario de un cazador, Barcelona: Destino, 1955.
Un novelista descubre América, Madrid: ed. Nacional, 1956.
Siestas con viento del Sur, Barcelona: Destino, 1957. Diario de un emigrante, Barcelona: Destino, 1958. La hoja roja, Barcelona: Destino, 1959.
Por esos mundos, Barcelona: Destino, 1961.
Las ratas, Barcelona: Destino, 1962.
La caza de la perdiz roja, Barcelona: Lumen, 1963.
La milana, Revista Mundo Hispánico, año XVI, nº 182, mayo de 1963, págs. 73-76.
Europa, parada y fonda, Madrid: Cid, 1963.
Viejas historias de Castilla la Vieja, Barcelona: Lumen, 1964.
El libro de la caza menor, Barcelona: Destino, 1964.
Usa y yo, Barcelona: Destino, 1966.
Cinco horas con Mario, Barcelona: Destino, 1966.
Vivir al día, Barcelona: Destino, 1968.
La primavera de Praga, Madrid: Alianza Editorial, 1968.
Parábola del náufrago, Barcelona: Destino, 1969.
La mortaja, Madrid: Alianza, 1970.
Con la escopeta al hombro, Barcelona: Destino, 1970.
La caza de patos y otras acuáticas, ed. Club Acyón, 1971.
Un año de mi vida, Barcelona: Destino, 1972.
La caza en España, Barcelona: Destino, 1972.
El príncipe destronado, Barcelona: Destino, 1973.
Las guerras de nuestros antepasados, Barcelona: Destino, 1974.
S.O.S (El sentido del progreso en mi obra), Barcelona: Destino, 1976.
Mis amigas las truchas, Barcelona: Destino, 1977.
Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo, Barcelona: Destino, 1978.
El disputado voto del señor Cayo, Barcelona: Destino, 1978. Castilla, lo castellano, los castellanos, Barcelona: Planeta, 1979. Los santos inocentes, Barcelona: Planeta, 1981.
Los personajes en la novela, en La Vanguardia, 20-XII-1980
Las perdices del domingo, Barcelona: Destino, 1981.
Dos viajes en automóvil: Suecia y Países Bajos, Barcelona: Plaza Janés, 1982.
Cartas de amor de sexagenario voluptuoso, Barcelona: Destino, 1983.
Tres pájaros de cuenta, Valladolid: Miñón, serie Novela, 1982
La censura de prensa en los años 40 (y otros ensayos), Valladolid: Ámbito, 1985.
El tesoro, Barcelona: Destino, col. Ancora y Delfín, 1985.
Castilla habla, Barcelona: Destino, 1986. Madera de héroe, Barcelona: Destino, 1987. Mi querida bicicleta, Valladolid: Miñón, 1988. Mi vida al aire libre, Barcelona: Destino, 1989. Pegar la hebra, Barcelona: Destino, 1990.
Señora de rojo sobre fondo gris, Barcelona: Destino, 1991.
El último coto, Barcelona: Destino, 1992.
Diario de un jubilado, Barcelona: Destino, 1995.
He dicho, Barcelona: Destino, 1996.
El hereje, Barcelona: Destino, 1998.
Miguel Delibes, Josep Vergés. Correspondencia, 1948-1986, Barcelona: Destino, 2002. La tierra herida, en colaboración con Miguel Delibes de Castro, Barcelona: Destino, 2006.
Miguel Delibes/Gonzalo Sobejano. Correspondencia 1960-2009, Valladolid: Universidad, 2014. España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela, Barcelona: Destino, 2004.
- Estudios citados sobre Delibes
Alonso de los Ríos, César, (1971), Conversaciones con Miguel Delibes, Madrid: Magisterio español; (1993) Barcelona, Destino.
Leguineche, Manuel (1993), El grupo de El Norte de Castilla. A la búsqueda del “otro” en El autor y su obra: Miguel Delibes, Madrid, Universidad Complutense de Madrid.
Long, Luz (2005), La repercusión del conflicto del 36 en la obra de Miguel Delibes, Madrid, Pliegos. Marías, Javier (16/11/2004), Diario El país.
Sánchez, José Francisco (1989), Miguel Delibes, periodista, Barcelona, Destino.
Sanz Villanueva, Santos, (2001) El último Delibes y otras notas de lectura, Valladolid, Ámbito. Vázquez Fernández, Isabel
Lo específico del personaje novelístico de Miguel Delibes .
– (2007) Miguel Delibes. El camino de sus héroes, Madrid, Pliegos.
– (2020) Leyendo a Delibes, Valladolid, Publicaciones de la Universidad.
Villanueva, Darío, (1977) Estructura y tiempo reducido en la novela española actual, Madrid, Anthropos.
[1]Pegar la hebra, título de nombre coloquial, es una pretensión de entablar conversación con el lector y engloba artículos sobre sucesos diversos. He dicho reúne textos de temática variada, además del discurso pronunciado al recibir el Premio Cervantes. Próximos al reportaje, el autor agrupa en libros un conjunto de escritos cuyo núcleo temático gira en torno a la tierra castellana: Castilla habla, abanico de retratos del rural castellano con voces de las gentes que lo habitan; Castilla, lo castellano y los castellanos, libro que recopila fragmentos seleccionados de novelas anteriores. Otras obras giran en torno a actividades personales relacionadas con la naturaleza: Mi querida bicicleta y Mi vida al aire libre; además, cercanos a esta categoría, deben incluirse otros libros que refieren su actividad deportiva predilecta (la caza y la pesca), también relacionada con la naturaleza: Con la escopeta al hombro, La caza en España, Mis amigas las truchas, Las perdices del domingo. Son igualmente abundantes los libros de viajes, muy próximos al documental o reportaje, muchos de los cuales ya habían sido publicados parcialmente como crónicas de prensa: Por esos mundos, Europa: parada y fonda, Usa y yo, Dos viajes en automóvil: Suecia y los Países Bajos. Tampoco faltan recopilaciones de entrevistas: Conversaciones con Miguel Delibes (de César Alonso de los Ríos) o Cinco horas con Miguel Delibes (de Javier Goñi).
[2] En las novelas de Delibes, son frecuentes los personajes que ejercen la profesión periodística y a la vez escriben novelas, aunque no alcancen el rango de “escritores”: Mario (Cinco horas con Mario), periodista de profesión y novelista de poco éxito (“novelas que no lee nadie”, según Carmen); Eugenio (Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso), antiguo periodista de profesión, entabla correspondencia por necesidad de comunicación.
[3] Discurso pronunciado en el acto de Investidura como Doctor Honoris Causa por la UCM el 28 de junio de 1988 y recogido en el capítulo El grupo Norte en el libro Pegar la hebra.
[4] La labor periodística de Delibes está de tal manera vinculada a Valladolid y a El Norte de Castilla, que rechaza la oferta de dirigir El país tras la muerte de Franco. Su negativa, cargada de ironía -sólo accedería si se avienen a traerme aquí la dirección del periódico-, representa el rechazo a abandonar su ciudad
[5] En Delibes, periodista, Francisco Javier Sánchez estudia su labor periodística (1989), no obstante, faltan estudios concretos que analicen la relación entre la vertiente periodística y novelística en el autor.
[6] Las caricaturas de Delibes van firmadas con el seudónimo de MAX, siglas que responden a: Miguel (su nombre), Ángeles (novia y, más tarde, esposa) y el futuro incierto, representado por “X”.
[7] Jiménez Lozano, Umbral, Martín Descalzo, Altés, Emilio Salcedo, Alonso de los Ríos y Leguineche.
[8] Delibes relata la situación problemática del periodismo en estos momentos en La censura de prensa en los años cuarenta, artículo de Pegar la hebra (Delibes, 1990, p. 161-183).
[9] A Valladolid, mi ciudad, es la dedicatoria de El hereje, su última novela.
[10] Cuando su esposa enferma, alude a los ángeles, símbolo de la inspiración.
[11] La misma búsqueda de compañía de Patio de vecindad reaparece más tarde en Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso; el medio elegido es aquí la correspondencia epistolar, a partir de un anuncio que figura en el consultorio sentimental de una revista