Adanismo Ignorante

Es faltar al respeto a los profesionales de la Guardia Civil que intervinieron en aquel hecho y en las diligencias que siguieron.
control guardia civil

NO es el pasado es el futuro.

Este artículo de nuestro amigo y colaborador Alfonso Garrido, testigo de excepción de lo que se cuenta y sucedido hace 35 años, porque consideramos que es un incuestionable testimonio, claro y valentía, del profesionalismo que impidieron lo peor en un momento crucial de nuestra historia.

No se puede permitir que la historia se diluya ni se tergiverse para favorecer intereses políticos, como ocurre cuando se pretende blanquear a Bildu.

Con este brillante artículo, recordamos que la memoria no es solo del pasado, sino la base para construir un futuro* en el que se defienda siempre la verdad y el respeto a quienes hicieron lo necesario para evitar la tragedia.

Adanismo Ignorante

Aquella mañana del dos de abril de 1990, sonó, como tantas veces todos los días, el teléfono de la malla interna del Ministerio del Interior. Desde el otro lado del teléfono me llamaba el Jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Sevilla. Cuando sonaba “el Ericsson” (el nombre de la marca comercial de aquella telefonía interna), a pesar de la habitualidad del uso, siempre había que dejar lo que se estuviese haciendo.

“Delegado… en uno de los controles de hoy, en Santiponce, ha habido un tiroteo. Hay, al menos, un guardia herido. No tengo más datos. Te iré diciendo”.

Y tanto que me fue diciendo. Y tanto que pasó aquel día. Y tanto que supuso aquello un antes y un después de la lucha contra ETA. Y tanto que significó para que Francia, el santuario francés, empezase a cambiar sus actitudes, a pesar de los bastante estériles resultados que hasta entonces habían dado nuestras intensas solicitudes de apoyo y colaboración al Ministerio del Interior vecino. (¿Verdad Rafa Vera?). Y tanto que a lo largo de aquel largo día, fuimos descubriendo que podíamos haber asistido a uno de los más luctuosos días de la actuación asesina de aquellas tres letras de infame nombre y recuerdo. Recuerdo, que no olvido. Aunque hay veces que pareciera es eso lo que se pretende.

Ese denominado “control rutinario” de la Guardia Civil de aquella mañana, las más de las veces así señalado como de manera despectiva, como quitándole importancia, como ocasional y afortunado, fue sin duda, una de las más efectivas actuaciones que esos controles de la Guardia Civil o cualquier otro cuerpo policial, ha efectuado en la historia policial española.

Allí cayó el desconocido comando itinerante, el comando Argala, que campaba a sus anchas pasando a un lado y otro de la frontera hispano-francesa, aprovechando la buscada normalidad del tránsito de unos franceses que circulan de un lado a otro como vecinos de un mismo entorno. La nómina de sangre de estos asesinos era, es, de lo peor a lo que uno puede asomarse. Hipercor, el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza, entre otras infames “hazañas”.

Y fue la pericia profesional, la intuición de un gran Cabo Primero de la Guardia Civil y del resto de sus compañeros, de un Puesto Rural de la Benemérita, quien en primer lugar monta un control de manera impecable, que intuye que con aquel coche pasa algo, que lo nota sobrecargado en la parte posterior, que algo hay en la forma de proceder del conducto; y le da el alto, que no le obedece, por lo que su compañero tira de rastrillo y fuerza la detención del vehículo y que el ocupante se líe a tiros con los guardias a los que hiere, hasta acabar sus cargadores, y resultando ser ni más ni menos que el todavía ignoto y criminal Henri Parot.

¿”Control rutinario”? ¡Venga ya! No hay nada rutinario en este proceder sino profesionalidad exquisita. Y aquel control no era rutinario, sesudos expertos que así lo califican; era un eslabón más de la cadena que, aproximándonos a la Expo del 92, el Plan Integral de Seguridad del evento, empezaba ya a desplegar con múltiples formas y actuaciones del complejo quehacer policial que contenía aquel Plan de Seguridad y que tenía como leit motiv, un “Tengamos la fiesta en paz”. Y la tuvimos. Entre otras cosas gracias a actuaciones como las del Cabo Infante. ¿Qué se evitó realmente aquel día? Piense, querido lector, en lo peor que imaginar quiera y pueda. Puede quedarse, incluso corto.

En medio del adanismo que nos invade en todos los ámbitos de nuestro diario vivir, es necesario, es de justicia, es preciso, es indispensable, recordar, poner en valor, meritar el esfuerzo de tantos y tantos que consiguieron erradicar aquella lacra. Y sólo sea por el respeto a las más de OCHOCIENTAS CINCUENTA VICTIMAS de estos criminales, quien se atreva a hablar de estos temas se debiera pensar muy mucho lo que va a decir. Niños, adolescentes o adultos; hombres y mujeres; funcionarios de todo tipo, niveles y escalas de las fuerzas de seguridad, judicatura, prisiones, ejército, empresarios, trabajadores, ciudadanos innominados y desconocidos hasta que se producía el atentado, merecen nuestro respeto.

Y ahora, miren ustedes, pareciera que hubiera gente empeñada en que creamos que esto nunca ocurrió. Que al fin y a la postre, ya pasó. Pues sí, queridos adanistas, sí ocurrió. Y de justicia es poner en su sitio lo que TODOS los españoles, TODOS, hicimos para apartar de nuestro diario vivir aquel horror. Aunque ahora oyendo a algunos actores políticos de entonces pareciera como si ellos únicamente fueron los que acabaron con ETA.

No. No es así. Con ETA acabó no una persona, ni tampoco una sola generación de políticos y funcionarios. Con ETA acabaron todos ellos y toda la sociedad en su conjunto, que plantó cara a quienes no tenían cabida en nuestra sociedad, que se había dotado de cauces más que suficientes para hacer valer cualquier idea dentro de la ley. Aunque a algunos nos cueste especial trabajo incluir como “hombre de paz” a algún sonado militante de los herederos de aquello.

Ahora, el día dos de abril, se van a cumplir 35 años del hecho, de lo de Parot. Con esa idea un equipo de profesionales de la información de Canal Sur, cree que el tema merece un recuerdo. Y deciden hacer una pieza para un programa de los informativos especiales del pasado fin de semana, pues parece buena la idea. Y, sobre todo, porque esto hay que ponerlo en valor. No se pueden dar por amortizadas, como si nunca hubieran existido, estas tristes, dolorosas, imposibles de olvidar, páginas de nuestra muy, muy reciente historia.

Y mientras esto se va rodando, algunos colegas de quienes están produciendo el reportaje, desde el Consejo Profesional de la RTVA, emiten un comunicado en el que no lo creen oportuno porque “carece de interés informativo”, y se refiere a un “atentado que nunca se produjo”.

Es decir, ¿debiera haberse producido el atentado y resultar con víctimas para que tuviera interés informativo? Soy torpe. Lo reconozco. Pero no entiendo nada.

Sigue la nota afirmando que “las efemérides son habituales en nuestro programa, pero ésta en concreto está descontextualizada… Se pretende conmemorar algo que, en realidad, no sucedió”, y “que aconteció por casualidad en un control rutinario de carreteras”.

No soy capaz de entender, obviamente por mi torpeza, qué es la contextualización. Hablar de la llegada del hombre a la luna igual también está descontextualizado, o no. No sé. Del 12 de octubre de 1492, ni me atrevo a insinuar nada. Y ya lo de “por casualidad” y “rutinario”, es además, dicho sea con cariño, por lo menos, ignorancia, si se me permite escribirlo y espero nadie se me ofenda.

Lo peor del caso es que este comunicado, además, se elabora cuando el programa aún no había sido editado y ya se ponía el parche antes de que saliera el grano. Y esto, por si fuera poco, dicho por profesionales de la información.

Desconozco cómo es la vida a diario en la RTVA. Pero creo que, si desde el Consejo Profesional del ente hay cosas que resolver con los responsables de informativos, mejor hubieran buscado y encontrado un mejor pretexto.

Es faltar al respeto a los profesionales de la Guardia Civil que intervinieron en aquel hecho y en las diligencias que siguieron. Un hecho que, a la ligera, definen como descontextualizado y que, a la postre era para evitar algo que no ocurrió. Así se despacha el tema. ¡Vaya por Dios! ¿Debió haber sucedido para tener interés informativo? ¿Ya estaría contextualizada la efeméride? Olvidan que, a lo peor, lo que no se produjo, sólo hubiera dejado decenas de víctimas, y esto, creo, merece un mejor trato por profesionales de la información.

Pero bueno, como ya la presunción de inocencia parece ser que tampoco es lo que era aunque sigue vigente el artículo 24 de la Constitución, … ¡qué más da!

Alfonso Garrido Ávila.

Gobernador Civil y Delegado del Gobierno de España en Andalucía (1982-1993)

Senador.

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