Los viejos anteojos de Feijoo

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En algún momento se pensó que Alberto Núñez Feijoo era un hombre prudente y moderado capaz de reorientar a la derecha española y recuperar el espacio de centro, pero está demostrando que no es el hombre capaz que parecía. 

Desnortado, sus políticas se centran en tratar de socavar de una forma obsesiva al Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y en competir con VOX para tratar de recuperar la sangría de voto que se le va por la extrema derecha.

Feijoo es un político vacilante que es capaz de decir, en un minuto, una cosa y la contraria sin obtener resultados positivos, ni en un sentido ni en el otro, y al que corrigen y enderezan desde el perspicaz y ultraconservador aznarismo, personificado en Isabel Diaz Ayuso, enredada siempre en salir felizmente de los extraños vericuetos que la rodean. 

Ha cometido su último error a la hora de afrontar su negativa de apoyar el famoso Decreto Omnibus, donde extrañamente ponía como principal excusa el Palacete de Paris que revertiría al PNV. 

Ahora anuncia que votará la parte más social del Decreto, sin que ponga reparos al famoso Palacete. Difícil va a tener el dar explicaciones sobre su extraña y errónea estrategia. Votó con Junts contra el Decreto Omnibus. Ahora votará el pacto entre Junts y los socialistas, y encima habrá cabreado a todas sus autonomías que comprueban, como su actitud le ha llevado a aplazar las entregas a cuenta, tan importantes para la gestión presupuestaria de las Comunidades Autónomas, y que no figuran en el nuevo Decreto.

Feijoo se ha encerrado en su propio laberinto. Él cree que Puigdemont juega a enredar al Gobierno, pero no es lo suficientemente consciente de que también está enredando al PP, y que lo hace también con él personalmente. Pero existe una diferencia fundamental entre él y Pedro Sánchez. Él no tiene nada que ofrecer al fugado de Waterloo y el Gobierno sí. 

Tengo la impresión que el líder popular ve menos sin gafas que con los viejos anteojos de los que prescindió recientemente.

En política no todo puede ser funambulismo. Se corre el riesgo de precipitarse al vacío sin que haya una red que te salve. Y esto vale para todos.

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