El desorden del Hombre Fuerte

Hombre fuerte

Después de dos meses de presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, resulta muy evidente su deriva antidemocrática, tanto hacia fuera como hacia dentro de su país: abandono de las reglas internacionales, uso del chantaje y la amenaza para doblegar la voluntad de otros países, ataques a la prensa y televisión independientes, desobediencia a los jueces, etc. Mi pronóstico, sin embargo, es que no caerá por la oposición que le hagan los contrapoderes democráticos de su país, sino porque, como consecuencia del desorden que está creando, le abandonaran las bases que le votaron y se le enfrentarán cada vez con mayor fuerza, incluyendo en ellas probablemente a muchos representantes republicanos del Congreso.

El señor Trump, como gobernante, se maneja con media docena de ideas-fuerza muy elementales que tal vez puedan ser útiles para gestionar una gran empresa, pero que son demasiado simples para afrontar eficientemente la complejidad de un país como EE.UU. y sus relaciones con el resto del mundo. Una de ellas es que EE.UU. puede producir todo lo que necesita y evitar comprarle bienes a otros. De este modo, espera generar trabajo en su país y disminuir el déficit comercial con el exterior. Pero eso supone desconocer cómo funciona la economía: si su país importa ciertos bienes es porque otros países son capaces de producirlos más eficientemente. Producirlos dentro supondrá que serán de peor calidad y más caros. Dejando de lado el desorden mundial que está creando con sus aranceles y aun suponiendo que lograra su propósito, su país se empobrecería. Adicionalmente, la respuesta exterior a sus aranceles perjudicará a sus exportadores, con lo que se generará más paro. El resultado final será más inflación y más desempleo, justo los problemas que prometió resolver.

A Trump le votaron sobre todo los estados rurales del Medio Oeste, y estos están viendo subir los precios agrícolas debido a los aranceles a México y subirán más cuando los aranceles se generalicen a otros países. También le votaron un 45% de los latinos —frente a solo un 28% en 2016— y ahora estos están asustados viendo como deporta masivamente a muchos de ellos. Los tilda de delincuentes cuando, en realidad, son trabajadores que pagan sus impuestos y contribuyen a la riqueza del país. Echarlos está dejando desabastecidos muchos empleos que son necesarios para la economía.

Otra de sus ideas-fuerza es el negacionismo con respecto a la ciencia, las vacunas y el cambio climático. La motosierra de Elon Musk está recortando programas científicos y fondos a las universidades. El resultado ha sido que muchos científicos están enviando solicitudes para trasladarse a universidades e institutos europeos y que la UE está poniendo en marcha mecanismos para recibirlos con los brazos abiertos. Parece ignorar el señor Trump que el ascenso de EE.UU. a primera potencia tras la Segunda Guerra Mundial se debió en gran parte a la emigración de muchísimos científicos europeos que huyeron del nazismo y del fascismo, entre otros el judío alemán Albert Einstein y el italiano Enrico Fermi.

Su desprecio y recortes a las vacunas conducirá a más enfermedades y a muchas muertes evitables en su país y provocará con seguridad una gran contestación social. Su desprecio a las energías renovables hará que EE.UU. produzca su energía de forma más cara que otros países y que quede rezagado en el gran cambio tecnológico que se está produciendo en este ámbito en Europa y China. Cuando quiera incorporarse a él, será tarde y otros le venderán paneles, baterías, coches eléctricos, células de combustible, barcos movidos por hidrógeno, electrolizadores y el resto de tecnologías asociadas a la transición energética.

De momento, con los aranceles ya implantados y los anunciados ha conseguido crear suficiente incertidumbre como para que las bolsas americanas estén bajando y las previsiones federales de crecimiento e inflación hayan empeorado. El frente financiero y empresarial es otro de los que podrían oponérsele si continúa creando desorden en la economía.

Son ya demasiados los colectivos que están sufriendo el impacto de su desorden: inmigrantes, agricultores, empresarios, financieros y científicos. Y muy negativas las consecuencias presentes y futuras del mismo: inflación, pobreza, paro, atraso científico, enfermedad y muerte.

En el frente internacional, tampoco parece que el autócrata esté consiguiendo buenos resultados: la agresión israelí en Gaza y en Líbano ha vuelto a recrudecerse con su beneplácito y, en Ucrania, su amigo Putin está retrasando cualquier acuerdo y poniendo sobre la mesa sus aspiraciones máximas, que son eliminar a Zelensky, quedarse con el territorio ilegítimamente ocupado y desarmar a su adversario para poder invadirle de nuevo en el futuro.

El Hombre Fuerte naranja de ideas simples y formas abusivas no soluciona nada y más bien lo empeora todo. Esto tendría que servir de aviso para navegantes a los que confían en otros “hombres fuertes” —categoría que incluye también a algunas mujeres— en nuestros países. Por muy atractivos que les parezcan a nuestros jóvenes los Abascal, Orbán, Meloni, Le Pen, Weidel y el resto de ultraderechistas europeos que se alinean con Trump, podrían empezar por observar atentamente las funestas consecuencias a las que conduce  votarlos.

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