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El dinero ruso duerme en Bruselas

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La Unión Europea multiplica sanciones y discursos, pero no se atreve a tocar los 210 000 millones del Banco Central de Rusia

Desde febrero de 2022, la Unión Europea mantiene congelados más de 210 000 millones de euros del Banco Central de Rusia. Los fondos generan miles de millones en intereses bajo custodia de Euroclear en Bélgica.

Los Veintisiete están divididos: A favor de usar los activos: Polonia, los Estados bálticos, Finlandia, Suecia y República Checa. Reticentes o en contra: Bélgica, Alemania, Francia, Italia, España, Luxemburgo y Hungría, por motivos legales y financieros.

Tras catorce paquetes de sanciones, la UE aprobó en octubre de 2025 restricciones parciales al gas natural licuado ruso, buscando reducir los ingresos de Moscú sin afectar su suministro. El Kremlin elude las sanciones mediante reexportaciones a terceros países, compañías pantalla, pagos en yuanes y criptoactivos.

Europa enfrenta un dilema moral y económico: sancionar sin violar la ley internacional ni comprometer su sistema financiero. Mientras Bruselas gestiona intereses y discursos, Ucrania espera justicia, y los fondos rusos siguen generando beneficios, reflejando la paradoja de una Unión que habla de unidad y acción, pero actúa con cautela.

El dilema europeo

Europa continúa atrapada en su propio laberinto. Tres años después de haber congelado los activos del Banco Central de Rusia en respuesta a la invasión de Ucrania, los Veintisiete siguen sin resolver qué hacer con los fondos. Mientras la guerra se enquista, la moral europea se desgasta entre la retórica y la prudencia jurídica.

El Consejo de la UE celebrado el 23 de octubre de 2025 volvió a escenificar esa fractura: los Estados miembros acordaron nuevas sanciones y restricciones al gas natural licuado ruso, pero no lograron consenso sobre el uso de los activos congelados. La paradoja es flagrante: Europa puede sancionar con facilidad, pero teme actuar con firmeza cuando el dinero duerme en sus propias bóvedas.

Los activos rusos bloqueados son hoy el mayor símbolo del poder —y la impotencia— de la UE: más de 210 000 millones de euros del Banco Central de Rusia permanecen inmovilizados, la mayor parte en la cámara de compensación belga Euroclear, bajo custodia europea pero bajo un silencio político cada vez más incómodo.

¿Desde cuándo y cómo se bloquean los activos rusos?

El bloqueo se decretó el 28 de febrero de 2022, apenas cuatro días después de la invasión. El Consejo de la UE aprobó entonces el Reglamento (UE) 2022/334, que prohibía toda transacción con el Banco Central de Rusia. Poco después, las medidas se ampliaron para incluir a entidades estatales, fondos soberanos y bancos públicos rusos.

La Comisión Europea estimó en unos 300 000 millones de euros el total de activos rusos congelados en el mundo, de los cuales unos 210 000 millones están en la UE. El resto se reparte entre EE. UU., Canadá y Japón, aliados del G7.

El objetivo inicial era preservar esos fondos como palanca política y económica, evitando que Moscú los usara para financiar la guerra. Pero a medida que el conflicto se prolonga, la presión para destinarlos a la reconstrucción de Ucrania ha crecido.

¿Dónde está el dinero y quién lo controla?

El corazón de esta trama está en Euroclear, la mayor cámara de compensación de Europa, con sede en Bruselas. Según sus propios informes, los activos rusos inmovilizados pertenecen principalmente al Banco Central de Rusia, con participaciones menores de bancos estatales y fondos públicos. Los títulos están denominados en euros y dólares y generan miles de millones en intereses anuales.

En 2023, Euroclear informó haber acumulado 4 400 millones de euros en beneficios derivados de esos activos. La Comisión Europea propuso canalizar esos intereses hacia un fondo fiduciario para Ucrania, sin tocar el capital. En junio de 2024, los líderes del G7 respaldaron esa vía intermedia.

El Gobierno belga, bajo el primer ministro Alexander De Croo, sostiene que Bélgica es solo un custodio técnico y que cualquier decisión debe tomarse a nivel europeo. No obstante, los beneficios de Euroclear —que tributan en Bélgica— han generado ingresos fiscales extraordinarios, un hecho que varios Estados miembros consideran políticamente incómodo.

La fractura de los Veintisiete: quiénes están a favor y quiénes se oponen

A favor de utilizar los activos congelados, aunque con distinto grado de intensidad, se encuentran Polonia, los Estados bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), Finlandia, Suecia y la República Checa. Argumentan que Rusia ha violado el derecho internacional y que los fondos pueden servir de compensación de guerra.

En contra o reticentes: Bélgica, Alemania, Francia, Luxemburgo, Italia, España y Hungría, cada una por motivos propios:

Bélgica teme un impacto reputacional sobre Euroclear y litigios que dañen la confianza financiera.

Alemania y Francia advierten de una posible ilegalidad bajo el derecho internacional consuetudinario y de represalias sobre activos europeos en terceros países.

Luxemburgo comparte la preocupación jurídica y teme un efecto dominó en su industria financiera.

Italia, pese a su apoyo a Kiev, se alinea con Berlín y París y exige una cobertura jurídica internacional antes de confiscar.

España apoya el uso de los intereses generados pero rechaza por ahora confiscar el capital; defiende una solución concertada con el G7 y la ONU.

Hungría se opone frontalmente y ha usado su veto para frenar medidas más duras, alineándose de facto con Moscú.

La Comisión Europea, encabezada por Ursula von der Leyen y Josep Borrell, proppusieron la fórmula intermedia: usar los beneficios, no el capital. Alemania, Francia, Italia y España la respaldan; los países del Este la consideran insuficiente.

El debate enfrenta el pragmatismo financiero occidental con la urgencia moral oriental. Mientras Varsovia exige acción, Bruselas calcula riesgos.

El dilema jurídico y financiero

Los activos soberanos gozan de inmunidad internacional, lo que limita la capacidad de la UE para confiscarlos sin una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU —bloqueada por el veto ruso—.

Algunos juristas exploran la vía de las contramedidas colectivas, pero abriría un precedente peligroso: otros Estados podrían justificar la confiscación de activos europeos.

El riesgo no es solo legal, sino financiero. Confiscar podría dañar la credibilidad del euro como divisa de reserva mundial y provocar una reacción en cadenas de bancos centrales asiáticos y árabes.

Así, Europa permanece en el equilibrio inestable entre la moral y la prudencia: mientras Ucrania pide justicia, los fondos rusos siguen rindiendo intereses bajo custodia europea.

El gas licuado: sanciones a medio gas

El Consejo de la UE del 23 de octubre de 2025 aprobó una nueva ronda de sanciones energéticas que incluye, por primera vez, restricciones directas al gas natural licuado (GNL) ruso. No se trata, sin embargo, de una prohibición total: los Veintisiete acordaron impedir las reexportaciones de GNL ruso desde puertos europeos a terceros países, pero no prohibir las importaciones destinadas al consumo interno.

La medida afecta principalmente a Bélgica (Zeebrugge), Francia (Dunkerque, Montoir-de-Bretagne) y España (Bilbao y Cartagena), que son los principales puntos de entrada del GNL ruso en la Unión. Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2024 el gas licuado procedente de Rusia representó más del 15 % del total importado por la UE, cifra superior a la de 2021, lo que demuestra que, pese a la guerra, Europa sigue dependiendo parcialmente del combustible ruso.

El veto parcial acordado busca limitar los beneficios de las empresas rusas Novatek y Gazprom LNG, pero sin comprometer el suministro energético europeo. Bruselas calcula que la medida reducirá en torno a 9.000 millones de euros anuales los ingresos rusos por exportación de GNL, aunque los expertos reconocen que el Kremlin puede redirigir parte de su producción a Asia.

La decisión refleja nuevamente la dualidad europea: sancionar sin cortar del todo. Mientras Polonia y los bálticos reclamaban una prohibición total del GNL ruso, España, Francia y Bélgica defendieron un enfoque gradualista, alegando que el gas es todavía necesario para garantizar la seguridad de suministro.

Cronología de las sanciones europeas (2022–2025)

Desde el estallido de la guerra, la Unión Europea ha aprobado catorce paquetes de sanciones contra Rusia. Cada uno refleja un avance en intensidad, pero también los límites del consenso entre los Estados miembros.

2022 – Los primeros paquetes (1.º al 6.º): Bloqueo de reservas del Banco Central de Rusia, exclusión parcial de bancos del sistema SWIFT, prohibición de exportaciones tecnológicas, embargo de carbón y restricciones a la aviación rusa. En diciembre, el tope al precio del petróleo coordinado con el G7 marca el inicio de la guerra energética.

2023 – Endurecimiento financiero (7.º al 10.º): Ampliación de sanciones individuales, restricción de metales industriales, veto a la importación de oro ruso y congelamiento de más de 1.500 entidades y personas vinculadas al Kremlin. En paralelo, se aprueban medidas para impedir el acceso de Rusia a componentes electrónicos de doble uso.

2024 – Giro energético y sanciones secundarias (11.º y 12.º paquetes): La UE impone por primera vez sanciones contra empresas de terceros países que facilitan la elusión, especialmente en Turquía, Emiratos Árabes y China. Se refuerzan controles sobre productos que acaban reexportados a Rusia a través de Eurasia. El G7, en junio, aprueba canalizar los beneficios de los activos rusos congelados hacia Ucrania.

2025 – El pulso político (13.º y 14.º paquetes): Las nuevas medidas de 2025 introducen la restricción parcial al GNL, sanciones a empresas rusas del sector de defensa, y un nuevo marco de control financiero sobre criptoactivos. El debate sobre los activos congelados domina la agenda y divide a los Veintisiete, mientras la guerra entra en su cuarto año.

El resultado de tres años de sanciones es visible, pero desigual: la economía rusa se ha reconfigurado hacia el Este, mientras Europa ha pagado un alto precio energético y político por su unidad.

Las vías del Kremlin para eludir las sanciones

Rusia ha desplegado una red global para sortear el aislamiento económico. Sus métodos son cada vez más sofisticados, y muchas veces operan en los márgenes grises de la legalidad internacional.

  1. Reexportaciones a través de terceros países.

Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Turquía se han convertido en centros logísticos de mercancías europeas que acaban en territorio ruso. Según datos de la Comisión Europea, las exportaciones de chips, maquinaria y productos electrónicos a estos países aumentaron entre 400 % y 700 % desde 2022.

  • El desvío del comercio energético.

Rusia ha creado una flota “fantasma” de petroleros y buques de GNL sin bandera clara, operando con compañías pantalla en Dubái y Hong Kong. Parte del crudo ruso se mezcla con otros orígenes en terminales griegas o malayas y se reexporta como “blend” no sancionado.

  • El sistema financiero paralelo.

El Kremlin impulsa el uso del sistema de pagos ruso SPFS (alternativo a SWIFT) y acuerdos bilaterales en yuanes y rupias. Con China y la India ha firmado contratos de energía fuera del dólar, lo que erosiona la eficacia de las sanciones occidentales.

  • El papel de las criptomonedas y metales preciosos.

Investigaciones del Parlamento Europeo y de Europol han documentado un creciente uso de criptoactivos para financiar operaciones industriales rusas. En paralelo, empresas vinculadas al Estado ruso han trasladado reservas de oro a Emiratos Árabes y Turquía, fuera del alcance europeo.

  • La cobertura diplomática.

Rusia aprovecha sus vínculos con Sudáfrica, Brasil e Irán para mantener parte de su comercio activo y desafiar la narrativa occidental en foros internacionales. Moscú intenta proyectar la idea de que las sanciones europeas son un instrumento “neocolonial”, una tesis que gana terreno en África y Asia.

En conjunto, estas vías no anulan el efecto de las sanciones, pero lo atenúan. El Fondo Monetario Internacional estima que el PIB ruso cayó un 2,1 % en 2022, se estabilizó en 2023 y creció un 1,8 % en 2024 gracias a estas rutas alternativas.

Europa ante su propio espejo

El bloqueo de los activos rusos simboliza el dilema existencial de la Unión: cómo mantener su autoridad moral sin romper el marco legal que la sustenta. La prudencia jurídica protege la seguridad financiera, pero erosiona la credibilidad política.

Los gobiernos de Europa Central y del Este exigen actuar con la misma firmeza que la retórica promete. Los del núcleo occidental —Francia, Alemania, Italia, España— insisten en no dinamitar los fundamentos del derecho internacional.

Entre ambas visiones se mueve Bruselas, atrapada en el principio de legalidad y en la dependencia energética que aún no ha superado. El miedo a un efecto boomerang financiero es real: confiscar activos soberanos rusos sin mandato global podría desencadenar un precedente que amenace el propio modelo de economía abierta europea.

Mientras tanto, Ucrania espera. Los fondos del Banco Central de Rusia siguen produciendo intereses en Bélgica, los barcos de GNL continúan atracando en puertos franceses y españoles, y los discursos europeos repiten su fe en la unidad. Pero la unidad, cuando no se traduce en decisión, acaba sonando a eco.

Conclusión: el precio del aplazamiento

La guerra en Ucrania ha obligado a la Unión Europea a definirse, y el debate sobre los activos rusos es su prueba de coherencia. Europa ha demostrado capacidad para sancionar, pero no para actuar sin ambigüedad.

El dinero ruso congelado es, en última instancia, una metáfora del alma europea: un capital moral que se acumula, genera intereses y se resiste a ser gastado.

La historia juzgará si la prudencia fue sensatez o cobardía. Pero a día de hoy, los 210 000 millones del Banco Central de Rusia siguen intactos, generando dividendos bajo el sello de la justicia en suspenso.

Fuentes

Consejo de la Unión Europea. Reglamento (UE) 2022/334 del 28 de febrero de 2022.

Comisión Europea. Propuesta sobre el uso de beneficios de activos rusos congelados para la reconstrucción de Ucrania (COM(2024) 173 final, Bruselas, junio 2024).

Euroclear Group. Financial Statements 2023 & Half-Year Report 2024.

Reuters (Oct 2025): “EU fails to reach deal on using frozen Russian assets, agrees new LNG restrictions.”

Politico Europe (23 Oct 2025): “Belgium blocks EU move on Russian assets while backing new sanctions package.”

Euractiv (Oct 2025): “Von der Leyen: ‘Using the profits from Russia’s assets is our legal path forward.’”

Financial Times (Oct 2025): “Brussels divided on confiscating Russian central bank funds.”

European Council & G7 Joint Statement on Frozen Assets (June 2024).

International Monetary Fund (IMF), Global Financial Stability Report 2024, chapter on Reserve Currency Risks.

Consejo de la Unión Europea (2022–2025): Paquetes de sanciones contra Rusia, Comunicados oficiales y Reglamentos (UE) 2022/334, 2023/427, 2024/550 y 2025/811.

Comisión Europea, Energy Security and Sanctions Brief (Bruselas, octubre 2025).

Euroclear Group, Annual Report 2023 y Half-Year Financial Update 2024.

Agencia Internacional de la Energía (IEA): Gas Market Report Q2 2025.

Politico Europe (23 Oct 2025): “EU divided over Russian assets, agrees partial LNG ban.”

Financial Times (24 Oct 2025): “Belgium blocks move to seize frozen Russian reserves.”

Euractiv (2025): “Von der Leyen defends using profits from Russia’s assets for Ukraine.”

Reuters (Oct 2025): “EU to curb Russian LNG re-exports under new sanctions.”

European External Action Service (EEAS): EU Sanctions Map (actualizado octubre 2025).

Fondo Monetario Internacional (IMF): World Economic Outlook 2025, capítulo “Russia: Adapting Under Sanctions.”

Europol & Parlamento Europeo: Crypto Assets and Sanctions Evasion Report (Bruselas, 2024).

G7 Leaders’ Statement on Frozen Assets and Ukraine Reconstruction Fund (Apulia Summit, junio 2024).

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