Cuando hay oficio, hay oficio, y se nota. Cuando un actor como Roger Álvarez, después de 50 años en la escena, dice que se metió a actor porque no le gustaban las clases y los exámenes, pero reconoce que ha acabado estudiando más que si hubiera hecho varias carreras universitarias seguidas unas detrás de otras. Cuando ese actor, en este caso Roger Álvarez, además de interpretar, también canta, también toca música, y es capaz de hacer cómico, como dramático, o clown, o lo que se le ponga por delante, entonces estamos hablando de la raza pura de los intérpretes españoles, esos actores y actrices que afrontan sin reticencias ni trabas los personajes más dispares, las funciones más comprometidas, las comedias más disparatadas, los dramas más temblorosos, vodeviles, musicales, teatro documento, experimentación, lo que sea, entonces, demuestran que siempre aprueban los exámenes.
Son los que forman parte de un elenco que sube la calidad de las puestas en escena, de las cintas cinematográficas, de los guiones con o sin alma, pero también de recitales de poesía, de monólogos, del hecho teatral, que para eso se denomina artes escénicas.

Roger Álvarez, bajo la sensible dirección de Luis Flor, nos ofrece este caramelo que quisieron rodar un poco antes de la pandemia y el mal bicho no los dejó, pero que ahora lo rescata en un feliz presente de satisfacción y recuerdos. Juntos otra vez, con texto, música y canciones del propio Roger, se nutre de sus experiencias, de su amor por la música, las habaneras, los tangos, el fado, el vals… y sus lugares emblemáticos: Buenos Aires, Lisboa, Chile, Lima, o la isla de Tabarca, sin olvidar Madrid y este espacio coqueto donde nos lo presenta: La Casa de Rovodorovsky.
Juntos otra vez es una celebración festiva y musical donde el actor nos hace cantar a todos, aunque no sepamos hacerlo muy bien, por lo menos alguno entre los que me incluyo, y consigue, el tío, hacer que hasta suene bien. Como elementos escenográficos tan solo se pertrecha de un piano electrónico, una guitarra española, un taburete y una sillita que le sirve para asentar la cabeza de manera divertida y coherente. Simbólicamente también nos representa en el fondo del escenario esos paisajes de los que nos está hablando, los árboles, el cielo, las olas del mar, el recuerdo y todos los sentidos.

Está solo en la escena, pero no está solo en su historia. Nos trae a la memoria aquellos con los que ha trabajado, con los que hizo amistad, con los que tuvo vínculos afectivos, porque nadie somos nada por nosotros mismos, sino que recorremos valles, ensenadas, bosques, ciudades, experiencias, gracias a que vamos aprendiendo de los otros y, al mismo tiempo, ofreciendo nuestro saber hacer, complementándonos y enriqueciéndonos, de ahí el título de este monólogo no al uso, Juntos otra vez.
Y en una sola persona, vienen a escena Violeta Parra, el Jardín Botánico de Carlos Thays, Manuel Collado, la oriental que vendía bocadillos en la Gran Vía, Eladia Blázquez o su propio padre… y todos nosotros, los espectadores, a los que nos tiene atrapados en este jardín de corazones, convertidos en coro y en testigos presenciales de aquellas cuitas que Roger Álvarez convierte en surtidor de alegría, para pasar una buena tarde de sábado.
FICHA ARTÍSTICA
JUNTOS OTRA VEZ
Texto, música y canciones, interpretación: Roger Álvarez
Dirección: Luis Flor
Producción: Pando Teatro y Poseidón Teatro
Espacio: La Casa de Rovodorovsky