Crepitan en el escenario las palabras venganza y justicia. Los sonidos del viento y la noche vaticinan hechos funestos, asesinatos, amarguras, odios no premeditados, la pasión del corazón de personajes viscerales.
No hay jardines, pero tampoco llantos oscuros. A la vista de todos los espectadores, los técnicos no solo modifican la disposición de los muebles y cajas, sino que también la iluminación es cambiante (Samuel Silva), en función de los personajes que van reflejando en el rostro el tormento de las relaciones que tienen entre ellos.
La música, interpretada en directo por Bastian Iglesias, donde a veces nos introduce en un ambiente de intriga y golpes, y otras más bien parece la fragmentación de una música ambiental en medio de un balneario.
Pero, en lo que nos centramos es en esa adaptación de la Orestíada por parte de Karina Garantivá, con la despierta dirección de Ernesto Caballero. La voz de Orestes en la trilogía de Esquilo, Clitemnestra asesinando a Agamenón y, posteriormente, el propio Orestes vengándose y queriendo hacer justicia con la muerte de su madre, Clitemnestra, nos lleva a un debate sobre los ecos actuales de la justicia, de la participación de los ciudadanos y del poder influenciador de Apolo, que bien pudiera ser un alto cargo público con intereses personales.
Todo el elenco está tremendamente enardecido, a pesar de la frialdad con la que reflejan a esos personajes mitológicos, dramáticos, malditos, en muchos casos ausentes de sus propios sentimientos. Olivia Baglivi, Alberto Fonseca, Gabriel Garbisu, Nicolás Illoro, Marta Poveda, logrando la atención del público en una especie de tensión sosegada.
Teatro de ideas, de sueños, de realidad traída desde los tiempos ancestrales de la época griega, donde se acudía masivamente a deleitarse de tragedias, cadáveres, y pasiones humanas y divinas, para llegar a una catarsis de emociones y comportamientos humanos.
Teatro Urgente vuelve con un texto y una puesta en escena nada fáciles, una oda teatralizada que levanta el debate sobre el poder de la justicia, sobre las difíciles relaciones en el seno familiar por muy progenitores, hijos o familiares, que sean, con las amistades o beneplácitos de los dioses, es decir, personajes cercanos al poder. ¿Podrán manipular las decisiones, las condenas, incluso la información que se da los hechos acaecidos?
El caso es que las casi dos horas que dura la función se nos pasa en un agridulce impase de dolor y gozo, que sujeta los corazones atrayendo el interés por averiguar cómo acabará una tragedia que, finalmente, resulta un tanto ajena, distanciada, testimonial.
No es época de mitos y, a pesar de todo, se vislumbra un paralelismo conceptual y de reacciones humanas, aunque hayan pasado veintiún siglos y medio. Evolucionamos, pero no cambiamos tanto. Nos complace que no seamos seres neutros y sin alma, a pesar de inteligencias artificiales, y que revisitar estos textos es mirarnos, una vez más, en el espejo de nuestra sociedad.
Ficha Artística. Orestíada

Texto original: Esquilo
Dramaturgia: Esa Inmigrante (Karina Garantivá)
Dirección: Ernesto Caballero
Reparto: Olivia Baglivi, Alberto Fonseca, Gabriel Garbisu, Nicolás Illoro, Marta Poveda
Composición y música en escena: Bastian Iglesias
Iluminación: Samuel Silva
Plástica escénica: Fer Muratori
Vestuario: José Cobo
Una producción de Teatro Urgente
Espacio: Teatro de La Abadía