Crítica teatral de EL SILLÓN K. Cartas desde el olvido.
Te sentaste en el sillón K, siendo la primera mujer en hacerlo, y no para contemplar las ruinas de lo que era una Institución eminentemente masculina. Te habías ganado ese asiento con creces y méritos propios.
No serías una silueta de figuración exótica. Te codeabas con viejos compañeros, y ellos te coronaban como una igual a ellos. Ya iba siendo hora. Llegó tarde aquello. Puede que sí, pero más vale tarde que nunca. ¿Qué importa el momento?
Mujer completa en cuanto a la lengua se refiere. Escribiste novelas, cuentos, poesía, teatro, ensayo, y cartas. Cartas a Ernestina de Champourcín, a Amanda Junquera, a Katherine Mansfield. A esta última cuando ella ya había fallecido. Pero sabías que te leía en el viento, en la niebla, en la noche, en la nada.
En todos los caminos sucede el amor, los sueños, las esperanzas, los instantes únicos y perennes, y tú decidiste que ese camino epistolar era necesario.
Carmen Conde nos cuenta en este montaje de Paula Paz ese camino, solo de ida, con esa correspondencia epistolar, y fragmentos de su discurso de entrada a la Academia, del Diario de Katherine Mansfield. Y Paula Paz lo hace a través de Manuela Velasco y de Estela Merlos, donde ambas se funden, se complementan mediante la palabra, la danza, la sensibilidad, la piel conjunta.
Vibran y nos hacen sentir con intensidad texto, movimiento, música, sentimientos. Aquí nadie corre en post de nadie. Van al encuentro, aunque no coincidieran. Aunque una hablara y escribiera en castellano y la otra en inglés. La conciencia, la alegría, la esperanza, y la espera, la libertad, los sueños, los recuerdos, las sensaciones ante el mar, los lejanos días.
La danza, la palabra, la música no buscan respuestas, solo conocerse, ser reflejo y retrato, solo.
En un montaje delicado, sutil, poético, elegante, como un atardecer que se atrapa desde una ventana. Un espacio que emana dulzura, sentimientos, arte, luz, a pesar de cierta penumbra en esta desolada grandeza.
Manuela Velasco que convierte las palabras de Carmen Conde en oro suspendido en el aire, en la memoria de su sensibilidad, y Estela Merlos su movimiento y danza y la poesía de Katherine Mansfield en nobleza, sombra personificada, sobreviviendo a la muerte.
Paula Paz nos hace sentir las soledades unidas, la creación y el talento de ambas escritoras, el verso hecho palabra, la perfección de la voz y el espíritu de las dos mujeres.
Cartas que se entregaron en forma de libro, pasando las páginas de dos existencias únicas, escritas en el viento, Cartas desde el olvido, desde el recuerdo, desde la arena de la playa, desde la hiedra de la pared, desde el sillón K en el que habría de sentarse, años más tarde, Carmen Conde.
La imagen de las dos está personificada en estas actrices. Se cruzan con nosotros, desafían al tiempo, no existe la muerte, ni la distancia, ni hay diferencias. El poeta puede parar el tiempo y eso hace Carmen Conde. Poesía ante el tiempo y la inmortalidad. El sillón K. Carmen Conde. Un instante para la eternidad.
FICHA ARTÍSTICA
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EL SILLÓN K: Cartas desde el olvido. Carmen Conde y Katherine Mansfield.
Dramaturgia y dirección: Paula Paz
Reparto: Manuela Velasco y Estela Merlos
Voz en off: Elena Sanz
Escenografía y vestuario: Alejandro Andújar
Música y diseño de sonido: Yaiza Varona
Diseño de iluminación: Lucía Sánchez
Coreografía: Paula Paz en colaboración con Estela Merlos
Producción: Paula Paz y Okapi Producciones
Colabora: Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver
Espacio: Teatro de La Abadía – Sala José Luis Alonso