Certidumbres económicas ciudadanas.
“El optimista cree que vivimos en el mejor de los mundos posibles; el pesimista teme que eso sea cierto.” — J.B. Cabell (1879-1958) escritor norteamericano de literatura fantástica
Esta reflexión invita a pensar en la importancia de mantener la confianza en nuestras instituciones, especialmente en momentos de incertidumbre. La ciudadanía necesita certezas en aspectos tan cruciales como las pensiones, que no pueden depender de vaivenes políticos o estrategias partidistas. Es fundamental que las instituciones trabajen de manera cohesionada y transparente para generar confianza y garantizar que los ciudadanos y los operadores económicos puedan planificar su futuro con mayor seguridad.
La reciente publicación de la Encuesta de la EPA del cuarto trimestre de 2024 por el INE ha arrojado cifras positivas. El número de ocupados aumentó en 34.800 personas, alcanzando un total de 21.857.900, y la tasa de paro descendió al 10,61% (-59 centésimas) [Fuente: INE, EPA cuarto trimestre de 2024]. Sin embargo, más allá de congratularnos por las cifras, hay que reparar también otros elementos. Es esencial, así, centrarse en la calidad del empleo y en salarios que permitan proyectos vitales, especialmente para los jóvenes, quienes enfrentan desafíos como el alto coste de la vivienda [Fuente: Informe del Consejo de la Juventud]. Todos los datos relacionados con el bienestar de los ciudadanos deben analizarse con reflexión y mesura, sin olvidar, por otro lado, las vulnerabilidades de la economía española y el contexto internacional de inestabilidad.
El turismo, aunque beneficioso en épocas de bonanza, es un sector vulnerable ante crisis globales, como demostró la pandemia y como podrían confirmar conflictos bélicos imprevisibles [Fuente: Informes sectoriales del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo]. Además, la preocupación por el turismo masivo ha resurgido en destinos como Canarias, Baleares y Cataluña, lo que exige estrategias sostenibles para equilibrar crecimiento y preservación [Fuente El Economista]
La deuda pública española, que ronda el 104 % del PIB según el Banco de España, limita la capacidad del Gobierno para implementar políticas fiscales expansivas en momentos críticos [Fuente: Banco de España, 2024]. Como advierte el prestigioso analista económico Juan Pedro Marín Arrese en su reciente artículo ¡Mucho ojo con la deuda en la Revista Consejeros “La atención centrada en las Bolsas bursátiles descuida y omite en su análisis la deteriorada situación de las finanzas públicas en la mayoría de los países desarrollados”, apuntando a continuación que, con este panorama, el riesgo de desestabilización parece evidente a poco que soplen vientos de frente, prediciendo que: La inflación vuelve a repuntar y, de cargarse el arma arancelaria por la que tanta predilección muestra Donald Trump, la situación podría tornarse sumamente preocupante.
A esto se suma otras cuestiones, la lenta ejecución de los fondos europeos Next Generation, de los cuales solo el 22% se habían presupuestado para 2024. Esta situación refleja desafíos de gestión que deben abordarse para no comprometer la competitividad futura del país.
Muchos ciudadanos perciben una desconexión entre las estadísticas macroeconómicas y su realidad cotidiana. Un Gobierno que celebra los datos positivos, sin autocritica en nada y una oposición que enfatiza los problemas, sin ofrecer soluciones concretas, contribuyen a esta brecha. La polarización de narrativas profundiza la desconfianza institucional, lo que subraya la necesidad de un diálogo constructivo y propuestas consensuadas y no tirarse todos los días los trastos.
La economía española no opera en el vacío; está ligada a la dinámica global y especialmente a la UE. La incertidumbre generada por factores como la debilidad política europea y los cambios en la política internacional exigen moderación y transparencia en la comunicación con los ciudadanos.
En cuanto a las políticas sociales no sólo hay que detenerse en su formulación sino hay que reparar también en el análisis de resultados, el Gobierno ha mostrado compromiso con la justicia social, pero persisten desafíos en su gestión. Según un estudio de Funcas, los ingresos disponibles de los hogares más vulnerables han disminuido un 3% en términos reales desde 2020 [Fuente: Funcas, 2024]. Además, España sigue siendo uno de los países europeos con mayores niveles de desigualdad, según Oxfam Intermón [Fuente: Oxfam Intermón, 2024]. La pobreza infantil afecta al 28% de los menores, un problema que requiere atención urgente [Fuente: UNICEF, 2024].
La sanidad pública, pilar del Estado del bienestar, enfrenta desafíos como listas de espera de 122 días de media para intervenciones quirúrgicas [Fuente: Ministerio de Sanidad, 2024]. En educación, el abandono escolar temprano sigue siendo alto (13,9% en 2024), y la inversión en I+D se mantiene en el 1,49% del PIB, por debajo de la media europea del 2,23% [Fuente: Funcas y Ministerio de Educación, 2024].
Algunas políticas sociales, como el Ingreso Mínimo Vital (IMV), han tenido un impacto limitado debido a su complejidad burocrática. Según la AIReF, solo el 35% de los beneficiarios potenciales han recibido la prestación [Fuente: AIReF, 2024]. Esto subraya la necesidad de mejorar la eficacia en la implementación de estas medidas.
La política fiscal también enfrenta desafíos. Aunque se han aumentado los impuestos a grandes empresas y fortunas, el impacto de los impuestos indirectos sobre las clases medias y bajas sigue siendo significativo. Además, la presión de la UE para reducir el déficit al 3% del PIB limita las políticas expansivas [Fuente: Comisión Europea, 2024].
Detrás de estas cuestiones, ineficiencias de gestión, no hay sólo un Gobierno, están todos los gobiernos de España y todos los partidos políticos.
En este contexto, la convocatoria de elecciones anticipadas podría ser una oportunidad para renovar el contrato social con la ciudadanía. Permitiría capitalizar el crecimiento actual, reforzar la legitimidad democrática y abordar los retos futuros con un mandato renovado. Además, podría contribuir a reducir la polarización y fortalecer la confianza en las instituciones y apaciguar un ruido que empieza a ser insoportable y que esta abriendo la vía a la cacareada llegada de la extrema derecha.
En definitiva, es crucial que los líderes políticos, unos y otros, trasciendan las batallas de relatos y se centren en estrategias concretas y consensuadas. Solo así se podrá construir un futuro más estable y garantizar que los ciudadanos confíen plenamente en sus instituciones, algo esencial para enfrentar los desafíos que nos esperan.