1944. Polonia, Zieleniak, y los recuerdos que estarán allí por siempre, en los cuerpos de las mujeres violadas, torturadas, a disposición de la unidad RONA de las SS, energúmenos, violentos, asesinos. Ni en tiempos de guerra debieran permitirse estas vejaciones.
La directora polaca Maja Kleczewska recuerda esa violencia sexual en un monólogo desgarrador, duro, ensangrentado, interpretado por Agnieszka Przepiórska, actriz del Teatro Juliusz Słowacki de Cracovia, considerada por la crítica teatral como una maestra de los monodramas y premiada repetidamente por ellos.
El guion de Salvadas fue escrito por Piotr Rowicki y tanto el texto, dicho en polaco con subtítulos en castellano, como la dirección, como la magistral interpretación, pone la piel de gallina. Se revuelve la bilis en el interior porque, lamentablemente, sabemos que todo aquello que hoy, ochenta años después, nos relatan, es absolutamente cierto. Y, lo peor, es que sigue pasando, en cada guerra, en cada invasión, en cada campo de prisioneros, en todos los desmanes que se escapan al entendimiento de lo que es un ser humano.
Es el nombre de Irena K., pero son muchos otros nombres y muchos más aún desconocidos. Es la depravación de una situación que no debiera permitirse bajo ningún concepto.
No importan los años que hayan pasado, por desgracia, vendrán otros años en los que volverá a pasar lo mismo.
Es la sangre en el cuerpo y en las paredes, en los colchones, en la piel ultrajada y herida, es la zona oscura y terrible de la impunidad de delitos, abusos, violaciones, muertes.
No se olvida nunca algo así, los fantasmas seguirán habitando en la memoria y en el recuerdo, en el sentimiento.
Y, posteriormente, los salvajes se pasean impunemente por un estado de paz como si nunca hubiese sucedido nada. Promulgan no recordar el horror para no querer saber en qué podemos convertirnos. Y a la sociedad ya no le sorprende, está demasiada acostumbrada al llanto, al odio, a pisotear la identidad de los más vulnerables.
Salvadas es un desgarro, una denuncia, una llamada de atención, un balcón abierto para que no demos la espalda, precisamente en estos tiempos convulsos de nuevas guerras. Con este montaje se descarga, en forma de rayos y tormenta, todo aquello que se silenciaba, que se intenta ocultar, que avergüenza demasiado y, por eso, hay que taparlo, negarlo, pasarlo por alto.
Pero no, Irena K. y en su nombre, Agnieszka Przepiórska, nos lo echa a la cara, nos lo escupe, nos lo vomita, para vencer, primero, el miedo a contarlo, después para insistir que sigue viva, sin consuelo, pero viva, a pesar de todo, viendo la calma que hay actualmente, la cerrazón para no juzgar lo que clama a gritos justicia.
Se ilustra el doloroso texto y la contundente puesta en escena con imágenes en blanco y negro, distorsionadas y repetidas que más parecen pesadillas, sueños imborrables teñidos en rojo sangre. El monumento que se debiera inaugurar para conmemorar aquellas masacres es que no volviese a ocurrir nunca más algo parecido en ningún lugar del mundo.

FICHA ARTÍSTICA
SALVADAS
Intérprete: Agnieszka Przepiórska
Texto: Piotr Rowicki
Dirección: Maja Kleczewska
Música: Cezary Duchnowski
Vídeo: Krzysztof Garbaczewski
Coreografía: Anna Krysiak
Espacio: Réplika Teatro